El turismo activo en Gran Canaria va dando los primeros pasos hacia la normalidad. La crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 ha generado, indiscutiblemente, un deseo colectivo de regresar a la naturaleza. El senderismo ya era la actividad de mayor relevancia en el archipiélago y, a partir de ahora, creo que cobrará mayor importancia. Sofie Hendrikx, guía oficial y alma de la empresa Mogán Verde, trabaja regularmente con turismo extranjero, pero un sábado de este mes de junio reunió a un grupo de personas residentes en Gran Canaria, interesadas en conocer la historia del pueblo de Artenara y los caminos que conducen al poblado de Risco Caído.
«la crisis sanitaria provocada por la pandemia ha generado un deseo colectivo de regresar a la naturaleza»
Sofie, belga de nacimiento y afincada en esta isla, suele caminar con grupos pequeños. Ese día no éramos más de quince personas. Hacía calor, pero estar allí otra vez contemplando los paisajes que pervivieron en nuestros recuerdos durante el confinamiento, fue un regalo para los sentidos. Sofie es una experta en la historia local y antes de partir rumbo a la montaña, visitamos en encantador pueblito de Artenara. Con esa pasión y elocuencia que la caracterizan nos contó la historia de la iglesia de San Matías, del siglo XIX, el mirador de Unamuno donde la escultura del gran escritor y filósofo español contempla el imponente paisaje montañoso, el complejo arqueológico de Acusa-casas cuevas-declarado Bien de Interés Cultural, y la peculiar ermita de la Virgen de la Cuevita excavada en un risco.
La ruta de Sofie
Desde que acampé en la zona de Tamadaba en junio de 2019, no había regresado a este pulmón verde de la isla duramente castigado por el gran incendio de agosto del pasado año. Allí está aún la herida de ceniza que provoca un nudo en la garganta a todo aquel que ama este espacio natural protegido. Camino a Risco Caído nos quedamos extasiados observando esa masa verde que intenta despojarse de la huella dejada por las llamas. Nuevos brotes avivan la esperanza de un bosque de pino canario que ocupa un lugar muy especial en nuestros corazones.
La ruta de Sofie nos llevó por los barrios de Chajunco, Las Cuevas y Lugarejos, y pudimos ver en la distancia la Presa de los Pérez. No faltaron ingredientes tan necesarios en una actividad de senderismo como la historia de los antiguos pobladores de la isla, así como las características de la flora y la fauna de la región. Y claro, la guinda del pastel, Risco Caído, un antiguo poblado troglodita formado por 21 cuevas excavadas en la toba volcánica.
Aunque no pudimos acceder al interior de las cavernas, Sofie nos contó, entre otros datos curiosos, que las denominadas C6 y C7, situadas al norte del asentamiento, acogen lo que fue uno de los más importantes santuarios de montaña de los aborígenes canarios. El paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria fueron declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO en el año 2019.
«la ruta de Sofie nos ayudó a recuperar la confianza y la libertad»
Indiscutiblemente, hacer senderismo con un grupo reducido se adapta perfectamente a los tiempos que corren. Una actividad al aire libre en la que puedes respirar los aromas que te regala la naturaleza sin tener que llevar una mascarilla. Ese día se juntó gente muy respetuosa con el medio ambiente y con los demás. Sofie tuvo un buen equipo de apoyo: su esposo Yves Houben y el integrante más joven y entusiasta del grupo, su hijo Ciro de 21 meses.
Mi marido Ramón, nuestra amiga Claudia y quien escribe esta crónica nos fuimos a casa con las energías renovadas y la certeza de que en nuestra recién estrenada normalidad la naturaleza ocupa el sitio de honor. La ruta de Sofie nos enseñó a todos no solo a apreciar el patrimonio natural y arqueológico de esta hermosa isla, sino también a recuperar la confianza y la libertad que nuestros pasos por un sendero nos pueden ofrecer.
Fotos: Belkys Rodríguez/Sofie Hendrikx
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.