Cuando estamos en momentos difíciles o no estamos de acuerdo en un tema, incluso cuando sentimos envidia la primera reacción es criticar al otro. Respondemos con ira, o con un trato incorrecto hacia los demás.
Si ves por ahí a personas con aires de grandeza, caminando como si el suelo que pisa no lo mereciera, no las juzgues, no las señales. No las conoces, ni tampoco su historia, ni cada dolor que se esconde detrás. Posiblemente en cada paso que han dado han dejado parte de su orgullo, su vanidad o sus emociones. Vienen de batallas que no sabemos, ni nos tienen que importar.
No están locos, ni cambiaron su forma de ser. Sólo dejaron de esperar, rogar, llorar. Tuvieron su luto y finalmente aceptación. No es que ahora les importe poco todo, pero SÍ enfocan su energía en momentos, aventuras, risas, alegrías. Y si tienen que llorar, ¡lloran a raudales, para dejar paso a las carcajadas llenas de VIDA!
Nunca imaginarás de qué forma la vida les pudo obligar a moverse de la zona de confort, les hizo víctima, les empujó a abandonar su amor propio. Les llevó a personas y a lugares erróneos.
¿Acaso sabes cómo tuvieron que dejar de autocompadecerse, aprender a caminar solos sin motivación y sin ánimo? Todo eso y más para ser quienes son. Recuperar el ser, aceptarse, respetarse y quererse con sus defectos y virtudes. Se perdonaron, abrieron sus alas y confiaron en su vuelo.
Ese pasado les dejó una enseñanza mil cicatrices para recordarle a diario que todas las personas cargan con sus dolores, desamores y problemas. Nadie tiene derecho de juzgar porque si nos dijeran «Te presto mis zapatos»¿Tú que harías?…yo no me los pondría.
Laura Pol
Directora del Gabinete de Orientación y Formación Pol Bolaños, Coach Experta en Igualdad, Violencia de Género y Transformación Personal.
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Fotos: Lic CanvaPro
