Cuando la canaria Olga Cerpa sube al escenario se adueña de él. Carismática, enérgica, buena gente, natural y seductora, su cantar se te mete por los poros y llega hasta esos rincones del alma donde guardamos los sinsabores y el regocijo. Y es que Olga, como ella misma dice, canta con las verdades que tiene y con esos argumentos conecta con la gente y emociona. Folía, fado o bolero, con cualquiera de ellos se atreve y esa voz que ella ha bautizado como ‘oscura’, llega a los sentidos con la fuerza, la pasión y la ternura de una isleña que canta con las penas y las alegrías que la acompañan.
Periodista: ¿Cómo se puede definir tu música? ¿Qué es lo que la hace distinta?
Olga Cerpa: Es complicado porque ponerle una etiqueta a las cosas cuando esas etiquetas no están claras, es complicado. Yo hago música que tiene que ver con la música de raíz, pero que mezcla música de autor y reminiscencias de música tradicional. ¿Qué es lo que la hace singular? Mi procedencia. Yo soy de un sitio especial y no digo especial porque sea mejor, sino porque es distinto. Somos África y somos de alguna manera América también, porque nuestra historia, la de Canarias, no se entiende sin vincularla a todo lo que ha sido la emigración hacia América. Esa procedencia le da una singularidad a lo que hacemos.
Sobre la actualidad de los géneros tradicionales nos dice:
P: ¿Cuándo y por qué empezó tu andadura en el mundo de la música?
Olga: Yo canto desde que era una niña pequeñita y siempre supe que este era mi destino. Hay gente que nace con una vocación muy marcada y gente que no, que va descubriendo qué le gusta hacer a lo largo de la vida. Además, siempre supe que iba a ser mi bendición y mi condena. He tenido la fortuna enorme de poder hacer carrera con aquello que me gustaba y de poder vivir dignamente del trabajo que me apasiona. Si no hubiera sido así, igualmente hubiera sido músico, frustrado pero músico finalmente. A veces la vocación condiciona la vida, ¿no?
P: ¿Si no te hubieras dedicado al mundo de la canción qué te habría gustado hacer?
Olga: Me hubiera gustado hacer cosas muy locas. Me hubiera gustado ser peluquera. Queda muy bien en estas entrevistas decir que me hubiera gustado ser médico y salvar el mundo, pero lo cierto es que trabajar con las manos era algo que me gustaba, y hacer que alguien que no fuera yo misma se viese guapa. Me hubiera gustado ser matemático. Yo tenía mucha vocación para las Matemáticas y se me daban muy bien. Pero, finalmente, la música pudo. Mira qué cosas tan dispares.
«Somos África y somos de alguna manera América también»
P: ¿Tu condición de isleña hace que pongas más pasión y alegría a lo que interpretas?
Olga: La condición de isleña no lo sé, la condición de canaria, sí. Uno de nuestros rasgos comunes es cierta alegría de vivir y pasión que llevamos impresas y nos la dan el entorno. Quizás el canario medio es un poquito menos apasionado de lo que soy yo. Yo soy una mujer de un carácter muy marcado. Cómo no vas a tener alegría de vivir naciendo aquí y criándote aquí; te tiene que dar.
P: ¿Cuáles son tus referentes en la música?
Olga: Por un lado, son algunos de los grandes cantadores que tuvo mi tierra, absolutos desconocidos fuera de aquí, pero que a mí me han marcado mucho: Dacio Ferrera, Manuel Ferrera, un cantador de Fuerteventura al que conocí cuando tenía casi 90 años; Luis Morera, el cantante de Taburiente y luego gente que me ha marcado por su manera de decir lo que cantaban: Omara Portuondo, Mercedes Sosa. Y de ahí nos vamos a gente muy loca: Stevie Wonder a quien adoré y adoro, Barbra Streisand. Hay mucha gente que canta muy bien, pero después hay quien consigue hacer de eso algo que está en un escalón superior, y es cuando dicen las cosas de una manera que transmiten un poco más allá. A veces los he encontrado en la canción tradicional de mi tierra y, a veces, en gente mundialmente conocida.
P: El otro día te escuchaba, cerré los ojos y por un momento creí que eras Omara Portuondo. Esa fuerza en el escenario, la proyección… ¿Has cantado con ella?
Olga: Es un honor para mí. Sí, hace dos años, en el mismo concierto que hicimos con Ivette Cepeda este año, tuve la enorme suerte de que la invitada y con quien compartí escenario en dos conciertos muy bonitos fuera Omara. Hicimos unos dúos que quedarán en mi alma para siempre. Ella fue encantadora. Es la última representante de una época, de una manera de interpretar. Porque hay mucha gente que ha trabajado el feeling, pero ella es la que está en la justa medida. Esta expresión musical, en mi modestísima opinión, corre el riesgo del histrionismo. Omara no, ella sabe dónde está exactamente el punto de la elegancia del feeling. Es la última representante de una generación maravillosa.
P: ¿Por qué te sientes tan cerca de la música cubana? ¿Qué lazos te unen a esa isla caribeña?
Olga: Todos los lazos que unen a mi tierra con la tuya. La música cubana en Canarias siempre fue parte de nuestra propia música de alguna manera. En cualquier fiesta, las tres primeras canciones son: isa, folía y una polca, y la cuarta es un bolero. No es algo extraño ni impostado. No te olvides que la décima fue de aquí para allá. Vas a Santiago de Cuba y esa realidad se conoce más, porque muchos canarios emigraron a esa parte de la isla. No es lo mismo que un murciano cantando música cubana. Es como que la traemos a nuestra orilla.
P: ¿Qué te gusta escuchar cuando te conviertes en espectadora?
Olga: Me gusta escuchar música de raíz. Me fascina Caetano Veloso, me quedo con su disco Fina estampa. Me gusta mucho la música coral en general; adoro a Manhattan Transfer. Alfredo Zitarrosa es alguien a quien siempre he admirado. De ahí puedo pasar a Morat; estoy enganchada porque tengo un hijo de 16 años y, además, me encantan y me parecen buenísimos los pibes.
Oigo poca música estándar. Intento descubrir dónde está la gracia de reguetón y me aburre. Aunque creo que debería hacernos pensar porque responde a una realidad social que existe, y cerrar los ojos y decir: “qué malo es”, no la evita. Intento encontrarle dónde está el secreto y no lo encuentro, me repatea. El reguetón es un fenómeno social. Ayer escuchaba algo que decía: “quiero hacértelo sin condón” y yo dije: “espérate”. No es que me escandalice. Lo que yo digo es a qué realidad social pertenece esto, qué no estamos viendo; eso al final es falta de educación, no de ir al colegio, sino de que la gente tenga educación humanística. Cuando tú oyes eso y no te rechina y lo bailas, es que algo está pasando. Eso estereotipa un mundo machista en el peor y más preocupante sentido de la palabra. Porque que mi padre que tiene 90 años ahora sea machista es lógico, que lo sean una niña de 13, un niño de 14, eso no es lógico. Bueno, tampoco me gusta el heavy metal y hay gente que lo adora. Pero, para mí, no dejan de ser personas dando gritos.
P: ¿Con qué género musical te quedarías?
Olga: Si me tengo que decantar por uno, la folía.
P: ¿Sobrevive la música tradicional en el panorama actual?
Olga: Si entendemos por música tradicional la música folclórica, eso sobrevive de una manera falseada. La música folclórica tenía un sentido, había canciones de trabajo, de fiesta; acompañaba una manera de vivir que básicamente tenía que ver con las labores del campo, del mar. Ese mundo desapareció. Lo que hay ahora son recreaciones de esa música que la hacen grupos, básicamente amateur, que quieren mantener de alguna manera esas tradiciones. Es una forma de falsear la música folclórica, pero también es un modo de que perviva.
La música de raíz, como la que hizo en trío Matamoros en Cuba, tiene que sobrevivir a base de competir con todo lo demás, y los artistas tenemos que dejar de lamentarnos. Haz cosas que interesen a la gente, que la gente quiera cantar, quiera oír y bailar y que sean buenas. Con nuestro penúltimo disco, Jallos, hicimos un concierto y había dos o tres temas que la gente de repente hizo suyos: Esa musiquita o Por el norte. Estuvimos recientemente en Malasia y la gente tarareaba una canción que no conocía de nada. Cuando eso pasa es que algo hiciste bien. Ahí tienes que competir. La buena música si la quieres basar en tu raíz, hazlo, déjala que compita y se abrirá paso.
P: ¿Cómo se percibe en el extranjero la música de raíz canaria?
Olga: Mientras la música tradicional se desconoce prácticamente en su totalidad, la de raíz se recibe muy bien. La pena es que no tenemos muchos representantes fuera y eso a mí me da tristeza. Nosotros hacemos un par de giras al año fuera; te hablo de Estados Unidos, Sudamérica. Acabamos de venir de Borneo, del Rainforest, que es uno de los festivales más importantes del mundo. Allí canarios no había ninguno; había australianos, malayos, 20.000 personas que no sabían nada. ¿Cómo la reciben?: pues muy bien porque es una música fácil de escuchar, que engancha y porque la música no entiende de idiomas. Lo que pasa es que los canarios hemos sido muy timoratos a la hora de salir fuera y de competir. Nos conformamos, a veces, con vivir en nuestro pequeño paraíso. Había un poeta muy popular aquí que decía: “soy el mejor poeta de mi calle, lo que pasa es que mi calle es muy corta”. Y eso es lo que nos pasa a veces, nos conformamos con creernos importantes en nuestras islitas y esto es muy pequeño.
«La buena música si la quieres basar en tu raíz, hazlo, déjala que compita y se abrirá paso»
P: ¿Canta Olga Cerpa “con las verdades que tiene”?
Olga: Sí, yo canto con mis verdades, con mis penas y mis alegrías. Cuando cantas lo que tienes que intentar es que no haya nada entre lo que tú estás cantando y sintiendo y la persona que te está escuchando. En ese sentido, tus verdades tienen que estar muy presentes, las que sean. A lo mejor tienes ganas de divertirte, de no estar tan intensa, pues ese día diviértete y haz que la gente se divierta contigo. Que otro día tienes una pena, porque al final las penas y las alegrías de todos son casi las mismas, penas de salud de los que quieres o propias, penas de amores, penas de hijos. Eso es común a quien te escucha y a ti, y si no encuentras esa verdad es muy difícil emocionar a la gente.
P: ¿En qué lugar del mundo te sientes más a gusto cantando?
Olga: Yo me siento muy bien cantando en mi tierra, pero me siento muy bien cuando canto para gente que no me conoce de nada. Es un reto que para un artista es muy importante, cuando sales y tienes que ganarte el aplauso. Cuando cantas en tu tierra la gente ya te da el cariño, ya sales con un aplauso cálido y ese es muy rico, muy bonito y muy grande; pero, cuando estás lejos, con tu verdad tienes que intentar convencer a un público que no te conoce, que no te ha oído cantar nunca. Ese reto me hace sentir joven, con ganas; es como si empezaras de nuevo, nadie te conoce, nadie sabe que has estado nominada al Grammy. Solamente van a ver qué les cantas, eso me parece maravilloso. Lo estaría haciendo constantemente.
P: ¿Qué implica ser madre y trabajar en el mundo artístico?
Olga: Pues una locura. Bueno, tampoco es muy meritorio, es decir, la gente que tiene que salir a trabajar de su casa a las ocho de la mañana y volver a las ocho de la noche, seguramente tiene más problemas que yo para criar a sus hijos. Cuando mi hijo era pequeño, los primeros años, viajé muy poco, entonces lo pude disfrutar mucho. Me costaba separarme de él cuando me iba de gira, porque él notaba mucho la ausencia de la madre en esos años. Ahora lo controlo perfectamente por Skype. Él se ha acostumbrado a que su madre tiene un trabajo un poquito peculiar, que no siempre estoy de manera física. Sobre todo, cuando ellos tienen alguna decepción y tú no estás, y le falta el abrazo de la madre, a mí eso es lo que más me ha costado. Por otro lado, los hijos también tienen que aceptar qué padres tienen, mientras haya cariño, dedicación. Como al tercer o cuarto mes de nacer mi hijo, acepté que no iba a ser la madre perfecta y eso me relajó mucho.
P: En algunas ocasiones has afirmado que eres una mujer de barrio y defensora de la igualdad. ¿Puede el artista desligarse de sus raíces y del compromiso social?
Olga: Puede. Eso no tiene mucho que ver con lo que haces, tiene que ver con cómo piensas y hasta dónde quieres implicarte. Esto no lo digo como agravio comparativo, porque defiendo el derecho de todo el mundo a comprometerse hasta donde quiera o pueda. Los compromisos, salvo que sean los políticamente muy correctos, y yo estoy un poco cansada de lo políticamente correcto, desde que te salgas de la corrección política vas a molestar a alguien y entonces tiene un precio. Hay gente que no quiere asumirlo y no sólo me parece bien, sino que lo entiendo.
A mí me puede la venilla reivindicativa y termino opinando. Lo que pasa es que no me gusta ligar eso al hecho de que soy artista, porque a mí no me gustaría que me conocieran por lo que opino, sino por lo que canto. Lo que opino no tiene más valor que lo que opinas tú. Trato de desligarlo, aunque sé que el hecho de que tú me estés entrevistando ahora me da una visibilidad que a mucha otra gente de la calle, no. Mantengo el espíritu reivindicativo, pero no es consustancial al hecho de ser artista.
P: ¿Qué nos puedes decir de ese feminismo que estamos viviendo, a veces extremista, a veces raro?
Olga: Es que yo no creo que le podamos llamar feminismo, yo creo que eso es una adulteración del feminismo. Yo quiero un mundo mejor y un mundo mejor es un mundo más justo. Yo quiero sentirme entre iguales, no quiero ninguna guerra.
Empáticos o no somos los seres humanos, no el género. La pelea de género no debería existir, debe existir la igualdad de género y esa es la que a mí me interesa. Le recomiendo a todo el mundo que tenga interés de verdad en movimientos feministas que se lea a las feministas históricas, a las que tuvieron realmente que dar a veces su vida por conseguir derechos y, desde luego, están muy lejos de algunos discursos que yo oigo que se deslizan hacia un totalitarismo con el que yo no tengo ningún interés en identificarme.
P: ¿Qué posición ocupa hoy la mujer en el mundo artístico?
Olga: La mujer en la música ha tenido papeles importantes. A lo mejor en la plástica no tanto, o en la literatura le ha costado más visibilizarse. En la música, la mujer ha tenido visibilidad a lo largo de la historia, afortunadamente. No creo que la mujer en la música esté especialmente marginada o infravalorada. Durante todo el siglo XX, muchas mujeres fueron muy importantes. Se me ocurren cantantes negras en Estados Unidos donde la presión era terrible sobre ese grupo étnico, sin embargo, había mujeres que se ponían a cantar y traspasaban todas esas barreras. Yo creo que es quizás en la música donde hemos encontrado la manera de visibilizarnos.
P: Has recibido numerosos galardones como el Premio Mujer Canaria 2014, Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria 2018, entre otros y, además, una nominación a los Grammy Latinos. ¿Qué suponen estos reconocimientos en tu vida y en tu carrera?
Olga: En la vida supone que van pasando los años. Cuando tienes el número adecuado de años te empiezan a dar premios. Ese axioma se cumple. De hecho, el año pasado me dieron varios juntos y pensé: “me voy a hacer una analítica completa porque aquí hay algo que no… (Ríe); demasiados premios en un año a ver si…”. Artísticamente suponen mucho, yo los agradezco porque no deja de ser una manera de celebrar el trabajo que uno lleva haciendo durante muchos años y que cuesta, porque este es un trabajo maravilloso, seguramente uno de los más maravillosos del mundo, pero muy ingrato, muy incierto, muy raro, donde el mérito no es un valor en sí mismo; a veces tiene mucho más que ver un golpe de suerte, a alguien que tiene una vida entera de trabajo. Y eso que yo soy de las afortunadas, pero veo gente con mucho talento que a veces no tiene ni la más mínima oportunidad. Cuando llegan los reconocimientos, los agradeces mucho porque te acuerdas de la trayectoria, de la niña que fuiste, de los sueños, de cómo has perseguido esos sueños con ahínco, en los momentos altos y en los momentos bajos que son casi siempre los más. Yo siempre digo que de lunes a miércoles me gustaría cambiar de profesión, y de jueves a domingo celebro que estoy en la profesión más bonita del mundo.
Según sus propias palabras, Mestisay es Manuel González, su fundador. El mayor problema de las cantantes para Olga Cerpa es, casi siempre, el repertorio. “Encontrar un buen autor que escriba canciones para que yo las cante es un lujo. De alguna manera, yo soy el instrumento que le sirve a él para exponer su trabajo. Este tándem ha funcionado siempre”, afirma.
Muchos proyectos hay en el horizonte de esta mujer enérgica que con su voz oscura cautiva, hables o no su idioma. El musical César Manrique, estrenado en el mes de septiembre, en el teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria, y el espectáculo Vereda Tropical que cruzará el mar rumbo a Nueva York, México y Cuba; un nuevo disco que mirará a África se cuece y varias giras por lugares lejanos como Emiratos e India. Olga Cerpa y Mestisay, con su música de raíz, inquieta, viajera, auténtica.
Por: Belkys Rodríguez y Leyanes Yanes
Fotos: Tomadas de Olga Cerpa y Mestisay, página oficial de Facebook
Buena entrevista. Así es nuestra Olga Cerpa …
Muchas gracias por seguirnos. Nuestra Olga es una gran intérprete y gran persona.