Esta semana comienza la segunda edición de las Jornadas sobre Gordofobia y Violencia Estética contra las Mujeres. El evento, organizado por el Instituto Canario de Igualdad (ICI), surgió tras el éxito de la publicación por parte de esta entidad de un decálogo sobre diversidad corporal. El objetivo era «contrarrestar la presión que sufren las mujeres sobre su cuerpo antes del verano». En L&B Actual sabemos que la perfección del cuerpo no existe y, por eso, hemos querido reflexionar sobre este tema.
«La visión que tenemos sobre el cuerpo es algo aprendido que nos cala por completo y por eso es tan fácil caer en el estigma»
Cuando era joven tenía muchísimos problemas con mi cuerpo. Al principio porque era demasiado delgada, pies grandes y no tenía mucho culo. Olivia, palillo o espagueti eran los insultos más frecuentes que recibía. Eso supuso que se desarrollara un pensamiento que se venía fraguando durante mi infancia y mi adolescencia: tenía que cambiar mi apariencia física para gustar.
Siempre existe una expectativa latente de lo que tiene que ser una mujer. Esa mujer que sale en las revistas y en la televisión, esa que incluso tu familia tiene de referencia. Demasiado altas, demasiado bajas, muy pecosas, demasiadas ojeras, pelo demasiado corto, frente demasiado grande, pies feos, demasiado flaca, gorda…
La visión que tenemos sobre el cuerpo es algo aprendido que nos cala por completo y por eso es tan fácil caer en el estigma. Porque aunque nos hagan pensar que sí, no existe el cuerpo perfecto. Ni siquiera las personas cuyos cuerpos se ajustan a lo que se supone que debería ser; es decir, un cuerpo normativo (normalmente una mujer blanca, de la talla 38). Esta idea se perpetúa a través de los medios de comunicación: el cine, la publicidad, la industria de la moda… y nosotros lo compramos sin reflexión.
La realidad es que existen millones de tipos de cuerpos. Y ninguno es peor que el otro. Visibilizar la diversidad corporal que se encuentra fuera de lo normativo es una necesidad urgente. Y ahí es adonde quieren llegar los colectivos y las personas que quieren luchar contra la gordofobia.
El estigma de los cuerpos no normativos y la gordofobia
En las sociedades actuales la delgadez (no extrema ya, por suerte) se asocia a la idea de éxito. La gordura se asocia a enfermedad. Desde finales del siglo XX, la obesidad se ha convertido en uno de los mayores problemas de salud pública según la OMS. Es cierto que la obesidad puede tener consecuencias para el organismo como la diabetes, el colesterol o las enfermedades cardiovasculares. Pero no es menos verdad que se trata de enfermedades que podría tener cualquier persona delgada que lleve un estilo de vida poco saludable: sedentarismo, mala alimentación, estrés… Señalar esto es importante para darse cuenta de la dimensión del problema. Vayamos un poco más allá, abramos nuestra mente y eliminemos el factor salud por un momento.
Pongámonos en una situación que podría ser la típica de nuestro siglo. Una persona delgada que cumple con los cánones de belleza establecidos sube una fotografía suya vestida, en bikini o semidesnuda en las redes sociales. Seguro que nadie dudará de que esa persona está sana y nadie hará ningún comentario negativo acerca de su imagen. Sin embargo, esa persona podría tener colesterol o diabetes o, incluso, por qué no, problemas cardiovasculares o un trastorno alimenticio.
Por el contrario, si una persona gorda, sana, sin problemas de salud aparentes, sube esa misma foto en sus redes sociales, les aseguro que ipso facto dispondrá de una cantidad ingente de mensajes violentos y humillantes.
Así lo ha denunciado en múltiples ocasiones, por ejemplo, la actriz y cantante Mara Jiménez en su cuenta de Tik Tok @madredecroquetas. Mara, que se hizo viral gracias a un vídeo titulado “Gente gorda haciendo cosas”, utiliza las redes sociales para contar lo que ella ha vivido en relación con su cuerpo, los trastornos de conducta alimentaria que ha padecido. Pero, sobre todo, ha creado un espacio en el que se muestra la crueldad de quienes creen tener el derecho de opinar sobre el cuerpo de otra persona.
@madredecroquetas HISTORIA REAL, antes de que se me echen encima los chipirones?
♬ sonido original – Mara Jiménez
Meg Boggs es otra de las mujeres que han llevado ese dolor privado por el peso al espacio público. Meg cuenta en su blog que comenzó a hacer dietas muy estrictas y ejercicio sin control cuando quiso ser madre. El ginecólogo le dijo que podía tener un embarazo de riesgo a causa de su peso y entró en pánico. Dos años más tarde se quedó embarazada y su cuerpo volvió a cambiar completamente. Meg cuenta que “estaba feliz pero preocupada por todo”. Cuando nació su hija se prometió que iba a empezar a amar a su cuerpo como era y a enfocarse en su salud desde “una perspectiva positiva”. “Empecé con el levantamiento de pesas y abandoné por completo la idea de la pérdida de peso intencional”, explica.
El problema aparece cuando no se trata de una cuestión individual, una excepción. No es solo Mara. No es solo Magda. No es solo Meg. Son muchas las mujeres que han decidido denunciar un rechazo sistemático de sus cuerpos por no ajustarse a la norma. Lo hemos visto en actrices como Rebel Wilson, a quien pagaban más por estar gorda y por continuar perpetuando los clichés de siempre relacionados con las personas gordas, Kate Winslet, Jennifer Lawrence, Amanda Seyfried, Inma Cuesta, Itziar Castro o en otras mujeres reconocidas como la rapera Lizzo o la instagramer Natalia Lozano. La lista es muy larga.
El peso no debe ser el foco
La presión social ante un cuerpo no normativo es aplastante. Por eso no es de extrañar que algunas de las enfermedades que se asocian a la gordura sean la baja autoestima, el aislamiento, la depresión o los trastornos en la alimentación. Enfermedades que están directamente relacionadas con el estigma social que recae sobre las personas gordas, quienes tienen mayor probabilidad de sufrir bullying y rechazo social.
A las personas gordas se les niega el derecho a sentirse hermosas y saludables. Se presupone que la gordura es algo que se elige de forma voluntaria y que, por lo tanto, puedes cambiar cuando quieras. Y si no lo cambias, es porque tienes poca voluntad, porque es más fácil seguir comiendo de la misma forma o porque eres una persona descuidada.
La salud, como dice Magda Piñeyro, a quien tuvimos la suerte de entrevistar, se convierte solo una excusa más para estigmatizar a las personas gordas. Para darte derecho a opinar sobre sus cuerpos, arrebatándoles algo que les pertenece: su autoestima.
Del 5 al 7 de mayo se celebran unas jornadas en las que se pretende poner el foco en un problema estructural que tiene que ver con todas las violencias. Un problema que afecta a la salud mental de las personas y que es urgente poner sobre la mesa. Yo que ustedes no me lo perdería.
Fotos: Instituto Canario de Igualdad
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.