A Pepa Marrero le gusta jugar con las letras, saborearlas, acariciarlas, moldearlas y convertirlas en historias. «Pensamientos quiero esculpir a golpe de palabras y de silencios», escribe en la contraportada de su primer libro publicado, «Silencios en pausa», que recoge poemas, relatos cortos y aforismos. Aruquense de nacimiento, esta escritora isleña asegura ser muy tímida, pero no por ello deja de decir lo que piensa, a veces desde el humor y otras desde la ironía, desnudando el alma y los sentidos.
Cuando era pequeña y su madre le leía historias, Pepa quería saber si podía aprender a leerle cuentos a ella. Antes de irse cada mañana al colegio, desayunaba escuchando lo que narraban en la radio. Luego estaban aquellos relatos de «miedo» que se contaban entre adolescentes, que «provocaban un escalofrío por el espinazo». Y así, siguiendo el hilo de las historias de otros, ella supo que quería escribir las suyas, «zambullirse en las hojas en blanco y dejar que fluyeran las palabras».
«hay momentos en que la poesía es la única vía que encuentro para expresarme»
¿Recuerdas el primer libro que leíste y el primer texto que escribiste?
No recuerdo el primero, pero sí el cuento que más veces leí: La Cenicienta. Todavía recuerdo la angustia que me daba que el padre de Cenicienta no interviniera nunca para evitar el sufrimiento de su hija. Creo que lo leía y releía para ver si en algún momento aparecía aquel padre que ignoraba lo que allí sucedía o que, simplemente, consentía. También esperaba que en algún momento aquellas mujeres vieran a Cenicienta con otros ojos, se dieran cuenta de que no tenían nada que temer y que terminaran siendo amigas.
En cuanto al primer texto que escribí fue una carta. La escribí en la escuela, a escondidas de la maestra, una mujer de muy mal carácter a la que temía más que a la bruja de Hansel y Gretel. Era una carta para mi hermano que estaba ingresado en la clínica. Me sentía angustiada y no me lo podía quitar del pensamiento. La maestra se acercó a mi pupitre y yo no me enteré. Me quitó la carta y se puso a leer. Yo me moría de miedo, pero se le rayaron los ojos y me la tiró sobre el pupitre, sin reprenderme. El segundo texto fue una redacción que quedó finalista en un concurso que se celebraba en Arucas, en la Heredad de Aguas, en la que participaban los colegios del municipio.
Has participado en varias publicaciones colectivas y este año publicaste tu primer libro en solitario. ¿Cuesta dar ese paso? ¿Estás satisfecha con el resultado?
A mí me ha costado mucho dar el paso. Han sido unos cuantos años debatiéndome entre la ilusión y los miedos. Mucho tiempo sopesando si los textos tendrían calidad suficiente, si algún lector se podría encontrar entre las páginas del libro y qué pensaría si así fuera y otras cuestiones.
Desde el momento en que el libro fue presentado en la Biblioteca Municipal de Arucas sentí una liberación inmensa. Y liberarse siempre produce satisfacción. Así que estoy satisfecha, en primer lugar por haber sido capaz de dar el paso y también porque «Silencios en pausa» ha tenido una acogida que no esperaba. Me siento gratamente sorprendida.
¿Con qué género te sientes más cómoda a la hora de expresar tus emociones, tus inquietudes?
En general, me siento más cómoda en la prosa, especialmente en la narrativa breve porque la ficción encubre, cara al lector, las emociones, los sentimientos y los pensamientos. La microficción se presta a la ironía, al humor, que son ingredientes básicos en mi forma de contar y debo confesar que también lo son en mi forma de ser. Tengo tendencia a contar, hasta mis desgracias, con cierta chispa, con sentido del humor.
No obstante, hay momentos en que la poesía es la única vía que encuentro para expresarme. Escribir poesía es un acto más íntimo, aunque se trate de poesía social, y eso implica exponerse, mostrarse… justamente algo que, por mi timidez, me cuesta un poco más. Hay una cosa que me encanta y es jugar con las palabras, darles vueltas y lograr con el mínimo número de palabras, la máxima expresión. Por eso, también, los aforismos tienen un lugar importante en lo que escribo. Tengo predilección por lo breve, lo conciso, lo intenso.
En tu reciente publicación «Silencios en pausa», ¿cuentas tus propios silencios o los de otras personas?
«Silencios en pausa» habla de muchos de mis silencios, pero las personas nos parecemos tanto por dentro que probablemente los lectores encuentren silencios suyos entre las páginas del libro. Hablo de todos los temas que son inherentes al ser humano y que solo soy capaz de expresar a través de la escritura. En definitiva, como dijo Agatha Christie: «No soy buena conversadora, no sé dibujar, pintar, moldear o esculpir, no puedo hacer las cosas de prisa, me resulta difícil decir lo que quiero, prefiero escribirlo».
¿Sobre qué temas es necesario hablar en la literatura?
Digamos que me resulta más cómodo situarme en la parte de la balanza que menos pesa. Desde mi punto de vista, es necesario hablar de propuestas, de logros, de esperanza, de confianza, de reconocimientos, que dicho sea de paso, tengo la impresión de que estamos en un buen momento de rescate y reconocimiento de personas que se fueron dejando un legado importante como Mercedes Pinto, Josefina de La Torre, Pino Ojeda, entre otras.
Por supuesto, tengo que nombrar el trabajo de la profesora de Lengua y Literatura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Blanca Hernández Quintana, y agradecerle la recuperación de la vida y las obras de Natalia Sosa Ayala, una gran desconocida, al menos para mí, que dejó en su poesía la huella de unos valores sociales e ideológicos aún muy necesarios.
«cada vez somos más las personas que apostamos y trabajamos por una sociedad igualitaria»
¿Quiénes son tus referentes en la literatura?
Por curiosidad trato de acercarme a todos los géneros y procuro leer autores y autoras de cualquier época y de cualquier lugar del mundo, aunque tengo que reconocer que me encantan los relatos de Raymond Carver, simples, profundos, minimalistas. También me gustan mucho los cuentos de Lucia Berlin, los de Salinger. Y siento como muy míos los libros de Ana María Matute. La poesía de Sylvia Plath, de Gioconda Belli y en este apartado tengo que decir que los poemas de Tina Suárez Rojas fueron los que despertaron en mí el gusto por este género.
¿Qué personaje o personajes de la literatura te han marcado especialmente?
Suele pasar que cuando una termina de leer un libro, alguno de los personajes se queda rondando por un tiempo entre los pensamientos, pero es cierto que algunos se quedan para siempre, como Alicia, de Lewis Carrol, Gregorio Samsa, Frankenstein, El Principito… son muchos. Algunos más actuales que ahora me vienen a la memoria son Daniel Sempere y Renée Michel.
¿Lees más literatura femenina que masculina? ¿Crees que falta todavía dar más visibilidad a las mujeres en el mundo de las letras?
Creo que la literatura, como cualquier otra modalidad artística, carece de género. Lo que sí es cierto es que hemos leído menos libros escritos por mujeres porque, para empezar, en los libros de texto aparecían muy pocas escritoras. En la Wikipedia no aparecen todas las mujeres que tendrían que aparecer. Los premios, a lo largo de la historia, han sido asignados a obras escritas por hombres en su gran mayoría.
Afortunadamente, cuanto más avanza la sociedad, vamos apreciando los cambios y las mujeres vamos ocupando el espacio que nos corresponde tanto en la literatura, como en cualquier otra disciplina artística. Tanto en el arte, como en el deporte o cualquier otro ámbito.
Aquí, en las Islas Canarias, la invisibilidad nos viene por partida doble. Además de la diferencia de género, hemos crecido creyendo que lo que se hace aquí no tiene valor. Y esto también está cambiando.
Tengo que confesar que a raíz de los movimientos culturales en favor de la visibilidad de las mujeres, he descubierto que, efectivamente, hay una brecha de género en las letras, en el teatro, en en el cine… en todas las artes y que ‘sí es para tanto’. Afortunadamente cada vez somos más las personas que apostamos y trabajamos por una sociedad igualitaria.
Pepa Marrero: «Pensamientos quiero esculpir a golpe de silencios»
¿Te atreverías a escribir un aforismo que reivindique el lugar de la mujer en la sociedad?
No voy a recortar el ala de mi sombrero. Si te molesta la sombra, puedes salir de mi metro cuadrado.
¿Estás ahora mismo en silencio y en pausa, o ya tienes algún proyecto en mente?
En silencio suelo pasar la mayor parte del tiempo, pero no en pausa. Aunque soy pachorruda, siempre estoy entretenida. Como el primer libro tardó tanto en salir a la luz, hay bastante escrito. Además, hice una selección tan minuciosa, por el pudor y el miedo, que dejé una buena parte guardada. Pero, con calma porque también soy una disfrutona y ahora estoy saboreando las alegrías que estoy recibiendo de «Silencios en pausa» y la sensación liberadora de haber hecho realidad lo que tanto tiempo soñé.
Pepa Marrero escribe desde los silencios de la infancia, la juventud y los que la rondan ahora mismo. Cuenta lo que su alma le pide, lo que le incomoda, preocupa y duele. Asegura que confiesa sus molestias y sus incomodidades con sentido del humor, con ironía pero, al fin y al cabo, son siempre confesiones. Desdoblarse, meterse en la piel del otro que es, a veces, su propia piel. Contar desde el verso o la prosa porque, desde que su madre le leía aquellos cuentos a la luz de las velas, lo tuvo muy claro: las letras fueron creadas para juntarse y «gritar palabras en un papel que, tal vez, alguien comprenda».
Blog de la autora: https://porsinolosone.wordpress.com/
Si quieres leer otra entrevista a una mujer del mundo de las letras, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/samy-bayala-la-princesa-ya-no-espera-a-un-principe-que-la-salve/
Fotos: Cortesía de Pepa Marrero
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.