No recuerdo el nombre de aquella niña, en realidad un bebé de poco más de un mes de nacida. Ahora no sé bien, no sé si no recuerdo su nombre o si sencillamente no tenía nombre…en fin que le llamaremos María.
María nacía por el año 2001 en la cumbre de la Coordillera de los Cuchumatanes, Guatemala. Su familia era muy pobre, no tenía recursos para tantos hijos, muchos menos para una hija más. María compartió el vientre con un hermano gemelo que sí tuvo la opción de quedarse en casa, sólo por ser varón. A ella la dejaban allí, en la clínica donde les atendían los médicos cubanos. Su madre la regalaba al médico que la asistió en el parto, el mismo que trataba de explicarle que no era posible regalar a un bebé, y mucho menos aceptarlo de aquellas formas.
Pero estaban en universos distantes, el médico y la madre, así es que lo que ocurrió con María después de dejarla en la clínica rural, no lo sabremos nunca.
(Basado en una historia real con adaptaciones. No son reales los nombres que se mencionan, sí el contexto, el lugar y el año).
«No sé si no tenía nombre o si no lo recuerdo»
Pero esta historia no es única, ni excepcional, era una situación frecuente que por entonces (2001) expresaba el valor de nacer mujer. La diferencia entre las zonas rurales y urbanas se apreciaba rotundamente, pero tanto en un sitio como en otro la mujer estaba en situación de discriminación y vulnerabilidad.
No puedo asegurar por supuesto que casi veinte años después esto siga ocurriendo en la América Latina empobrecida que conocí de primera mano, pero me inquieta pensar que necesitemos establecer metas, estándares. Que necesitemos reclamar oportunidades para el ejercicio del liderazgo de la mujer. Que contabilicemos las víctimas de violencia de género. O que sigamos explicando las ventajas que representan educar a niñas y niños por igual.
ONU Mujeres lo expresa bien en sus publicaciones.https://www.unwomen.org/es/about-us/about-un-women
En el apartado Acerca de ONU Mujeres, asegura: «La igualdad de género no es solamente un derecho humano básico, sino que su logro tiene muchísimas consecuencias socioeconómicas». Y continúa explicando sobre le estímulo económico y productivo que representa el empoderamiento de la mujer. Sin embargo, la discriminación laboral y las brechas salariales entre hombres y mujeres continúa estando de actualidad, y asegura: «a menudo, no pueden acceder a la educación básica y a la atención médica. Las mujeres sufren violencia y discriminación en todas partes del mundo. Están subrepresentadas en los procesos de tomas de decisiones políticas y económicas».
Garantizar la educación por igual a niñas y niños aún es una tarea pendiente, especialmente en los países en desarrollo o en situación de pobreza. Desde hace mucho la Comunidad Internacional se ha comprometido a considerar la educación de las niñas como un asunto más de los Derechos Humanos, pero a pesar de las innumerables investigaciones, encuentros internacionales o acuerdos, todavía queda por resolverse. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, ha publicado numerosos estudios y entre otros temas ha identificado las ventajas que se derivan de educar por igual a niñas y niños. Las políticas educativas, las perspectivas acerca del desarrollo y las voluntades políticas han estado en el punto de mira desde hace más de veinte años
«Las mujeres sufren violencia y discriminación en todas partes del mundo»
Mientras, en el mundo se suman creencias populares, prácticas, actitudes culturales, así como reticencias políticas y económicas relativas al género. Todos ellos factores ya más que nombrados y que llevaron a incluir este tema entre los objetivos del milenio. Desde entones, septiembre de 2000, lo acordado en Naciones Unidas continúa siendo un reclamo. Las promesas de crecimiento, de aumento de los niveles de vida y de nuevas oportunidades para todos se han quedado en el camino.
Las brechas económicas y sociales son, si se quiere, cada vez más profundas, o en el mejor de los casos, muy antiguas ya. Promover la igualdad de género es mucho más que un reclamo de la mujer que no excluye a los hombres.
María nació mujer, y esa realidad lo estableció todo. Nació sin derecho a escoger, a beber, a comer, a estudiar, a crecer junto a sus hermanos. Digamos que al menos, aquella pequeña que conocí, nació sin derecho a vivir.
Texto y Fotografía: Leyanes Yanes
Mujer, cubana y periodista. En ese orden está bien. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Habana. Realizadora de audiovisuales con experiencia en Televisión. No concibo contar historias sin imágenes, así vivo, en imagen y sonido.
Emigrar hacia España, concretamente hacia Gran Canaria, ha sido un punto y aparte en mi vida profesional y personal. La experiencia vital que representa “volver a comenzar” ha reorganizado mis expectativas y mi manera de entender al periodismo. L&B Actual es un resumen de todo aquello que aprendí; y de mi constante curiosidad por el mundo en el que vivo. Este viaje es fascinante y a estas alturas yo podría ser de cualquier sitio.
Triste realidad
Una historia conmovedora
Doy fe de ello trabaje en Guatemala 1999 y viví una experiencia parecida