Dijo el poeta cubano Eliseo Diego que Manuel Díaz Martínez, en sus poemas, parece que viniera de muy lejos. Y así es, de lejos viene y muy hondo llega con su poesía y también con su prosa. El poeta es capaz de derramar versos sobre su narrativa. Lo hace magistralmente y debería hacerlo con más frecuencia. Su libro Cantos y Cuentos (Editorial Verbum, 2016) lo corrobora.
Como él mismo asegura, con este volumen ha realizado una “tarea de rescate” y es precisamente eso lo que hace Manuel con sus versos y su prosa: rescatar, rescatarnos del olvido y la nostalgia. Este es un ejercicio que sólo los náufragos de la distancia como él saben hacer, con elegancia, con urgencia. Porque “vivir es eso”: crear un hilo invisible que nos salve de las garras del laberinto. Un hilo que hilvana islas y las convierte en un continente de recuerdos.
«El poema es un espacio libre, de búsquedas y sorpresas»
Muchos de los poemas incluidos en Cantos y Cuentos han sido escritos en el exilio. ¿En qué se diferencian de los anteriores?
En este libro he recogido poemas de diversas épocas no incluidos en mis libros anteriores, y en él coinciden textos muy antiguos con otros muy recientes. La diferencia que advierto entre la poesía que escribí antes del exilio y la que he escrito en el exilio es apenas de matices y tiene que ver con la ironía y el humor, más presentes y acentuados en la última. Un ejemplo de esto es mi libro Paso a nivel, publicado en 2005.
Después de leer el poema “Para matar al Minotauro y salir del laberinto” se me ocurre preguntarle: ¿Hacia dónde lo ha llevado el hilo de Ariadna en sus andares de poeta?
En mis andares de poeta, y de simple mortal, el hilo de Ariadna casi siempre me ha llevado directamente al Minotauro. Una muestra de ello es que estoy en el exilio.
En el poema “Sobrevivir”, dice: “Nos va la vida en las palabras”. ¿Qué sería del poeta si un día se queda en silencio?
Sus mejores versos seguirán hablando por él.
¿Es la brevedad en muchos de los poemas del libro una especie de urgencia por definir las cosas?
No. La extensión de mis poemas depende del tema, de mi oficio y, como diría Lorca, del “duende” que me acompañe cuando los estoy creando. Jamás las urgencias y las prisas han entrado en mi taller.
¿Tiene el poema alguna explicación implícita o es simplemente un río de sentimientos que fluye?
¡Un poema puede ser y funcionar de tantas maneras! El poema es un espacio libre, de búsquedas y sorpresas, y lo es para quien lo hace y para quien lo recibe. Los lectores son coautores de los poemas.
A veces insiste en las palabras olvido, muerte, nostalgia y pérdida. ¿Busca más el poeta ese lado melancólico de la vida?
La melancolía es un espejo roto en el que no puedo dejar de mirarme. Es donde creo verme mejor.
«Jamás las urgencias y las prisas han entrado en mi taller»
Me ha sorprendido gratamente esa faceta suya de narrador. ¿Por qué hay tan pocos cuentos en su trayectoria literaria?
Yo también me lo pregunto y no tengo respuesta. Dado que me divertí muchísimo escribiendo esos pocos cuentos, me sigue resultando incomprensible no haber repetido más veces tan fascinante aventura. Y el colmo es que los escribí casi todos por encargo.
La narrativa de Manuel Díaz Martínez tiene mucho que ver con la crónica periodística. ¿Me equivoco?
Aciertas. No es raro que sea así puesto que he dedicado, y con pasión, gran parte de mis años al periodismo, sobre todo como cronista y articulista.
Creo ver en un par de cuentos de este libro un guiño a Horacio Quiroga. ¿Estoy en lo cierto?
Quizás don Horacio ande por ellos, aunque lo he leído poco. Sí siento a Borges, Rulfo y Virgilio Piñera, a quienes he leído más, deambulando de alguna manera, digamos que cogidos de la mano, por mis cuentos.
La poesía ha sido y será siempre una compañera de viaje. ¿Volverá el excelente narrador a sorprendernos con más historias? Más que una pregunta quisiera que fuera un ruego.
Ganas de complacer tu ruego no me faltan.
Volver una y otra vez a la poesía y a la prosa de Manuel Díaz Martínez es un deleite y una necesidad. Cada verso, cada frase suponen un descubrimiento y una enseñanza. Él es como una isla en sí mismo, siempre dispuesto a acoger a cualquier náufrago que se acerque a sus costas; no importa del punto cardinal que venga.
Sus palabras sabias, amables y profundas llegan al alma como un bálsamo que cura cualquier herida, y en ellas te quedas dulcemente anclado. El poeta y el prosista, efectivamente, vienen de lejos, como afirma Eliseo Diego, y de vuelta también de muchas cosas. Y, en su andar por el mundo, ambos han dejado sus cantos y sus cuentos, y trocitos del alma como gotas de lluvia en la tarde.
Manuel Díaz Martínez nació en Santa Clara, Cuba, en el año 1936. En 1967 obtuvo el Premio de Poesía ‘Julián del Casal’ de la Unión de Escritores y Artistas de su isla natal, por su libro Vivir es eso. En 1994, ya en el exilio, fue galardonado con el Premio ‘Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria’, del Ayuntamiento de esta ciudad, por su libro Memorias para el invierno.
Conoce la vida y obra de otros escritores entrevistados por nuestra revista: https://www.landbactual.com/emma-romeu-una-princesa-peregrina/
Su poesía completa fue publicada en 2011 con el título de Objetos personales (1961-2011). Es autor además del libro de memorias Sólo un breve rasguño en la solapa (2002), del tomo de ensayos y artículos Oficio de opinar (2008) y de la antología Poemas cubanos del siglo XX (2002). En 2006, el Centro Cultural Cubano de Nueva York le otorgó la medalla ‘La Avellaneda’ en reconocimiento a su aporte a la cultura cubana. En el año 2015 se reeditó su poemario El país de Ofelia y en 2017 llegaron sus poemas escritos frente al mar En la Isleta.
Si quieres conocer más acerca del poeta cubano Manuel Díaz Martínez, entra en su blog: https://diazmartinez.wordpress.com/
Por: Belkys Rodríguez Blanco
Fotos: Facebook de Manuel Díaz, Infonortedigital y Nieves Delgado
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.