Un anciano viudo y rico está a punto de contraer matrimonio con una chica de treinta años. Dos días antes del casamiento llama a una estación de tratamiento de residuos y pregunta si es posible reciclar el placer. Ha intentado hacerlo de manera artesanal, pero al fundir el vidrio de una de las dos botellas donde lo ha guardado durante diez años, el resultado ha sido desastroso. Ahora solo le quedan 750 mililitros de gozo para lograr una erección semanal. El especialista le explica que el procedimiento es muy costoso y sin garantía de rendimiento óptimo. Le recomienda entonces algunas soluciones económicas: una visita al farmacéutico, al herbolario o consultar al chamán.
El día de la ceremonia, mientras la novia espera impaciente frente al altar, un extraño rumor comienza a crecer dentro del templo. La nonagenaria madre del novio se desvanece en los brazos de su joven amante. Han encontrado a su hijo tirado en el suelo del baño con la camisa a medio abotonar, la boca manchada de chocolate y ambas manos aferradas a la cremallera del pantalón. A su lado yacen un frasco vacío de Viagra, trece sobres donde han quedado restos de un polvito amarillo y una botella rota que despide un intenso olor a sopa de rabo de buey. Muerte por sobredosis, certifica el forense.
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Fotos: Stux-Pixabay/StockSnap-Pixabay
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.
