Evelyn Rodríguez lleva en su ADN la alegría y la música caribeñas. Aunque un día hizo la maleta y cambió de latitud, sus raíces la acompañan en una tierra helada llamada Islandia. Nació en Santo Domingo, República Dominicana, y con 21 años emigró a la isla de fuego y hielo por amor.
Aunque es decoradora y le encanta trabajar con flores, la cocina se ha convertido en otra de sus pasiones. Empezó vendiendo comida desde su casa para ganarse un dinero extra. En 2017 abrió su propio negocio y se convirtió en la primera empresaria latina en Islandia. Su especialidad son los platos dominicanos, pero también le gusta preparar comida islandesa. Hoy le cuenta a nuestra revista cómo es la vida de una mujer caribeña en un país que roza el círculo polar ártico.
«Me siento totalmente integrada, me siento cómoda conviviendo con los islandeses»
¿Cómo se adapta una dominicana a vivir en un país con una cultura y un clima tan diferentes?
Es una cultura totalmente distinta a la nuestra, es un contraste muy fuerte. Adaptarse es difícil. El clima es muy frío, tenemos prácticamente nueve meses de invierno. Cuando el clima va mejorando y vamos teniendo más claridad, más sol, y empiezan a florecer los árboles, una se va sintiendo más como en el Caribe.
Aprender el idioma es muy complicado, pero el que decide vivir aquí tiene que estudiarlo para poder entenderse e integrarse en la sociedad. Soy una mujer muy independiente, me encanta hablar con las personas, intercambiar experiencias, ideas, la cultura. En mi primer trabajo no sabía nada de islandés; fui a la escuela y todos me ayudaron, eran muy amables y así se me hizo más fácil aprender el idioma.
¿Te has integrado en la sociedad islandesa?
Me siento totalmente integrada, me siento cómoda conviviendo con los islandeses. Aunque la cultura es muy diferente, no es imposible adaptarse. Claro, en algún momento sentimos ese puntito de discriminación, de racismo. Directamente no lo he sufrido, pero indirectamente sí, porque cuando ven mi color de piel, la negra, pelo crespo, inmediatamente te hablan en inglés. Y te preguntas: ¿si yo les hablo en islandés por qué me contestan en inglés? Ven un nombre extranjero y un color de piel, te ven la tez diferente y te hablan en inglés, es algo inevitable.
¿Cómo has vivido la experiencia de ser madre en Islandia? ¿De qué manera transmites tu cultura a tus hijos?
Yo me siento muy satisfecha de ser madre de dos niños nacidos aquí en Islandia. Mis hijos pueden salir y jugar sin el peligro de la sociedad actual en el mundo. Es muy normal y natural aquí que un menor de edad juegue solo en la calle. No tienes que estar pendiente de que el niño esté afuera. Es algo que me tranquiliza mucho y por eso me siento bien aquí.
Mi hija mayor tiene 10 años y el varón 8. El más pequeño nació con una discapacidad. Es difícil ser madre soltera cuando tienes un niño enfermo que ha pasado prácticamente sus cinco primeros años de vida en un hospital; sin embargo, conté con la ayuda de mi hermana y los amigos en esos momentos difíciles. Dios me da fuerzas y el espíritu de mi madre me cuida siempre.
Desde que mis hijos nacieron yo les hablo en español, y así les enseño a ellos a comunicarse con la familia. Les hablo de nuestra cultura, nuestra historia, les cuento anécdotas familiares y vamos frecuentemente a visitar a la familia.
¿Son bien acogidos los hijos de parejas extranjeras o mixtas?
A veces no muy bien. Los niños aprenden lo que van escuchando y se van quedando con lo que ocurre en su entorno. Si un niño escucha en la televisión, en una película o en su casa algo negativo o grosero sobre un extranjero, automáticamente es lo que aprende y lo transmite en la guardería o en la escuela.
Yo le enseño a mis hijos que traten de integrarse y adaptarse, sin herir a nadie y sin que nadie los agreda a ellos. Hay niños islandeses que les preguntan: “¿por qué eres tan negro?, ¿por qué eres extranjero?, ¿qué haces aquí y por qué tienes el pelo de esa manera?”. Si los niños escuchan esas cosas en su entorno, lo aprenden y lo repiten; de ahí viene el bullying, y entonces la adaptación es más difícil.
Aunque tengas una formación, por experiencia propia sé que cuando emigras tienes que empezar prácticamente de cero en el país que te acoge. ¿Cómo ha sido tu andadura laboral antes de convertirte en empresaria?
Comencé en una empresa de carnes y embutidos en el norte de Islandia. Nunca había trabajado tan duro (ríe), pues siempre trabajé en oficinas, organizando fiestas y eventos. Vine a Reykjavík y empecé como camarera en un restaurante donde conocí a la dueña de una floristería. Estuve realizando los dos empleos al mismo tiempo; trabajaba decorando en fiestas y me sentía en la gloria. Tuve la niña y empecé en una guardería, dos años después llegó el niño y continué trabajando allí.
En 2013 empecé a vender comida desde casa. Me gusta cocinar y necesitaba un ingreso extra. En la guardería ganaba poco porque no soy profesora. Empecé los fines de semana, me fui dando a conocer en Facebook y la gente empezó a hacer pedidos. En 2016, una amiga española me comentó que estaban alquilando un local en la biblioteca de Breiðholt -municipio al sureste de Reykjavík. Estaban buscando a alguien que se hiciera cargo de la cocina y ella me sugirió que solicitara el puesto. Fui a una reunión, les comenté lo que quería hacer y con un apretón de mano se firmó el contrato. El 2 de enero de 2017 abrí mi negocio. Mi buen amigo Ólafur Geir estuvo apoyándome incondicionalmente los primeros meses, sin cobrar un salario y le estoy profundamente agradecida. Ahí estoy cocinando comida dominicana, comida islandesa y postres.
«estoy orgullosa de ser dominicana y de ser la primera empresaria latina en Islandia»
¿Les gusta a los islandeses la comida dominicana?
Tiene muy buena aceptación; los islandeses comen de todo un poco (Ríe). La gente me ha acogido muy bien, piden la comida. Les pregunto qué quieren comer para hacer el menú semanal. Me responden: “lo que tú cocines porque toda la comida es buena”.
En el año 2018 Islandia se convirtió en el primer país en prohibir por ley la brecha salarial entre hombres y mujeres. ¿Crees que es un modelo de la igualdad de derechos entre ambos sexos?
Por supuesto que sí. Me parece muy positivo que Islandia lo haya establecido por ley. Cuando sabes que dos personas, independientemente del sexo, hacen el mismo trabajo y cobran lo mismo, te sientes muy bien. Esto tiene que ser un ejemplo a seguir por las generaciones futuras, que el mundo tome a Islandia como ejemplo. En otros países hay diferencias salariales entre hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo y eso es una forma de discriminación.
¿Te planteas la posibilidad de emigrar en un futuro a un sitio más cálido?
A mí me encanta mi país y lo amo. Me veo envejeciendo en mi República Dominicana, en mi Quisqueya la Bella. Me veo allá con mi gente, con mi familia, en la calidez de mi país.
Indiscutiblemente Islandia es un buen país para ser mujer. Allí viví ocho años y lo pude comprobar. Allí conocí a Evelyn y a otras migrantes latinas que, como ella, salían cada día a trabajar con la nieve a la altura de la rodilla, mientras el sol de invierno “brillaba por su ausencia”. A pesar de la nostalgia y el sentimiento de desarraigo, siempre es una aventura fascinante crear un hogar en otra latitud, incorporar nuevas costumbres y aprender un idioma hablado por poco más de 360 mil personas.
Evelyn es la vicepresidenta de la Asociación de Hispanohablantes en Islandia, una agrupación que trabaja con la comunidad latina en su adaptación e integración en la sociedad. Orgullosa de sus orígenes, cada día intenta transmitir a sus hijos su cultura y la buena educación recibida de sus abuelos. Emocionada cuenta que su abuela ha vivido dos pandemias y pronto cumplirá 105 años. Y es que así son las mujeres nacidas en el Caribe, fuertes como el árbol de la caoba o la rosa de Bayahíbe; llevan la alegría y la comparten allí donde afinquen sus raíces.
Si quieres conocer sobre la cultura islandesa, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/una-historia-de-fuego-y-hielo/
Fotos: Skarphéðinn Þráinsson/Omy Lantigua
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.