Mina Dafnau piensa que la vida es un drama y tal vez por esa razón, o porque lo llevaba en su ADN, decidió estudiar arte dramático. Ella asegura que ya desde niña lo dramatizaba todo, por eso cuando comenzó a recorrer los caminos de la actuación, las personas de su entorno no se sorprendieron. Según cuenta, estudió arte dramático cuando estaba en el instituto e hizo teatro; pero, realmente todo comenzó por la danza, disciplina que se convirtió en su refugio, en un lugar donde “podía ser ella misma y donde era libre”.
Cuando vio la película Billy Elliot lo tuvo más claro todavía. “Cuando él se explica en la audición para entrar en el Royal Ballet, es eso, la posibilidad como niño de ser un héroe, de ser tú mismo, de ser como quieras y expresarte por todos los poros de tu piel”, afirma. De niña, Mina sufrió lo que hoy conocemos como bullying, y está completamente segura de que la danza la salvó, y su profesora Elizabeth Mateo se convirtió en un apoyo y un referente para ella.
«El artista debe resonar con la sociedad y usar todo lo que pueda para transmitir el mensaje»
¿Es la actuación un don o hay que trabajar mucho para subirse a un escenario y convencer al público?
Yo no creo en las etiquetas en general y también soy amante de la pedagogía. Actuar es innato en el ser humano. Nos comportamos diferente dependiendo de a quién nos dirigimos: nuestros padres, nuestro médico, o el amante. El tema es encauzar eso, darle forma y para eso hay que estudiar, practicar mucho, experimentar en tu cuerpo, en tu voz y en tu forma de emocionarte.
Transmitir al público no es tan difícil, el tema es transmitir exactamente lo que quieres, ahí es obvio que tienes que entrenar y cuanto más actúes mejor y cuantos más maestros y maestras te encuentres en el camino, y cuanto más vivas la vida en general mejor, porque la actuación tiene mucho que ver con la psicología. Cuanto más te conozcas a ti misma y conozcas el mundo y cómo funciona la gente, mejor interpretarás. Hay que tener apertura mental en la actuación, los prejuicios no vienen bien. Hay ciertas cualidades que te pueden predisponer más, pero en realidad el trabajo hace maravillas.
Eres actriz y formadora. ¿En qué terreno te sientes más satisfecha?
No me decanto ni por uno ni por otro. Formar a personas, ayudar transmitiendo lo que sé me ha venido con el tiempo y también de gente que me ha visto y me ha pedido que dé clases de teatro. No pensaba dar clases de teatro. Vengo de familia de profesores y profesoras y huía de eso, pero al final te das cuenta de que muchísimos actores y actrices terminan dando clases, no solo porque no hayan triunfado en el terreno profesional, sino porque es una manera maravillosa de compartir lo que sabes, de ver a otras personas crecer y brillar.
Aprendes muchísimo de tus alumnos. No es que me guste más una cosa u otra. Actuar es una satisfacción personal increíble y formar y ver como tu alumno evoluciona es también un regocijo. Cuando tienes un papel, un personaje nuevo tienes que documentarte y estudiar, practicar, caerte y levantarte, y la pedagogía tiene mucho de eso también.
¿Cómo están diseñados los talleres que impartes?
La mayoría de los que participan no tienen experiencia previa, o han estado en grupos amateur de teatro. Me han llegado alumnos que ya son actores y quieren un grupo de teatro para actuar. Aprenden conmigo, pero yo no tengo una compañía de teatro. Ayudo a la gente a formarse. Lo que hacemos es experimentar; les digo que vean teatro, que lean teatro que no es lo mismo que el cine. La gente está muy acostumbrada hoy en día a ver series de televisión, películas. Son dos mundos que se unen en algunos puntos, pero son diferentes.
Trabajamos el cuerpo porque el cuerpo tiene que estar a disposición de la actriz o el actor, trabajamos la voz, escenas e improvisamos. Les enseño el esqueleto de lo que necesitan saber para poder desenvolverse; las emociones, los objetivos, el timing de la obra. Luego ellos mismos crean sus propias historias y las representamos.
¿Qué mensaje quieres transmitir cuando combinas diferentes manifestaciones artísticas en tus espectáculos como la plástica, el canto o la poesía?
Tengo una idea de lo que quiero hablar y voy viendo de qué forma me resuena. Por ejemplo, hice una obra que tenía como tema las injusticias sociales, cómo una persona inocente puede estar 30 años en la cárcel, basada en un hecho real que ocurrió en Alemania. Lo hice con mi cuerpo, no tanto la danza como la creatividad a través del cuerpo que es lo que yo enseño; usar todo tu cuerpo para poder expresar cosas que son más universales que la palabra. Usé imágenes, carne, sangre, telas, madera, mi propio cuerpo, música, poesía.
El artista debe resonar con la sociedad y usar todo lo que pueda para transmitir el mensaje y todo está a tu servicio. Yo me he formado mucho en el terreno físico y lo físico es muy plástico, interactúas con el espacio, con los objetos. Mezclar estas manifestaciones no es raro, la cuestión es ser efectivo en el mensaje.
¿Qué papel te gustaría representar?
Jo March, de “Mujercitas”. Esa fue la primera mujer que me hizo ¡bum! Era una familia de hembras, ella decide no casarse con un chico que era maravilloso porque quiere escribir, quiere ir por sus sueños. No tiene las facilidades para poder hacerlo y al final lo consigue. Es feliz en todo momento, desde que lo sueña, hasta que lo pasa mal, hasta que lo consigue. Feliz por ella y por su familia. Es un personaje que llevo en el corazón desde muy pequeña.
«Hay mucha tiranía en general, de nuestros padres, de nuestros profesores, de lo que es correcto y lo que es incorrecto y se usa la violencia»
Desarrollaste un proyecto creativo personal sobre la violencia de género, destinado a un público infantil. ¿Funciona un mensaje de estas características cuando lo transmites a los niños y niñas?
En este proyecto trabajamos a través de animales. Hice una labor enorme de investigación en bibliotecas y descubrí que es algo muy complejo. Por medio de los animales puse casos de desajustes alimenticios; había uno que tenía la cola rota y descubre eso en otros animales y venía a raíz de la violencia doméstica. También quise rescatar que lo más difícil es el maltrato psicológico, más allá de los asesinatos y los intentos de asesinatos, lo primero que se hace de manera tiránica es cercenar tu valía como persona, y es en realidad lo más difícil de trabajar.
Mina Dafnau: “La vida es un drama”
Esto con los niños funciona muy bien, muchísimos se sentían identificados con un ratoncito que tenía problemas alimenticios, por ejemplo. Y, sobre todo, lo más efectivo de esta obra fue que yo no quería quedarme solo en una representación teatral, recibir los aplausos e irme a mi casa. Yo planteé siempre, como parte de la obra, el coloquio después y eso fue lo más efectivo. Después de los aplausos yo seguía con una serie de preguntas hacia los niños y las niñas, e iba viendo como luego ellos ya no necesitaban mis preguntas y se iban soltando.
Hay mucha tiranía en general, de nuestros padres, de nuestros profesores, de lo que es correcto y lo que es incorrecto y se usa la violencia, ya no solo física sino verbal y el chantaje emocional con los niños. No es que el niño haga lo que le da la gana, pero hay muchas formas de llegar a los mismos resultados. Hay que dedicarles muchísimo tiempo para educarles, sobre todo despertarles el espíritu crítico, que no hagan las cosas porque lo dice tu madre o la prensa. Tienen que saber analizar las cosas, contrastar las opiniones y hacerse su propio juicio. La violencia se ejerce a todos los niveles con hombres y con mujeres, con niños y niñas y adolescentes. La base está en la educación, en el diálogo y en despertar preguntas.
¿Por qué continuamos hablando hoy de desigualdad? ¿Dónde está el fallo?
La desigualdad afecta a las mujeres, los homosexuales, personas que nacen hombres y son mujeres. Hay una tiranía genérica y eso va a continuar. Creo que no tendríamos que hablar de estos temas en el siglo XXI. Somos todos hijos del planeta Tierra y todos tenemos nuestro lugar aquí. Sin embargo, hay una tiranía, una cuestión de poder, de “yo quiero”, “esto es mío” o “yo soy mejor que tú”. Hay un fallo de superioridad absoluto en cualquier término.
No debiéramos en pleno siglo XXI tener que manifestarnos por el Día de la Mujer o por el Día del Orgullo Gay; es un orgullo ser mujer, es un orgullo ser gay, ser hombre, es un orgullo ser lo que tú quieras ser; eres un ser humano, negro, amarillo, rojo, azul. Va a fallar siempre porque unos se creen mejores que otros. Es una cuestión de cultura, un fallo de base, los pilares de la tierra están mal colocados.
Mina Dafnau quiere ser artista más allá de la fama. Ella misma afirma: “Una elige ser artista porque tiene algo que comunicar que de manera llana y cotidiana no funciona”. En su trayectoria, con sus maestros y maestras como Assumpta Serna ha aprendido que el cuerpo es una herramienta útil para expresarse, es algo que, como ella misma ha comprobado, nos puede hacer libres, es capaz de explayarse usando un lenguaje universal. “Esta sociedad nos ha metido en botellas y estamos muy rígidos, nuestro cuerpo se ha paralizado; estamos con las formas políticamente correctas de cómo sentarnos, cómo estar y estamos matando el alma”, enfatiza la actriz.
Muchas actrices han dejado una huella en su recorrido: Judy Garland, Marilyn Monroe, Katharine Hepburn, Julia Varley, o la directora de teatro inglesa Tamzin Townsend. Aunque a una temprana edad se enamoró del teatro, Mina reconoce que es una apasionada del cine. Lo importante para ella es transmitir emociones, comunicarse con el público y despertar en él preguntas y reflexiones. A sus alumnos ofrece herramientas para que puedan expresarse, incluso más allá de la palabra. Está convencida de que el sector artístico es el sector vanguardista y su función es “exponer realidades ante los ojos de los demás para que se cuestionen cosas, y que disfruten cuestionándoselas”.
Si quieres leer la historia de otras mujeres relacionadas con el mundo artístico, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/vivir-los-derechos-antes-que-ejercerlos/
Fotos: Cortesía de Mina Dafnau
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.