Escuché el nombre de Lagarta Comunicación relacionado con una pieza titulada ‘Mujeres empaquetadoras de tomates’ y sentí la necesidad de saber más sobre esta productora audiovisual canaria que se define como feminista. Para Jen Dávila y para Violeta Gil, fundadoras del proyecto, el término feminista tenía que ser una cuestión básica y fundamental. Era el reflejo de cómo entendían ellas la vida, de cómo debería ser.
Violeta Gil cuenta que el proyecto nació como la necesidad de crear un entorno audiovisual, un sector en general bastante masculinizado, que estuviera formado por mujeres. Y en el que, además, se trataran las temáticas desde una perspectiva feminista interseccional. Desde esa perspectiva, explica, no se contempla solo «la cuestión de género, sino también otros ejes que nos atraviesan como personas como pueda ser la cultura, la raza, el entorno del que provenimos…».
Para Lagarta Comunicación es imprescindible visibilizar las realidades que pasan más desapercibidas en los medios de comunicación. «Hay que huir un poco de ese discurso único y hegemónico que se genera en los medios», subraya Violeta. En L&B Actual nos hemos propuesto conocerlas un poco mejor y conversar sobre su trayectoria, sobre sus proyectos y sobre el papel de la mujer en el ámbito audiovisual.
«hay que huir de ese discurso único y hegemónico que se genera en los medios de comunicación»
Como canaria, el nombre de Lagarta me lleva a pensar en el lagarto canario. Pero también en el término usado como insulto hacia las mujeres. ¿Qué les llevó a elegir este nombre como identidad de la productora?
Lagarta se asocia por un lado con el lagarto, una especie endémica canaria, y con el insulto. Casualmente, los nombres de animales en masculino son animales y cuando los pasas al femenino son insultos.
No deja de ser una reapropiación como una cuestión más de empoderamiento, de usar el insulto para transformarlo en una herramienta poderosa. A veces lo políticamente incorrecto puede servirnos para reivindicar cuestiones que nos hacen daño. Al final, lagarta también es una palabra que tiene poder. Y, como dice mi compañera Jen: “Qué hay más canario que un lagarto y más feminista que una lagarta” (ríe).
El equipo de Lagarta está formado actualmente por ti y por Jen Dávila. Cuéntanos un poco más sobre ustedes.
Jen y yo nos juntamos porque nos conocimos un día, de casualidad. Estuvimos hablando de filosofías de vida, de cómo estaba el panorama a nivel comunicativo… Nos dimos cuenta de que las dos teníamos un sentimiento compartido: la necesidad de crear un espacio en el que se pudiera generar contenido audiovisual con esa perspectiva feminista.
Ella estudió Periodismo en Madrid y está más especializada en el ámbito periodístico, aunque tiene formación en vídeo y fotografía. Yo estudié Comunicación Audiovisual con una especialización en el itinerario de la dirección de cine.
¡Un buen tándem! Un gran equipo que se complementa…
Sí (ríe). Es interesante también destacar, y creo que esto nos pasa mucho a las mujeres en todos los ámbitos, que al final somos un poco mujeres orquesta. Es decir, tenemos la capacidad de ejercer actividades que, a lo mejor, no son tanto de nuestra especialización académica. La precariedad laboral o la falta de oportunidades, muchas veces, hace que te adaptes a sectores como el diseño gráfico, la fotografía, la producción audiovisual… Tener que asumir roles que, quizás, no son tanto de tu especialización porque no tienes la capacidad económica o de hacer grandes contrataciones. Nosotras nos hemos ido adaptando. A pesar de que cada una tiene su especialización, las dos nos hemos dedicado un poco a todo.
Hablabas antes de la masculinización del sector. ¿Cómo ha sido el camino de Lagarta en el ámbito laboral?
Todo fue ensayo-error. Era la primera vez que montábamos una empresa, así que no paramos de aprender. En la parte más técnica nos íbamos ayudando o pedíamos ayuda. Algo fundamental es asumir que una no lo sabe todo y pedir ayuda. Es una cuestión más de comunidad, de sororidad, de poder compartir los errores como algo sano y necesario para poder seguir creciendo como proyecto.
Lo técnico se asocia siempre a un perfil masculino y creo que es algo que las mujeres debemos aprender. Ayuda a darte cuenta de que necesitas aprender los tecnicismos para sentir una mayor independencia. Y para no verte ante situaciones de mansplaining.
«En lo audiovisual se nos cuestiona constantemente nuestra profesionalidad»
¿Puedes poner un ejemplo?
A lo mejor nos encargan grabar un evento, estás en la calle y, de repente y sin venir a cuento, se te acerca un chico o un señor a mirar lo que estás haciendo y te pregunta por qué no estás poniendo bien el diafragma o si sé cómo funciona el ISO. Estoy segura de que este tipo de situaciones nos pasa a las mujeres en muchos ámbitos. En este caso, en lo audiovisual, se nos cuestiona constantemente nuestra profesionalidad.
En estos 3 años hemos aprendido muchísimo y hemos crecido. Pero, a día de hoy, aún nos siguen cuestionando muchos hombres si sabemos o estamos seguras de lo que estamos haciendo. A veces tienes que esforzarte el doble para demostrar que tú sabes de cuestiones técnicas, que estás a la misma altura de montón de hombres que, a lo mejor, saben menos que tú.
Lagarta Comunicación, comunicar desde una perspectiva feminista
¿Qué papel crees que juegan las mujeres dentro de la comunicación audiovisual?
Ha habido un cambio muy importante con la participación de mujeres en el ámbito audiovisual. Lo vemos en la visibilización que se le está dando al cine realizado por mujeres, por ejemplo, gracias a asociaciones que están ejerciendo una labor súper importante para que esto ocurra, tanto a nivel institucional como a través de la autogestión.
Creo que vamos en buen camino pero que queda mucho por hacer. Ya no solo en cuanto a las mujeres que realizan audiovisual, sino también en cómo se trata a las mujeres dentro del sector audiovisual. Está claro que no partimos solo de una cuestión de género. Creo que debemos plantearnos de qué manera estamos comunicando y olvidarnos del perfil de mujer que ocupa el espacio de los medios de comunicación: una mujer blanca, europea, con una clase social y cultural determinada. Abrir un poco las miras para entender que las protagonistas de lo audiovisual son otras muchas mujeres que, hasta día de hoy, no han tenido voz ni la oportunidad de estar en los medios.
Entre sus trabajos más conocidos se encuentra el de Mujeres empaquetadoras de tomates, mujeres olvidadas en uno de los sectores económicos más importantes en la historia de Canarias. ¿Cómo nace el proyecto y cuáles eran los objetivos?
Fue el primer documental que realizamos en la productora y lo que nos unió. Desde la asociación de Mujeres Empaquetadoras de Tomates de Gran Canaria surgió la idea de hacer un libro que iba acompañado de un proyecto audiovisual. Se pusieron en contacto con nosotras y nos lo propusieron. Al final resultó ser una pieza documental que hemos estado moviendo en televisión y en festivales de cine documental.
Surgió como la necesidad de visibilizar un trabajo que hasta hoy, en la historia de Canarias, parecía no existir. El empaquetado se confundía con la zafra, pero no es lo mismo. Son mujeres de clase trabajadora que se unieron, se organizaron y se movilizaron para reivindicar sus derechos laborales. En mi opinión, es un aprendizaje increíble ver lo revolucionario que puede llegar a ser lo que hicieron y lo triste que resulta reconocer que las acciones que realizó este colectivo no se hayan visibilizado en los medios de comunicación, en la literatura o en la propia historia de Canarias.
Al final fue por una cuestión de justicia histórica. Fue un honor poder contar con el apoyo de la asociación. Recogiendo todas las historias nos dimos cuenta de que hay un aprendizaje brutal cerca de nosotras. Las abuelas y las madres canarias tienen un potencial y un saber que, a veces, es más valioso que cualquier otro referente.
«las abuelas y las madres tienen un potencial y un saber que, a veces, es más valioso que cualquier otro referente«
¿Por qué es tan necesario reconocer la historia de esas mujeres?
Porque lo que no se nombra no existe y porque es una manera de crear referentes. ¡Cómo no vamos a visibilizar la historia de un perfil de mujer tan paradigmático como es el de la mujer canaria que se dedicaba al empaquetado! Una clase trabajadora protagonizada por mujeres que tienen una doble jornada laboral. Mujeres que no solo se encargaban del empaquetado, sino que tenían que cuidar de sus hijos y realizar todas las tareas del hogar. Y muchas de ellas estudiar.
Existe un material muy escaso sobre la figura de mujeres importantes y destacadas de la historia casi en cualquier libro…
Sí. Esta es una forma de hacer ver que las mujeres son protagonistas de la historia.
Es importante tener en cuenta quiénes son las personas que escriben la historia. Ese perfil influye en quiénes serán los protagonistas. Si no hay mujeres que vengan de diferentes lugares y de diferentes culturas detrás de las cámaras y detrás de esos papeles en los que se escribe la historia, los protagonistas serán otros.
Dentro de la línea documental de Mujeres empaquetadoras, desarrollaron un proyecto relacionado con las Maestras Rurales. ¿Por qué las maestras del mundo rural?
Fue un encargo de AIDER Gran Canaria, la Asociación Insular por el Desarrollo Rural. Nos hablaron de que la figura de la maestra rural no había sido reconocida y nos encargamos de la realización y producción de contenidos para hacer esta pieza documental. Las mujeres maestras rurales eran las protagonistas. Va un poco acorde con la idea de mujer orquesta de la que hablamos antes. Si ves el documental, te das cuenta de que ellas se encargan de todo. Son conserjes, directoras, profesoras… Todas las propuestas de mejora que hacen son necesarias para un ámbito tan olvidado como el rural.
¿Qué se puede hacer para fomentar y aumentar la presencia de la mujer en el ámbito audiovisual?
Creo que si no nos vemos representadas, en las artes visuales y en la vida pública en general, no vamos a pensar que nosotras también podemos generar esos contenidos. Es importante la representación de las mujeres reales en los medios de comunicación. Ver que hay mujeres que se dedican a esto sirve a otras mujeres para que puedan seguir haciendo este tipo de contenido. La creación de referentes es fundamental.
Creo que hay otra cuestión importante. Si las cosas no empiezan a cambiar con las tareas de los cuidados, si seguimos asumiéndolas las mujeres, está claro que las posibilidades de acceder a ese mundo audiovisual van a ser menores. En ese caso confío en que vamos a ir ocupando más espacios poco a poco.
Lagarta Comunicación no solo es una productora canaria formada por mujeres, sino que quiere trascender más allá. La escucha de todas las voces y el respeto es una de sus bases más fuertes. Violeta explica que se posicionan como una «productora transfeminista y antiracista» porque, explica, de otra forma se darían muchos pasos atrás en una lucha que ha existido siempre para «posibilitar una vida digna» a todas las personas.
El sueño de Lagarta, me cuenta, sería poder formar «un equipo de mujeres de todo tipo» para «generar una comunicación audiovisual feminista, inclusiva, diversa y que parta de los cuidados». Escuchar a Violeta hablar es alentador. No me cabe la menor duda de que su productora será un referente para muchas personas que buscan esa transformación social y humana.
Fotos y vídeo: Aportados por Violeta Gil
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.