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lunes, 25 noviembre 2024

La lucha contra la gordofobia de Magda Piñeyro

Magda Piñeyro, licenciada en Filosofía, sintió que el camino del género y el feminismo la llamaba. Así que, cuando terminó la carrera, estudió el máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad que ofrecía la Universidad de La Laguna. Es activista, feminista y experta en gordofobia. La conocí porque fue una de las participantes de las I Jornadas sobre Violencia Estética y Gordofobia organizadas el pasado año por el Instituto Canario de Igualdad (ICI)

Magda, que descubrió el activismo gordo más tarde de lo que hubiera querido, cree haber sufrido gordofobia toda su vida “por ser una niña gorda, una adolescente gorda y una mujer gorda”. Una discriminación que, sin duda, no sufre solo ella. 

Según un estudio realizado por el colectivo La Rebelión del Cuerpo, el 84% de las encuestadas asegura que su silueta no se corresponde con la que querrían tener. El 80% de ellas desearía ser más delgada. Sentirnos avergonzadas por el cuerpo que tenemos, se convierte, de este modo, en una constante que nos esclaviza, impidiéndonos realizarnos de manera completa.

En L&B Actual nos hemos propuesto profundizar en la gordofobia y en el activismo gordo como una forma, también, de entender que la aceptación de nuestro propio cuerpo es la única manera de encontrar la felicidad.

«Los prejuicios en torno a nuestro cuerpo y a nuestros hábitos son la base de la gordofobia» 

Has escrito dos libros con la gordofobia como tema central, Stop gordofobia y las panzas diversas y 10 gritos contra la gordofobia. ¿Qué es la gordofobia y cómo te ha afectado personalmente?

El camino de la gordofobia me encontró. Desde muy pequeñita tuve la conciencia de ser una niña gorda, pero era un dolor que sufría de forma individual, en silencio. Hasta que me encontré con otras personas y empezamos a hablar. Nos dimos cuenta de que era una discriminación que sufrimos todas las personas gordas por el hecho de ser gordas. Esta sociedad tiene una serie de prejuicios en torno al cuerpo y a nuestros hábitos porque, al final, nadie sabe, al mirar un cuerpo, qué historia hay detrás de ese cuerpo. No sabemos nada de la gente solo con mirarla. Esos prejuicios son la base de la gordofobia.

Me he encontrado gordofobia en las consultas médicas. Una vez me lesioné la rodilla haciendo un sendero y, como era gorda, la doctora me dijo, sin saber nada de mí: “Pues a ver si dejamos las hamburguesas, que de eso se está resintiendo tu rodilla”. Ahí hay un prejuicio respecto al cuerpo y a la persona que está en la consulta. Vas por una gripe a la consulta médica y sales con una dieta

Por suerte, personalmente, en el marco del trabajo no he sufrido gordofobia pero conozco a gente que sí. En lo sexo-afectivo a las personas gordas nos cuesta mucho más encontrar pareja o relaciones sexo-afectivas. Todo esto está atravesado por nuestra experiencia personal, por nuestras familias. En mi caso, por ejemplo, mis abuelas, que yo las amé y las amo con toda mi alma, tenían comentarios del tipo: “Con unos kilitos de menos estarías mejor, con esa cara tan linda…”. Al final te lo dicen desde un lado que una sabe que no viene desde el odio pero duele igual.

La última que me ha pasado más fuerte de gordofobia fue un día que andaba por Santa Cruz de Tenerife. Iba caminando, comiéndome unas papas fritas, ¡con lo mucho que me costó aprender a comer en público! Porque esa es otra cosa: las personas gordas nos escondemos para comer. Una señora me paró, me pellizcó la barriga y me dijo: “a ver si dejamos de comer papas fritas que ya estás lo suficientemente gorda”. Me habían dicho comentarios de todo tipo en la calle, pero que me tocaran era la primera vez en mi vida que me pasaba y flipé.

Eres la fundadora de la plataforma Stop Gordofobia. ¿Cómo nació y cuáles son los objetivos?

Nació en el marco el 15M cuando Carlos, el otro chico que la fundó conmigo, y yo nos pusimos a hablar de nuestros cuerpos. En 2013, después de un proceso de investigación, armamos la página. Al principio el objetivo era buscar a gente con la que hablar de esto para ver si nos pasaba lo mismo. Con el tiempo la página se ha convertido en una plataforma de denuncia de la gordofobia, de difusión de la diversidad corporal y también hacemos un proceso de acompañamiento para generar comunidad. Al margen de la página también hacemos talleres y formación en gordofobia.

¿Por qué crees que se discrimina a las personas gordas?

Es la pregunta del millón. El primer libro que publiqué abordaba un poco ese tema. Creo que confluyen distintos momentos históricos. La regulación del cuerpo comienza con la medicina. Una de las regulaciones fue el peso. En el marco del nacimiento de la medicina y la psicología, en el siglo XIX, se empieza a discriminar los cuerpos acorde a las conductas alimentarias. Sobre todo, a la creencia de que se puede controlar el cuerpo a través de la conducta alimentaria. Muchas personas de la comunidad médica están diciendo que no solo es una cuestión de conducta alimentaria. Hay muchos más factores que influyen en la configuración de un cuerpo.

Por otro lado, es muy importante la presión estética sobre los cuerpos de las mujeres. O los medios de comunicación. A principios del siglo XX aparecen los mass media que, de alguna manera, logran difundir masivamente un estereotipo de cuerpo.

«En la gordofobia se mezclan estética, salud y moral»

Influye también la moral europea y occidental de creer que hay una razón que controla el cuerpo. Es el mito de la fuerza individual, de la fuerza de voluntad, del hacerse uno mismo. Eso entra dentro del marco de la moral filosófica y la moral ética europea y occidental que cree en la autocreación de ese cuerpo. En este marco el cuerpo gordo es un fracaso, una frustración.

Mi postura, la que defiendo en el primer libro que escribí, es que se mezclan estética, salud y moral. En la medida en que el cuerpo gordo es considerado feo o desagradable, insalubre y que es de alguien que tiene un mal comportamiento, alguien que supuestamente no se cuida, no hace deporte y no se alimenta bien. Aquí se cree que hay una coherencia entre las tres partes. Es decir, si tienes una moral correcta y te cuidas, haces deportes y comes bien, vas a estar flaca y sana. Esto no tiene por qué ser así. Hay gente flaca que come fatal, que no hace deporte y que es indisciplinada. A mi modo de ver la salud es solo una excusa.

Entonces ¿es posible que el estigma tenga que ver más con la moda, la publicidad y las tendencias que con la salud en sí misma?

Sí. Hay muchísimas cosas que afectan a la salud de las personas y no hay una discriminación estructural en torno a eso. Es decir, la gente dice que la gordura es un factor de riesgo para la salud. Pero, es que el deporte de riesgo es un riesgo y nadie discrimina a la gente que hace esquí. Lo mismo pasa con el alcohol, que también es un factor de riesgo para la salud y, sin embargo, nadie va insultando a la gente porque se esté tomando una caña. Hay gente que me ha llamado “gorda de mierda” y en su foto de perfil de las redes sociales está con una cerveza en la mano. Ahí nos damos cuenta de que estamos ante una sociedad totalmente hipócrita en torno a la salud. La salud no es más que una excusa.

¿Se puede hablar de alimentación o nutrición sin caer en la gordofobia?

Sí, y es importante hacerlo. Hay muchas personas gordas que están desnutridas. Esto sucede también. Porque está relacionada con la clase social a la que pertenecen. Es importante abordar el tema de la alimentación, de que todos y todas tengamos derecho a una buena alimentación, acceso a una alimentación saludable, a hacer deporte o ejercicio físico, a vivir en ciudades libres de contaminación, que eso también es hablar de salud… Hay un montón de cuestiones que pueden ser abordadas desde el derecho al acceso sin decir que esto es solo para que la gente sea delgada. No es para que la gente esté delgada. Es para que la gente esté viva, esté sana y esté feliz. Si quitamos el peso de en medio, ya no estamos siendo gordófobos.

«Vivimos en sociedades que maltratan nuestros cuerpos, que nos condenan a vivir sin quererlo»

Todas las personas en alguna ocasión hemos escondido alguna parte de nuestro cuerpo por vergüenza. ¿Acabamos esclavizándonos a ese cuerpo de tránsito del que muchas veces hablas?

Todas estas cuestiones nos condenan. A veces en vez de hablar de la salud del cuerpo, sea flaco o gordo, terminamos hablando del peso nada más y acabamos obsesionadas. Tenemos un cuerpo que no habitamos y, al no habitarlo, al no amarlo, no lo cuidamos realmente. En esta sociedad hay una falta de cuidados hacia nuestro cuerpo. Por ejemplo, tomamos café para no dormir cuando nuestro cuerpo nos pide descansar. Lo llevamos siempre al límite. Vivimos en sociedades que maltratan nuestros cuerpos. Pero es que, además, nos condenan a vivir sin quererlo. Yo no puedo cuidar un cuerpo abstracto, es decir, soñando tener otro cuerpo que no tengo. Tengo que amar el cuerpo que tengo y cuidarlo desde el amor. Yo no inicié un cuidado de mi cuerpo hasta que no aprendí a quererlo. Porque yo no lo quería, lo odiaba. Y es una disociación de tu mente con tu cuerpo que es muy violenta contigo misma.

Cuando hablamos del cuerpo y la gente dice que la gordura genera diabetes o hipertensión pienso en las dietas que nos mandan a hacer que generan lo mismo. Hay muchas dietas que generan diabetes, hipertensión, ansiedad, estrés… Nadie se preocupa por la salud mental; por la depresión, la ansiedad, agorafobia o la fobia social que sufrimos las personas gordas. ¿De qué salud estamos hablando? ¿Cuál es la salud que le preocupa a la gente? ¿Los valores de mi analítica? Los valores de mis analíticas están bien y, sin embargo, estuve un año encerrada en casa por depresión. Pero esto a nadie le importa, nadie habla de eso. O de las enfermedades que tiene la gente flaca.

La bulimia o la anorexia son dos problemáticas que tienen que ver precisamente con perseguir un canon de belleza que nunca llega

Exacto. No lo vamos a tener nunca. Los estereotipos de belleza son como el típico dibujito del conejo al que le cuelgan la zanahoria delante. Corre y corre y nunca la alcanza. Nos están obligando a vivir fuera de nuestro cuerpo, sin quererlo, buscando un cuerpo que nunca va a llegar. Y, mientras, se nos va la vida en ello. Yo descubrí la lucha contra la gordofobia muy tarde; tenía casi 30 años en esto. De repente me di cuenta de que había pasado casi toda mi vida odiándome. No es justo lo que les hacen a las niñas y adolescentes gordas. Ni a las mujeres en general, porque la presión estética está sobre todas, aunque la gordofobia más sobre nosotras. Por eso es importante aprender a cuidarnos. Y, si a la gente le preocupa la salud, pues que hablemos de salud mental, hablemos de que el 80% de los casos de anorexia empiezan con una dieta. ¿Entonces por qué a las personas gordas nos recomiendan una dieta cuando vamos a la consulta médica? Porque en el fondo nos prefieren enfermas antes que gordas.

Además tenemos que asumir que nuestros cuerpos cambian: engordan, adelgazan, envejecen, enferman, se curan… El cuerpo no es un objeto y hay que aceptarlo con todas sus etapas. Hoy no acepto mi gordura y mañana ¿qué no voy a aceptar? ¿mis arrugas?, ¿mis canas?

¿Qué significa para ti la diversidad corporal?

Cuando hablo de diversidad corporal, me imagino una aceptación de los cuerpos más allá del peso que tengan, del color, del aspecto, de la edad, de la capacidad… Es aceptar los distintos devenires de los cuerpos, sin intentar encajar una estrella en un cuadradito. Cada cual tiene su forma, su tamaño, su manera.

«Hay que aceptar que nuestros cuerpos cambian: engordan, adelgazan, envejecen, enferman, se curan…»

¿Qué papel ocupan la violencia estética y la gordofobia dentro del feminismo?

Muy poco, tristemente. No se trabaja casi nada. Yo llevo en el feminismo más años que con la gordofobia y todavía hablar de anorexia y bulimia es un tabú. Hablar de lo que sufrimos por nuestros cuerpos es un tabú. No conozco una mujer en mi entorno que no se haya querido cambiar algo de su cuerpo en su vida. Es un tema que nos atraviesa por completo y, sin embargo, seguimos sin hablarlo.

El año pasado hicimos las Jornadas sobre Gordofobia y Violencia Estética con el Instituto Canario de Igualdad. Que yo sepa, a nivel institucional, fueron las primeras jornadas en las que se hablaba únicamente de este tema. No solo a nivel de España, sino que creo que a nivel del mundo de habla hispana. Creo que deberíamos abordarlo mucho más.

¿Cómo podemos detectar si estamos teniendo conductas gordófobas y, sobre todo, cómo podemos cambiarlo? 

Es importante darnos cuenta de que cada vez que hablamos de que una persona cambie sus conductas para que cambie su cuerpo y sea más delgado, entendiendo delgadez como éxito o como perfección, estamos siendo gordófobas. Somos gordófobas cuando usamos a la gente gorda de chiste, cuando usamos gorda como insulto o como algo que es lo peor que te puede pasar. Muchas veces decimos que las personas dejen de comer algo porque se van a poner gordas, cuando en realidad es que les puede sentar mal. Hay muchas más, porque tenemos la gordofobia interiorizada, pero evitar esto es un comienzo. No comentar sobre el cuerpo de la gente.

Si quieres leer otra entrevista sobre otra mujer activista que lucha contra los estereotipos, pica en este enlace: https://www.landbactual.com/yolanda-dominguez-cambiar-las-imagenes-para-cambiar-el-mundo/

Fotografías: Cedidas por Magda Piñeyro/IG Magda Piñeyro/Web ICI

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Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.

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