Roy Galán es escritor, activista LGTBI+ e influencer. Las redes sociales se han convertido en un vehículo para expresar sus pensamientos y sus emociones. Roy asegura que las palabras de otras personas han transformado su mundo, sacándolo de su lugar, ese lugar que le había sido impuesto. Palabras que le han ayudado, dice, a comprenderse y a comprender todo lo que le rodea.
Ahora es él quien comparte sus palabras para transformar el mundo de quienes lo leen. Autor de libros como La Ternura, Nadie dentro de ti, Haz que no parezca amor o Fuerte, Roy reflexiona sobre la igualdad y la desigualdad, sobre los estereotipos y los roles de género, sobre la manera de estar en el mundo de los hombres. Y cuestiona la masculinidad hegemónica, aquella de «los hombres no lloran», la de «los hombres no tienen miedo». La revuelve y la desestabiliza hasta que queda la esencia: la igualdad entre los seres humanos y el amor.
«Empezar a cuestionarnos qué es ser un hombre es fundamental para construir un futuro en igualdad»
Nos referimos a los estereotipos de género constantemente como una losa que recae sobre las mujeres. Sin embargo, los hombres también lo sufren. ¿Tienen espacio suficiente en el debate sobre igualdad de género la masculinidad y sus estereotipos?
Pienso que cada vez tienen más espacio, pero es algo muy reciente. Si te fijas en el pacto de Estado sobre la violencia de género del año 2017 no aparece ni una vez la masculinidad.
Me parece que empezar a cuestionarnos qué es ser un hombre, cuáles son los mandatos de la masculinidad y qué podemos hacer para ser más libres es algo fundamental para construir un futuro en igualdad. Si no es así, tendremos a las mujeres a años luz en cuanto a perspectiva de género frente a todos esos hombres desubicados, perdidos y, lo que es más preocupante y peligroso, enfadados.
«Las masculinidades disidentes contravienen la idea de que ser hombre es algo fijado»
La masculinidad tradicional ha enseñado a los niños y a las niñas que los hombres deben ser fuertes, no emocionales y proveedores, entre otras muchas cosas. En tu quinto libro ‘Fuerte’ hablas sobre ello y tratas el tema de las nuevas masculinidades. ¿Qué significa este concepto?
Prefiero usar el término masculinidades disidentes al de nuevas masculinidades porque ese “nuevas” parece que viene a decir que existe una nueva forma correcta de ser hombre. Creo que de lo que se trata es de ampliar los matices de lo que supone ser hombre tradicionalmente.
Por ejemplo, una de los requisitos de la masculinidad tradicional o hegemónica que ha venido siendo la dominante es la de que los hombres no pueden mostrarse frágiles o vulnerables. Esto pasa también por no pedir ayuda cuando la necesitan, muchas veces no ir al médico por hacerse los fuertes o demostrar esa fortaleza ante el resto de hombres.
Lo interesante de los planteamientos de las masculinidades disidentes es que vienen a contravenir la idea de que ser un hombre es algo fijado. Por eso, colectivamente y de manera política, podemos desprendernos de esa carga impuesta y ser hombres más libres y, por tanto, más felices.
¿Por qué crees que es necesario ir por ese camino?
Es necesario porque es obvio que la concepción tradicional de lo que supone ser un hombre se pone en tela de juicio y esto genera, malestar, frustración y, en algunos casos, violencia.
En algunos de tus escritos diarios en las redes sociales hablas de cómo la sociedad juzga a las mujeres por su forma de vestir, por sus decisiones, por su forma de vida, por su cuerpo… ¿Es tan difícil acabar con los estereotipos y roles de género?
Lo que hago es escribir con perspectiva de género y hago un llamamiento para que todas las personas lo hagan también.
Es dificilísimo porque es como socializamos los seres humanos. Imagínate, antes de que nazcas, y dependiendo de si te van a considerar una cosa u otra, ya han comprado ropa de un color para cuando nazcas, te perforan los lóbulos, te ponen faldas. Y te dicen «estáte quieta, que no se te vean las bragas» o «qué guapa eres», como si ese fuera el único valor de las niñas. Y a los niños todo lo contrario: «qué valiente eres», «qué machote», «vas a tener a todas las nenas locas»…
Es absolutamente terrorífico porque lo que estamos dando por supuesto es quiénes son y qué desean los demás. Y damos por supuesto que además son y desean lo mismo por pertenecer a un sitio u otro. Esto se arrastra durante toda la vida, si no empiezas a cuestionar esas expectativas sobre ti.
En esta época de incertidumbre provocada por la pandemia de la COVID19, muchas mujeres han vuelto a ocupar el espacio privado (cuidados, hogar, familia) por la imposibilidad de conciliar. ¿Crees que este contexto puede hacer que retrocedamos en la lucha por la igualdad?
Yo creo que la pandemia lo que ha hecho es hacer visible aún más esa desigualdad que existe y que la rutina capitalista impide que mostremos porque eso pondría en jaque al sistema.
Si el sistema funciona es porque hay mujeres que cuidan gratis y en nombre del amor. Espero que esta sea una oportunidad para hacer ver que cuidar también es, y debe ser, cosa de hombres siempre.
«Si el sistema funciona es porque hay mujeres que cuidan gratis y en nombre del amor»
Te has declarado abiertamente feminista, un término que muchos hombres y muchas mujeres siguen sin aceptar a pesar de los años de lucha del movimiento. ¿Qué es para ti ser hombre feminista y por qué es tan necesario?
Para mí ser un hombre feminista es coger tu espacio y hacerlo feminista en un plano individual pero, también, a un nivel colectivo. Ser hombre y llamarse a sí mismo feminista es una pregunta constante a los demás hombres: ¿Por qué yo no lo soy? Pienso que esa pregunta es primordial para empezar a transformar nuestra forma de relacionarnos y para cuestionar el machismo que, evidentemente, nos atraviesa a todos y todas.
El feminismo viene a cuestionar la masculinidad tradicional y a mostrarnos a los hombres cómo se construye un hombre. Y, en esa observación, en esa fábrica de hombres, hay mucho que revisar porque está claro que el producto final es defectuoso.
Ser un hombre feminista es tan necesario porque, además de ser una cuestión de justicia social, es también libertad para ser el hombre que somos y no el que nos han obligado a ser. Y eso, indudablemente, es la mayor felicidad para todos y todas.
¿Qué papel crees que juega la educación en todo este proceso de cambio?
Un papel primordial. Pero, para que la educación cambie, es necesario que existan políticas públicas que sostengan ese cambio. Y es necesario que existan referentes que hagan cuestionar los modelos tradicionales. A veces es más sencillo cambiar el exterior que los propios hogares y por eso, a veces, es necesario que lo de afuera cambie para poder cambiar lo de dentro.
Si a estas alturas del siglo XXI tenemos que seguir hablando de lucha por la igualdad, ¿significa que hemos fallado como sociedad?
No lo creo. Fallar como sociedad es ni siquiera plantearnos estas cosas, callar por miedo o no estar dispuestos o dispuestas a escuchar. Si somos capaces todavía de escucharnos es que todavía, sin duda, hay esperanza.
Roy dice que fue el amor de sus madres el que le enseñó a entender la diversidad del mundo. Una diversidad que nos hace brillar con luz propia. Una diversidad que nos hace más libres. Y, por eso, cada día Roy abre una puerta a alguna de esas formas de estar en el mundo. Para que veamos que no pasa nada. Que, respetando las maneras de estar en el mundo de las personas que nos rodean y cuestionando la nuestra propia, seremos más felices.
Si quieres leer otro artículo sobre igualdad y masculinidad, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/argelio-gonzalez-la-lucha-de-los-hombres-por-la-igualdad/
Fotos: Aportadas por Roy Galán/L&B Actual
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.