Hablar con Kika Fumero es reconfortante porque cada palabra que dice está cargada de sinceridad y valentía. Su currículum es extenso y complejo, tan complejo como lo es el camino hacia la igualdad de género.
Después de formarse como docente, se formó en feminismo, en teorías de género, en teorías feministas y en políticas de igualdad. Esta profesora especialista en diversidad LGBTI, en violencia de género, violencia sexual y diversidad afectivo-sexual e identidades de género disidentes, asegura que necesita aplicar la perspectiva de género en su mundo personal, académico y profesional porque, de otro modo, sentiría que va en contra de ella misma y de los derechos humanos y fundamentales de las personas.
Su formación, su implicación y su trayectoria profesional han hecho que el gobierno la eligiera como directora del Instituto Canario de Igualdad, cargo que ejerce en la actualidad.
Eres activista LGTBI, coeducadora, profesora de francés, escritora… Y ahora directora del ICI. ¿Qué fue lo que te llevó por el camino de la lucha por la igualdad de género?
Lo que me llevó a la lucha por la igualdad de género viene a ser común a todas las que nos encontramos en este camino. Lo que solemos llamar los malestares de género. Es decir, esa socialización en la que crecemos, en la que nos educan. A priori parece, incluso, ingenua, en un sistema que parece ingenuo también y que no hace daño. Y, de repente, una crece y va sintiendo determinados malestares que no sabe explicar. No sabe exactamente ni siquiera identificar, ni definir, ni de dónde vienen, ni por qué. Pero sí que sientes que algo no funciona.
Digamos que es un malestar general, que de esto nuestras antecesoras saben mucho. Nuestras abuelas, nuestras bisabuelas… ¡cuántos suspiros! Todos esos suspiros de tantas mujeres que iban siempre a las iglesias porque era el único ratito que tenían para salir de lo privado, para salir de esa vida de tanta esclavitud, sin identificarla como tal siquiera. Iban allí a suspirar, a meterse para adentro y a descansar. Esos malestares me llevaron poco a poco al camino de la igualdad.
«La igualdad nos trae derechos humanos, democracia y bienestar social»
Entonces empecé a hablar con otras compañeras que me encontraba en el camino, que también sentían los mismos malestares. Hasta que llegué al feminismo. A partir de ahí empecé a leer, a estudiar, y ya no concibo una vida sin esa perspectiva y sin esa mirada. Y si necesito una médica o un médico, por ejemplo, necesito que tenga perspectiva de género y que sea feminista. Necesito que cualquier persona experta, de la que requiera su ejercicio profesional, en la que yo deposite mi salud y mi confianza, tenga esa mirada.
Y no solo eso. He sido niña, chica, adolescente, mujer joven y mujer adulta. Y, en todas esas etapas de mi vida, he sido lesbiana. El lesbianismo también me ha atravesado de una manera interseccional en mi desarrollo de la identidad, de mi propia personalidad. Y en el desarrollo de todas mis habilidades, incluso sociales. Porque, al fin y al cabo, un estigma como es el lesbianismo en mi época, cuando era adolescente, sin lugar a dudas te marca.
Creo que la igualdad, al fin y al cabo, nos favorece a todas y a todos. Lo que viene a traernos son derechos humanos y, por tanto, democracia y bienestar social.
El camino a seguir
Kika Fumero viene de una familia de docentes. La docencia, explica, la lleva en la sangre y quizás por eso eligió ese camino. Durante su etapa como profesora no podía dar francés sin más porque, afirma, se transmite mucho en ese “currículum oculto”. Es decir, a través de qué imágenes, vídeos, libros de texto o ejemplos enseñas la materia, sea francés o matemáticas.
Kika asegura que era fundamental aplicar esa perspectiva de género a todo lo que enseñaba a su alumnado porque, de otra forma, “sentiría estar fomentando y favoreciendo la misma educación patriarcal que nos han inculcado”. Así es que decidió que el feminismo y la diversidad sexual tenían que estar sobre la mesa, en el foco; al igual que los cuidados, la vida y los derechos humanos.
Cuidados, educación, violencia, corresponsabilidad, brecha salarial… Son realidades que, hoy como ayer, provocan gran inquietud. Parece que las sociedades no aprendieran de sus errores. ¿Qué ha podido provocar su perpetuación?
Creo que estamos en un momento crítico. Estamos ante una pandemia que está acarreando una crisis económica a escala mundial. Y las crisis económicas suelen soportarlas, desgraciadamente, los eslabones más débiles de una cadena. Y esos eslabones son múltiples, porque las personas no tenemos solo una característica. Quiero decir que no solo somos mujeres u hombres. Somos mujeres y, además, podemos ser mujeres negras. Podemos ser mujeres negras y pobres. Podemos ser mujeres negras, pobres y con discapacidad. Nos une una interseccionalidad que puede confluir en una misma persona.
Creo que la amenaza que tenemos inminente es que nos vuelvan a relegar a nuestros hogares y que la conciliación no se dé. Que los cargos de los cuidados y del hogar vuelvan a caer sobre nuestras espaldas. Porque, si hay que elegir, se va a elegir el trabajo que mejor remunerado esté en una familia. Y, la mayoría de las veces, ese trabajo va a ser el del hombre.
Si las mujeres estamos en una situación laboral más precaria, somos más susceptibles de perder el trabajo. Si perdemos el trabajo y somos las que volvemos a nuestros hogares, a ocuparnos del cuidado de la familia en general y del propio hogar, va a ser cada vez más difícil conseguir trabajo en un periodo de crisis.
La amenaza que tenemos inminente es que la conciliación no se dé
La directora del Instituto Canario de Igualdad explica que una de las cuestiones más importantes es reinventarse laboralmente en periodos de crisis como a la que nos enfrentamos. Una reinvención, incluso personal, que para las mujeres resulta más difícil, si vuelve sobre ellas el peso del trabajo y el cuidado del hogar.
Por ello, subraya que “hay que tener todos los sentidos puestos en los posibles pasos que podemos estar dando hacia atrás sin darnos cuenta, llevados por la vorágine de la propia pandemia, y llevar a cabo las políticas públicas necesarias para subsanar cualquier posible amago de retroceso”.
¿Cómo dejamos de ser testigos y nos convertimos en protagonistas del cambio?
Creo que se tiene que luchar sensibilizando. Hay que tener claro que, si hemos tardado siglos en adquirir determinados derechos, es porque el feminismo es un movimiento social pacífico. Al ser un movimiento pacífico va más lento, pero los avances son más sólidos.
También tenemos que tener en cuenta el hecho de que un sistema opresor no se mantiene, si no hay opresores entre los propios oprimidos, como decía la gran Simone de Beauvoir. En este caso siempre se dice que hay muchas mujeres machistas. ¡Pues claro que hay muchas mujeres machistas! Estamos en un sistema machista para todo el mundo. Y, además, las mujeres somos quienes educamos también en el machismo a nuestros hijos. Por lo tanto, tenemos que crear mucha conciencia y hacer un trabajo de red para abrir los ojos.
Yo creo que nuestra labor es sensibilizar nombrando. Porque lo que no se nombra, no existe. Y creo que ustedes, los medios de comunicación, tienen una labor muy grande porque son uno de los grandes agentes de cambio. Son generadores de opinión, crean conciencia y ayudan a sensibilizar.
Es importante poner sobre la mesa todas las violencias a las que estamos sometidas las mujeres, así como el peligro que tenemos ante nosotras ahora mismo en un periodo de pandemia. Y en el camino ir ganando aliados, que eso no se puede olvidar. También necesitamos a nuestros compañeros. A nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestros hijos. Y hablo en masculino no genérico. También los necesitamos de nuestra parte. Hay que cuidar y fomentar esas nuevas masculinidades, sin lugar a dudas.
¿Cuál es la situación de Canarias ante esta realidad?
Depende de con quién lo compares. Si tomamos en cuenta que a nivel estatal las denuncias de los abusos y las agresiones sexuales que se cometen no llegan siquiera a un 30 %, y que Canarias es una de las comunidades en las que más denuncias se reportan, yo creo que la lectura incluso puede ser positiva. Esto no quiere decir que estemos mal o estemos peor que el resto de España. España, a nivel europeo, tiene un gran recorrido en el reconocimiento de las violencias machistas.
Cuanto más conocimientos y más información haya sobre los derechos y los recursos, más se visibiliza el problema y las mujeres se sienten más protegidas para denunciar.
tenemos que seguir transmitiendo a la población que la violencia machista es un problema social, no privado
Creo que tenemos por delante un gran reto. Por un lado, tenemos que seguir transmitiendo a la población que la violencia machista no es un problema privado, sino que es un problema social. Por otro lado, tenemos que hacer sentir a las mujeres y a las niñas que no están solas, que estamos ahí para apoyarlas, para creerlas y que no las vamos a juzgar. Quien tiene que juzgar es la justicia. Que hay un protocolo y una cadena que se va a activar. Y que la sociedad, los medios de comunicación, la comunidad educativa, la familia estará ahí para aportarles la ayuda que necesitan sobre todo sicológica y emocional en ese momento en que dan el primer paso de denunciar.
Desde los medios y desde las instituciones esto es un reto que tenemos inmediato, máxime cuando la pandemia está aumentando la violencia.
¿Qué significa incorporar la perspectiva de género en el conjunto de las políticas sociales?
La consecuencia siempre es un impacto positivo, y esto lo que viene a ofrecer es democracia. Ahora bien, lo que tiene que pasar es que no se quede en el papel, que no se quede en la foto. Porque, si se queda ahí, vamos a seguir como estamos y ahora, con la pandemia, corremos el riesgo de retroceder.
Creo que tiene que ir más allá del plan de igualdad, que muchas empresas pueden tener en la primera o en la última gaveta del despacho. Más allá de decir vamos aplicar perspectiva de género en la justificación de este proyecto, creo que tiene que haber una voluntad real y aplicarla. Y, además, creo que debería ser transversal y obligatorio.
¿Qué es el Instituto Canario de Igualdad?
El Instituto Canario de Igualdad es el organismo autónomo del Gobierno de Canarias que está al frente de las políticas públicas de igualdad y de la erradicación y la prevención de las violencias de género, las violencias machistas, aquí en Canarias.
Tiene áreas de trabajo. Un área de administración y régimen interno, que es el corazón del instituto. El área de programas y planificación, que es el área de igualdad. Y el área de violencia de género, que es la de la asistencia integral a la violencia de género.
Desde que entramos en el gobierno, en esta nueva legislatura, hemos creado el área de coeducación en el que trabajan dos docentes. Estamos elaborando materiales educativos que tengan que ver con el lenguaje inclusivo y no sexista, así como con la visibilización de las mujeres canarias. Las mujeres hemos aportado mucho a la historia de Canarias en todos los sectores del conocimiento y del saber.
Estamos generando recursos digitales para toda la comunidad educativa y estamos muy centradas en la red de recursos para la asistencia integral a las víctimas de violencia de género.
¿En qué programas trabaja actualmente el ICI para impulsar las políticas de igualdad?
Tenemos proyectos de muy diversa índole. El proyecto Transversalidad, con el que queremos llevar la perspectiva de género a las partidas presupuestarias de algunos de los proyectos de diferentes áreas del gobierno como agricultura, pesca, justicia, sanidad o derechos sociales.
Hemos establecido el primer convenio que se firma con las dos universidades canarias. Las primeras líneas que vamos a tratar son una sobre la Trata con fines de explotación sexual y otra de mutilación genital femenina. aquí en Canarias. Todas aquellas investigaciones que hagamos tiene que tener una fotografía de comunidad autónoma por lo que las dos universidades tendrán que trabajar conjuntamente.
Además, estamos elaborando un convenio con las farmacias con motivo de la campaña Mascarilla-19, que se ha convertido en un nuevo recurso.
Otro de los proyectos que tenemos se llama Juno, que desarrollamos conjuntamente con la Dirección General de Seguridad Ciudadana y Emergencias. El objetivo es ofrecer formación al cuerpo de seguridad y conseguir que se conviertan en formadores para que ellos mismos formen a sus compañeras y compañeros. Y estamos en pleno proceso de elaboración de un convenio con la Dirección General de Trabajo.
Lo más próximo que tenemos en marcha es las jornadas sobre Gordofobia y Violencia Estética contra las mujeres, que se celebrarán esta semana, del 7 al 9 de octubre, en La Laguna, Tenerife, y que se transmitirán en streaming para todo el mundo.
Otra línea en la que estamos trabajando es en la incorporación de la accesibilidad de nuestros recursos. Estamos intentando que la mayoría de los recursos y los mensajes trascendentales, sobre todo en materia de víctimas de violencia de género, sean accesibles para llegar a todas las personas con discapacidad.
Y que todas las imágenes que generemos que se correspondan con la diversidad real de la sociedad en la que vivimos. Ofrecer una mirada interseccional. O sea que haya personas gordas, personas negras, que haya personas con vitiligo, que haya personas con bastón rojo y blanco -que usan las personas que son sordo ciegas, personas en silla de ruedas, personas jóvenes, mayores, con arrugas, delgadas…
Todo tiene una línea clara: la igualdad tiene que ser transversal. Desde el Instituto Canario de Igualdad tenemos claro que no podemos dedicarnos a trabajar solas. Tenemos que trabajar conjuntamente con otras áreas de gobierno e intentar promover políticas de igualdad en otras áreas de gobierno.
Feminista y activista, Kika Fumero afirma que, una vez que abres los ojos, es imposible echar la vista a un lado en esta carrera de fondo que es la lucha por la igualdad de género y la erradicación de las violencias machistas. Un área en la que no existen fórmulas mágicas porque, como dice la directora del ICI, “si tuviera una fórmula mágica, al segundo día hubiera pedido el cese porque hubiese solucionado todo”.
En este camino, subraya, se hace imprescindible crear redes de apoyo sólidas para “seguir nombrando todos los malestares que nos atraviesan en el día a día”. Porque aquello de lo que no se habla, parece que no existe. Para conseguirlo hay que contar con personas expertas y especialistas en temas de igualdad dentro de los gobiernos que puedan generar políticas públicas con perspectiva de género. Sin olvidar, por supuesto, el papel que juega la educación en la prevención de la violencia de género y de las desigualdades. Un gran reto por delante que, sin duda, nos atraviesa a todas y a todos por igual.
Fotos: ICI/ Facebook Instituto Canario de Igualdad