Javier Royo, también conocido como Javirroyo, es ilustrador y diseñador gráfico. Se aficionó al humor gráfico desde muy pequeño casi por tradición familiar y dice que usa el dibujo «más que como expresión artística, como un medio para contar historias». Su padre siempre llevaba a casa tebeos de Mortadelo y Filemón o de Zipi y Zape. A partir de ahí, empezó a cultivar el arte de escribir con imágenes para hacer reír o para hacer pensar. Para él es «una forma de conectar con el mundo» que, en muchas ocasiones dice, le sirve también como terapia.
Su estilo se caracteriza por usar trazos sencillos, casi siempre en blanco y negro, casi siempre usando pocos elementos para expresar ideas y reflexiones complejas. Líneas de tiempo, curvas, círculos que se encuentran, gráficas… Javier, explica, aprendió aquello de «menos es más» cuando estudió diseño gráfico. Entendió que, a veces, sintetizando se consigue más fuerza en la comunicación y, sobre todo, más empatía; conectar con las personas con cuestiones universales.
Es precisamente la universalidad de sus dibujos y el valor de lo que cuenta, lo que le ha llevado a que le sigan más de 200 mil personas en su cuenta de Instagram o a conseguir el Premio Gráffica 2020.
«uso el dibujo como un medio para contar historias, para conectar con la gente, más que como expresión artística»
El diseñador gráfico Mario Eskenai y Mariscal, a quien califica como uno de los mejores dibujantes del mundo y uno de los mayores sinvergüenzas dibujando, han influido mucho en su manera de expresarse a través del dibujo. La ironía, el sarcasmo y el humor son las líneas más claras que pueden verse en su obra. A veces hasta llegar al absurdo. Quizás para que algo haga «clic» en quienes leen sus viñetas y despierten del largo letargo que la rutina y el automatismo le hacían vivir.
Algo de esto ocurrió con su libro ‘Homo Machus: De machos a hombres’, una inquietud que continuó con ‘Laborachismo’, el nuevo libro de viñetas que acaba de publicar. De ellos hablaremos hoy en L&B Actual.
En el libro de viñetas ‘Homo Machus’ haces un análisis y una crítica, a través de la ironía, de los roles masculinos establecidos y de la violencia de género. ¿Cómo nació el proyecto y que te motivó a hablar de este tema?
Me motivó la injusticia y el compromiso. Me siento parte de una sociedad -y hablo a nivel global- en la que desde hace milenios las mujeres (el 50% de la población) no tienen los mismos derechos ni los mismos privilegios que los hombres.
El proyecto nació de unas viñetas que publiqué después del escándalo de la violación de la manada. A parte del hecho en sí, que me parecía terrible y dramático, me reventó por dentro cómo los medios y el sistema judicial trataron el tema y a la víctima. Y pensé qué podía hacer para hablar de eso dibujando. Lola Martínez Albornoz, que es la directora de la editorial Lumen, donde hay montón de compañeras mías como María Hesse o Ilu Ross, me llamó y me dijo que quería publicar un libro donde un hombre cuestionara el machismo y la figura de la masculinidad única o del papel de los hombres en el feminismo.
«me reventó por dentro cómo los medios y el sistema judicial trataron el caso de la violación de la manada y a la víctima»
El libro lo presenté con Moderna de Pueblo, que es una crac, y la primera pregunta que me hizo fue: «¿No crees que hacer un libro sobre feminismo siendo hombre es un poco de mansplaining?» (ríe). Era justo la gran pregunta. Me vino muy bien para también abrir el melón de cuál es el papel de los hombres frente al feminismo. Yo pienso que sí debemos hablar de feminismo sin dar lecciones. Otra cosa es que el libro lo hayan comprado muchas mujeres.
‘Homo Machus’ pretende ser un primer escalón para los hombres, para intentar repensar nuestro papel dentro del feminismo y dentro del mundo. Porque es una cuestión mayor. El sistema patriarcal nos influyen a todos desde pequeños, a hombres y a mujeres. En el caso de los hombres intenté visibilizar situaciones en las que hacemos o decimos cosas que no están bien porque estamos haciendo mal a las mujeres.
Pedí en mi Instagram que las mujeres me escribieran situaciones de abusos, violencia machista o desigualdad, a cualquier nivel. Me sorprendió porque recibí 300 mensajes contándome historias en 24 horas. Muchas mujeres ni siquiera se lo habían contado a su grupo íntimo de amigas o familiar. Esto me dio aún más la dimensión del problema. Y hablaba también del sentimiento que tenía que tener la víctima de la manada después de haber estado allí y ser juzgada por el resto del mundo moralmente.
A partir de ahí monté el libro tratando diferentes temas: la figura del patriarcado a nivel general, la educación, la igualdad, la violencia en sus múltiples escalas, la masculinidad única… Fue un año muy bonito porque uno ve las cosas de forma diferente.
¿Ha transformado este libro tu visión sobre el machismo y el patriarcado?
Sí, me ha radicalizado un poco. Me he llegado a salir de grupos de WhatsApps de amigos de toda la vida y se lo hago saber. Me he vuelto más combativo, más luchador, más de explicar… Los hombres no podemos ser los protagonistas del cambio feminista porque evidentemente son las mujeres. Pero creo que nuestra posición es estar al lado. Cuando tú aprendes, entiendes y detectas determinadas actitudes puedes manifestarlas en público.
Te pongo un ejemplo que me ha ocurrido. Yo no tengo carné, no he conducido y no tengo ni idea de coches. Pero es llegar a un concesionario o al taller con mi pareja, que es mujer, y que se dirijan a mí todo el rato.
Tampoco me gusta el fútbol, que tradicionalmente era un mundo de hombres. Al final te das cuenta de que has ido huyendo de esos mundos y que muchas veces te has sentido incómodo por la cantidad de testosterona que hay en la conversación.
En una entrevista dijiste que los hombres eran víctimas del patrón de macho que les habían enseñado tradicionalmente. ¿Por qué los hace víctimas?
Nos hace víctimas desde el momento en el que te impiden mostrarte de una manera diferente. Es como si dijéramos que sólo existe una forma de ser mujer. ¿Por qué no puedes pintarte la raya del ojo, por ejemplo? Porque no serás aceptado dentro de determinados patrones donde se ha dicho que tienes que vestir y comportarte como un hombre. O ¿por qué no puedes emocionarte con algo? Porque van a usar el adjetivo de «marica» o de «mujer».
Es algo que ha sido heredado y que es muy complejo cambiarlo. Pero hay que ir empujando. Para cambiar este patriarcado, que nos oprime también a los hombres, tiene que haber más hombres que opinen que otra forma de ser hombre y de masculinidad es posible. Hacen falta más modelos que estén activamente trabajando en la educación de los hijos. Que tú puedas ver en tu casa que tu padre es otro modelo diferente al modelo tradicional. Es una lucha de toda la sociedad en pro del feminismo, que es igualdad y libertad.
¿Crees que eso puede suponer un avance en las lucha feminista?
Sí, es que no hay otra forma. Cuantos más hombres haya en la lucha feminista más oportunidades habrá de conseguir los objetivos del feminismo. Al final el feminismo está en constante evolución porque lo que hace veinte años era feminista hoy está tan superado que ya no parece feminista.
Si siempre hemos estado hablando por encima de las mujeres y haciendo mansplaining, el primer paso es que los hombres nos echemos a un lado para apoyar la lucha de las mujeres.
Para conseguir el mismo objetivo, que es la igualdad…
Exactamente. Que es donde seremos más felices porque habrá más libertades, en general, para todas las personas. Que la mujer consiga más cotas de empoderamiento, de libertad, de desarrollo y de poder significará que nosotros tampoco tendremos las presiones derivadas del patriarcado de que tenemos que mostrarnos rudos y fuertes
Este mes ha salido a la luz tu nuevo libro, ‘Laborachismo’, en el que tratas las desigualdades de hombres y mujeres en el mundo laboral. ¿Qué podemos encontrar allí?
El libro, que se ha gestado durante la pandemia, es un cachito de ‘Homomachus’, en el que abro melones por todos lados; la violencia, la educación o el trabajo, entre otros. Quería centrarme en el trabajo porque me parece uno de los pilares fundamentales. Creo que las mujeres no han llegado a esas cotas de satisfacción en cuanto a independencia económica y profesional [como los hombres].
Hice un llamamiento en las redes sociales para que las mujeres me contaran cosas, igual que con el anterior. Pero es un libro un poco más maduro, en el sentido de que he hecho un proceso de investigación más estructurado y más dirigido. He entrevistado a mujeres que trabajan en empresas donde existen grupos de mujeres que se dedican a empoderar a mujeres como, por ejemplo, a la ministra de Igualdad o a una de las jefas de Servicios Sociales de Barcelona, que ha estado al frente del covid.
«la desigualdad está muy relacionada con el mundo de los cuidados»
Una de las conclusiones que tiene el libro es que la desigualdad está muy relacionada con el mundo de los cuidados. Existen muchos conflictos derivados del reparto de los cuidados, que son el gran escollo. Las leyes nos están equiparando en cuanto a sueldos y existen leyes que nos equiparan en el cuidado de los hijos. Ahora queda el cambio real, el de dentro de casa, que es el que no se ha hecho.
¿Qué papel juega o debería jugar el arte en la eliminación de los estereotipos y roles de género? ¿Es ajeno a esto o hay un compromiso?
Yo creo que lo hay y bastante. En ilustración y en diseño gráfico muchas autoras están trabajando en temas de género y en mostrar modelos positivos.
Creo que no tanto en los roles que se muestran en el cine, en las series de la televisión o en algunos programas. El mes pasado se estrenó ‘La isla de las tentaciones’, que es terrible en cuanto a valores, pero del que se pueden sacar cosas. El mismo Roy Galán, que escribió un texto para mi anterior libro, habla mucho de ‘La isla de las Tentaciones’ dándole la vuelta a los roles. Es interesante sociológicamente como se muestran los hombres y las mujeres allí. Habría que ver cómo incorporar la perspectiva de género en los guiones y en las series. Se trata de ser exigentes, que no valga cualquier cosa porque se ha hecho siempre así, y mostrar la realidad, que es muy diversa.
La misma sencillez aparente que se observa en el trabajo de Javier Royo, la lleva también cuando habla de sus pasiones. Pasiones, dice, muy básicas como estar con los amigos, comer o andar porque, afirma, «las grandes cosas están en los lugares pequeños». Quizás sea esa una de las razones por las que se conoce Barcelona como la palma de su mano. Dice que pasea por todos los barrios de la ciudad, barrios donde nunca pasa nada y donde siempre pasa todo. Por eso, si trazáramos su recorrido, como él mismo plantea a lo largo de la entrevista, sería, probablemente, una madeja cargada de impredecibles.
Javier se ha tirado de lleno a un redescubrimiento de su masculinidad, así como lo han hecho muchos hombres. Esto ha implicado revisar el concepto de masculinidad única que tradicionalmente se nos ha inculcado y acercarse un poco más a la problemática de las desigualdades de género. Su compromiso hace que, a través de su yo artista, pueda mostrar esta y otras injusticias, convirtiendo el arte en un revulsivo social para motivar a las personas que lo leen a hacer de este mundo un mundo un poquito más justo.
Si quieres conocer la historia de otros hombres que luchan por la igualdad de género, pica en este enlace: https://www.landbactual.com/argelio-gonzalez-la-lucha-de-los-hombres-por-la-igualdad/
Fotos: Cortesía de Javier Royo/Instagram de Javirroyo
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.