Ivette Cepeda: como la flor de la mariposa

Tuve la oportunidad de descubrir la voz y el carisma de Ivette Cepeda en un concierto celebrado en la plaza de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria.  La fuerza y los sentimientos que desgranaba con cada nota se colaron en mi alma. Cubana, caribeña, auténtica, sencilla, dulce como la flor de la mariposa y fuerte como el tronco de una ceiba, versionó magistralmente junto a la cantante canaria, Olga Cerpa, canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Carlos Varela, Pedro Luis Ferrer, Amaury Pérez, entre otras destacadas figuras de la canción cubana. Ivette conversa con L&B Actual https://www.landbactual.com/sobre-nosotras/sobre su pasión por la música.

Ivette Cepeda como la flor de la mariposa

Periodista: ¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo de la canción?

Ivette Cepeda: Empecé a cantar desde muy niña. Fui a muchísimos festivales, gané premios durante la etapa de estudiante, pero nunca me decidí por el arte. Preferí ser maestra, así es que estuve diecisiete años dando clases. En el año 93, un amigo me llamó para hacer una audición y ya me quedé cantando hasta el día de hoy. Comencé en bares, piscinas y cafés nocturnos. Empecé desde cero, con tanta ilusión que me podía aprender cincuenta o sesenta canciones cada mes; la gente me empezó a llamar MP3.

Después comencé a trabajar en producciones de cabaret que me dieron desplazamiento escénico, técnica para cantar con el micrófono y un poquito de coreografía. Quería tener un mensaje propio. No tenía deseos de ser una cultivadora de versiones solamente, quería hacer algo nuevo y entonces luché para tener mi propia agrupación, y ya llevo diez años trabajando con el grupo Reflexión. Me siento muy afortunada por eso; es como tener una familia.

P: ¿Qué recuerdos tienes de los grandes maestros con los que has trabajado como Frank Emilio o Cachao?

Ivette: Tengo con Cachao y Frank Emilio una gran relación. Ellos me hablaban de muchos artistas que ya no se escuchaban: boleristas, compositores. Así conocí la obra de Frank Domínguez, Marta Valdés, y de otros grandes intérpretes que habían dejado una huella en Cuba: Lupe, Celeste Mendoza, Benny Moré, Olga Gillot, Luis Aguilé.  Ellos me decían siempre: “Tienes que estudiarlo todo porque necesitas conocer los estilos para cantarlos debidamente y luego encontrarte a ti misma”. Y eso era importante porque yo no tenía una formación musical. Esa fue mi verdadera escuela, estudiar a los demás.

Escogiendo géneros musicales

P: ¿Si tuvieras que escoger un género musical cuál sería?

Ivette: Es una pregunta difícil porque los géneros son como el traje que tú te pones. Hay un traje de diario y uno de lujo. Te diría que tendría que tener siempre un buen guaguancó, una buena rumba, aunque en mi preferencia por el contenido y el mensaje, me quedo con una canción de la trova que quizás me llegue más en lo reflexivo. Creo que el equilibrio perfecto está entre mensaje y música y, sobre todo una disposición del alma muy especial para ser cercana, para no convertirme en un mercenario de lo que estoy haciendo, pensando solamente en las utilidades financieras o comerciales.

P: ¿Qué posición ocupa la mujer en el panorama artístico actual en Cuba?

Ivette: Las voces femeninas en Cuba siempre han tenido un lugar especial. Pudiéramos decir que en los géneros bailables se escucha mucho la voz femenina y en otros un poco menos, pero siguen a la vanguardia. No podemos negar que las mujeres en Cuba nos hacemos sentir.

Esto vivimos en la Plaza de Santa Ana en Las Palmas de Gran Canaria, disfrútalo y luego regresa aquí.

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Ivette Cepeda: como la flor de la mariposa

«El equilibrio perfecto está entre mensaje y música y, sobre todo una disposición del alma muy especial para ser cercana»

P: ¿Cantas lo que está de moda o lo que te gusta? ¿Cómo eliges tu repertorio?

Ivette: (Ríe) Yo quiero una canción que levante a la gente. Estamos viviendo crisis muy profundas, sociales, en todo el universo y Cuba no está exenta. Yo quiero una canción que cale en el corazón de la gente, que nos haga creer otra vez en el amor, creer en que todo es posible.

Yo quiero una canción que nos abra los ojos y nos quite mentiras de la cabeza; una canción que levante al que está herido, que haga amar a alguien que está decepcionado; una canción especial, que sea una inyección de amor, de rejuvenecimiento. ¿Qué estén a la moda? Bueno, me toca a mí ponerlas de moda. Si las canto y lo hago bien las pondré de moda. Si lo hago bien eso va a llegar y ese es el reto: buscar un arreglo especial, hermoso, salir del contexto de lo barato, de lo que hace todo el mundo. Buscar en el corazón y en el alma esas notas que hacen falta para que no sólo se detengan una vez a escucharla; quiero que la escuchen diez veces.

Cantantes sin voz

P: Has dicho en una oportunidad que te gustan los cantantes “sin voz”. Parecería una contradicción.

Ivette: A muchos cantantes les hacen dar notas y notas y las canciones están un poco vacías. Sin embargo, muchos de esos cantantes que son ‘sin voz’ como Bola de Nieve daban notas que son del alma; son sonidos inaudibles y se quedan como un sello en el corazón. A veces las personas no podemos escuchar ciertos sonidos del alma, pero sabemos que están ahí y nos recostamos como el que se recuesta a la almohada. Esas voces que no tienen estruendo, que son pequeñas, nos dicen cosas inaudibles, y esos cantantes nos gustan mucho porque le hablan al corazón.

P: Has cantado en muchos lugares del mundo, ¿qué tiene de especial cantar en las Islas Canarias?

Ivette: Primero, no me son ajenas las Islas. Siempre es más ligero, más cercano a la realidad que conozco; desconocía lo hondas que eran las raíces en las relaciones entre Cuba https://www.landbactual.com/la-perla-que-sedujo-al-caribe/ y Canarias. https://www.landbactual.com/sensaciones-de-una-miniatura/ Tengo otra razón especial y es que las personas que me han invitado son grandes seguidores de la misma música en la que creo yo. Además, y tal vez esta sea la primera: es la tierra donde viven dos hermanas mías que son un pedazo de mi corazón, y quizás Dios sabía que yo necesitaba mirarlas a los ojos otra vez, tocarlas con mis manos. Me voy contenta porque estoy en un lugar especial, en un lugar muy bendecido.