Islandia es un buen país para ser mujer, según el World Economic Forum. Fue la primera nación en prohibir por ley la brecha salarial entre hombres y mujeres en el año 2018. La norma establece que la diferencia de salarios por género es ilegal, tanto en empresas privadas como en públicas de más de 25 trabajadores. Prácticamente todas las mujeres trabajan (86%). Hace dieciséis años se estableció el permiso de paternidad (90 días) equiparado al de maternidad. Pero eso no ha caído del cielo; han sido años de lucha y todavía quedan muchas batallas por ganar.
«Las mujeres asumen el poder y crean alternativas a las ‘verdades’ dominantes masculinas»
Un informe publicado por el WEF en el año 2017 destaca que “el éxito se puede atribuir a que las mujeres asumen el poder y crean alternativas a las ‘verdades’ dominantes masculinas y hacen visibles las realidades invisibles de las féminas, sobre todo las prácticas discriminatorias, incluido el acoso y el abuso sexuales”. Más adelante apunta: “El progreso de Islandia se puede atribuir a que las mujeres y los hombres comparten el poder entre ellos como responsables de la toma de decisiones” y que, además, cada vez “más hombres apoyan la igualdad de género”.
Como dato curioso destaca una madre soltera que, en 1980, se convirtió en la primera jefa de Estado democráticamente elegida del mundo. Vigdís Finnbogadóttir, nacida en Reykjavík en 1930, destacó como defensora de la igualdad de los sexos, pacifista, ecologista y enemiga de la energía nuclear. Su campaña electoral estuvo basada en la identidad lingüística, cultural y nacional. Ejerció como profesora de enseñanza media y universitaria, guía turística y monitora de francés en televisión. Especializada en literatura teatral, en 1972 fue nombrada directora del Teatro de Islandia.
Después de Vigdís, otras mujeres han llegado a puestos importantes en instituciones y empresas islandesas. Una de ellas fue Jóhanna Sigurdardóttir que, en 2009, se convirtió en la primera jefa de gobierno lesbiana del mundo. En 2010, el mismo día en que entró en vigor el matrimonio igualitario, se casó con su novia. Esto se debe quizás a que, en tiempos pasados, sucedían numerosos naufragios que dejaban viudas a muchas mujeres. Ellas tenían que sacar adelante a sus familias sin ayuda y eso marcó indiscutiblemente sus caracteres y su manera de entender la realidad.
Según un artículo publicado por el periódico El País, una mujer llamada Hanna Björg Vilhjálmsdóttir, icono feminista, da clases en un instituto en las afueras de Reykjavík sobre masculinidad tóxica, sexualización y misoginia, y se ha convertido en pionera en desarrollar este programa de 16 semanas para chicos entre 16 y 19 años. Algunas chicas han llegado a afirmar que ir a sus clases les ha salvado la vida. Una iniciativa que, sin lugar a dudas, debe extenderse a otros centros y traspasar las fronteras islandesas.
«Jóhanna Sigurdardóttir se convirtió en la primera jefa de gobierno lesbiana del mundo»
En las instituciones públicas, en el mundo de la música, la educación y en otros ámbitos de la sociedad, las mujeres islandesas están llevando a cabo su propio MeToo en un país que, según Eurostat, ocupa puestos de cabeza de Europa en cifras de violación y agresiones sexuales. Otro problema es el pago a cambio de sexo. En Islandia está prohibido, así como los locales de striptease; sin embargo, la prostitución es una realidad allí y se pone de manifiesto, por ejemplo, en anuncios de escorts y en perfiles en redes sociales.
Si quieres conocer más sobre Islandia pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/una-historia-de-fuego-y-hielo/
Aunque en este país que roza el círculo polar ártico las mujeres son un colectivo fuerte, el trabajo no está terminado. Empezó en octubre de 1975, cuando se organizó el primer paro femenino, apoyado por el 90 por ciento de las islandesas desde sus puestos de trabajo o el hogar, pero queda camino por recorrer. No es suficiente con que las féminas estén al frente del Parlamento, de un banco, o que hagan rap feminista al estilo del colectivo Reykjavíkurdætur (hijas de Reykjavík). La desigualdad de género, la misoginia o el machismo son lacras difíciles de borrar de la noche a la mañana.
Comentario: Belkys Rodríguez Blanco
Fotos: Código Nuevo, El País, La Vanguardia, Revista Muy Interesante
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.