Juana la de Tacande, Clara Díaz o Luisa de Fajardo son solo algunas de las mujeres que han bregado siempre por la igualdad en la lucha canaria, formando parte de las raíces de este deporte. Cuando hablamos de lucha, instintivamente lo vinculamos a lo masculino y a lo rural. Sin embargo, este deporte, caracterizado por su nobleza, ya era practicado por hombres y mujeres de las poblaciones aborígenes que habitaban el archipiélago canario.
En la actualidad la lucha canaria es practicada mayoritariamente por los hombres. De hecho se calcula que, en cuanto a licencias deportivas, las mujeres solo copan el 10% del total. Que hay pocas mujeres que practiquen este deporte y que las mujeres que lo practican son invisibles es un hecho. La pregunta es por qué y cómo se puede cambiar esta realidad. Para encontrar respuestas hemos querido hablar con Puri Gutiérrez, presidenta de Mujeres en la Lucha Canaria (MELL) y con Jenifer Pérez, monitora del Proyecto Escuela Lucha Canaria.
Las mujeres, relacionadas a la lucha durante toda la vida, se han encargado de otros menesteres: acompañar a los luchadores, atender las cantinas, cobrar las entradas o vender en las rifas. Y, “aunque hay presidentas, directivas o árbritas, son menos”. Así nos lo cuenta Puri Gutiérrez, presidenta de la MELL, una comisión creada hace cuatro años por la Federación de Lucha Canaria que se encarga de asesorar en materia de igualdad. “Siempre hemos estado destinadas a los cuidados y, normalmente, las chicas dejan de ir a entrenar porque no pueden conciliar con sus estudios, sus trabajos o los cuidados del hogar”, cuenta Gutiérrez. Esto, unido a los mitos que soporta la lucha canaria, hace que haya muchas mujeres acaben abandonando el deporte durante la adolescencia.
Puri, apasionada de la lucha canaria, agarró por primera vez en los años 70 pero, dice, le dieron “tres talegazos” y acabó convirtiéndose en entrenadora. Estuvo entrenando equipos infantiles y juveniles mixtos hasta el año 2000. Ese año pasó a ser entrenadora del equipo de mujeres Siemprevivas, nombre que eligieron, nos cuenta, “porque queríamos estar siempre de pie”.
Las chicas dejan de ir a entrenar porque no pueden conciliar con sus estudios, sus trabajos o los cuidados del hogar
La MELL es la entidad encargada de analizar la situación de la mujer en la lucha canaria, de recoger las necesidades y de realizar propuestas con perspectiva de género. Acabar con los estereotipos, romper barreras y desmontar mitos a través de la formación para que el papel de la mujer en el deporte en general, y en la lucha canaria en particular, deje de tener límites.
Desde que comenzaron su andadura, el equipo que forma la comisión ha adaptado el lenguaje de los documentos oficiales a un lenguaje no sexista e inclusivo y han comenzado un proceso de formación con perspectiva de género dirigido a todos los agentes que forman parte de la lucha canaria. “El año pasado presentamos esta misma iniciativa a la Federación de Lucha de La Palma y se pudo realizar la primera fase gracias a la colaboración de la Federación y del Cabildo de La Palma”, explica.
Queremos impregnar todas las actividades de las mujeres históricas de la lucha, compartir su historia y reconocerlas
Este año la MELL ha firmado un convenio con el Instituto Canario de Igualdad para desarrollar el proyecto ‘Juana la de Tacande’ en la isla de Gran Canaria. “Se trata de un proyecto de sensibilización y de formación en igualdad que durará hasta diciembre”, cuenta Gutiérrez. El objetivo, dice, es “impregnar todas las actividades de las mujeres históricas de la lucha, compartir su historia y reconocerlas en los terreros y en la sociedad”, así como visibilizar la presencia de mujeres y niñas en la lucha canaria.
“Los deportes, como todo, son un reflejo de la sociedad”, explica. Para Puri la educación es la clave de todo. “Muchas veces hacemos actuaciones que son anecdóticas porque no provocan cambios estructurales ni en las actitudes de las personas. Por eso es tan importante la educación, que es la única que puede provocar cambios”.
De provocar cambios en la raíz sabe y mucho Jenifer Pérez, una de las monitoras del Proyecto Escuela Lucha Canaria que lleva desarrollándose en las escuelas desde hace 4 años. El objetivo del proyecto es «divulgar la historia y la cultura de la lucha canaria entre la juventud, enseñar algunas técnicas o mañas, que prueben lo que se siente al agarrar al rival», nos cuenta. Pero también eliminar los mitos que hay sobre el deporte en la sociedad y sobre el papel de la mujer en la lucha canaria.
Para la práctica de la lucha hace falta agilidad, inteligencia e igualdad
Durante su trayectoria como monitora, Jenifer se ha dado cuenta de que cuanto más pequeña es la persona menos discriminación hay. “Es cierto que, a partir de 3º o 4º de la ESO, se empieza a ver una limitación. Vienen con ideas marcadas de que la lucha canaria es un deporte de hombres, de gordos o de gente bruta”, explica. Ella se encarga de trabajar con esos conceptos y de reflexionar sobre estas creencias a través de la práctica. Y, cuando tienen la posibilidad de agarrar, entienden que, todo los mitos que rodeaban a la lucha, no eran reales. “Para la práctica de la lucha canaria hace falta agilidad, inteligencia e igualdad”, subraya “pero creo que el desconocimiento crea incertidumbre”.
Lo mismo piensa Puri Gutiérrez, quien confiesa que hay muchos padres que no dejan practicar lucha a sus hijas por desconocimiento. “Cuando la gente no comprende, tiene miedo. Por eso tenemos que cambiar la mentalidad educando, y romper todos los tópicos que están asociados al deporte”, explica.
Durante el desarrollo de los talleres, Jenifer se ha encontrado con casos como este. El argumento, explica, es que los padres piensan que “las niñas que hacen lucha se ponen anchas”. Jenifer cree que esto queda muy lejos de la realidad. “Si todos los días practico un deporte de fuerza y coordinación, empezaré a desarrollar musculatura”, cuenta.
Además de monitora, Jenifer es luchadora. Comenzó a luchar hace 17 años en un club en la isla de Gran Canaria. Ahora la han fichado en el Rosario Club de Lucha de Fuerteventura. Para ella la lucha canaria y la educación se han convertido en un estilo de vida. “No solo enseño lucha canaria. Cuando trabajas con jóvenes estás formando en valores a las personas, que es lo más importante”, explica. Por suerte, Jenifer nunca se ha encontrado con obstáculos para practicar la lucha siendo mujer, aunque es consciente de que “otras compañeras lo han vivido de otra manera”.
Las luchadoras empiezan a tener mentalidad de deportistas
“En la lucha canaria nunca se ha impedido a las mujeres ser directivas, presidentas o árbitras, pero nosotras no acudimos a esos puestos”, dice. “Sé que vivimos en una sociedad machista, pero creo que hay menos mujeres que practican este deporte. Cuando se vea la igualdad en la práctica de la lucha, se verá la igualdad en todo lo demás”, concluye.
Puri Gutiérrez está segura de que las cosas están cambiando y cree que habrá una integración en igualdad de las mujeres en la lucha canaria con el esfuerzo de todos y todas. “Estamos en un momento dulce para que las mujeres podamos entrar en la lucha canaria con más dignidad porque el público nos mira con respeto y nos van a ver a los terreros y porque las luchadoras están empezando a tener mentalidad de deportistas”, subraya.
Las nuevas generaciones de mujeres tienen un gran reto por delante para seguir formando parte de la historia de este noble deporte de origen prehispánico. Herederas de mujeres que agarraron en los terreros; muchas de ellas, vestidas como los hombres para despistar a aquellos que se agarraban con fuerza a las limitaciones sociales impuestas. Mujeres que empiezan a ocupar el espacio público que siempre les fue negado. Mujeres empoderadas que, sin duda, generarán la transformación hacia un deporte más inclusivo e igualitario, llevando a toda la sociedad de la mano.
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Fotos: Cedidas por las entrevistadas
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.