En la primera entrevista con la investigadora, filóloga y escritora Elízabeth Hernández Alvarado, conversamos con ella sobre su compromiso con el feminismo. Hoy desvelamos su lado literario porque a Ela Alvarado la escritura la ayuda a vivir la vida, según sus propias palabras.
El primer proyecto literario fue colectivo (Proesías: Textos para tiempos mejores) y luego, fruto de su vuelo en solitario, vieron la luz dos libros: Pensando a gritos (2016) y Ellas y yo, identidades de papel (2018). En su afán por dar visibilidad a la mujer en la literatura, ha realizado entrevistas a autoras como Laura Freixas, Silvia Nanclares o Cristina Cerezales Laforet.
«A través de mi escritura, lo que quería era traer ese olvido al recuerdo»
Tienes un blog que se llama Causas Olvidadas. ¿Es algo así como hablar de lo que la gente prefiere olvidar?
Causas olvidadas empezó siendo Causas perdidas. Fue mi primer acercamiento a la publicación en blog, pero hubo un momento en que me pareció un nombre demasiado pesimista. Debe ser la madurez de la vida que tiene eso de maravilloso, que pensé que Causas perdidas aportaba un punto excesivamente oscuro.
Siempre está el recuerdo, la posibilidad de la memoria y por eso cambié el nombre del blog. La intención cuando empecé era compartir mi escritura, también era una manera de poner el zoom en aspectos que para otros son pequeños, insignificantes, causas olvidadas y que yo, a través de mi escritura, lo que quería era traer ese olvido al recuerdo.
¿Qué nos cuentan tus libros?
El primero, Proesías, fue un proyecto colectivo y fue, ante todo, una salida del armario y una celebración de la amistad. Simplemente era un afán de compartir con otros amigos, nos llamamos los papirómanos, ese amor por la literatura. Pensando a gritos fue un intento de alzar solamente mi voz. La mayor parte de los trabajos tuvieron su origen en Causas Olvidadas.
Ela Alvarado: la escritura la ayuda a vivir la vida
Ellas y yo, identidades de papel, creo que es el libro que más se acerca al que una quiere hacer. La madurez es un regalo para ese tipo de cosas. Cuento historias de otras mujeres, pero de alguna forma también están vinculadas conmigo. Estoy a simple vista, pero a lo mejor también estoy en historias que aparentemente están muy lejos de mi realidad. Quiero contar, sobre todo, las realidades sobre las que yo decido escribir y afrontar mi vida como investigadora, como escritora, siempre vinculada a la perspectiva de género.
Como investigadora del tema, ¿qué nos puedes decir sobre el lugar que ocupa la mujer en la literatura que se hace en el siglo XXI?
Estamos en una cuarta ola del feminismo. Estamos en un momento muy interesante, de una gran manifestación a todos los niveles, una reivindicación del feminismo. Hay una gran publicidad incluso editorial. Pero yo creo que hay una gran responsabilidad con cargar de contenido y explicar, y eso nos permite la visibilidad y la publicación de libros.
A nivel de investigación nos permite que nos hagan un poco más de caso evidentemente, que la gente esté más interesada y, sobre todo generar debate, no como confrontación ni como enfrentamiento. Hay que aprovechar la visibilidad aportando contenido y, sobre todo, una cosa que yo reivindico mucho: mirar hacia atrás.
Esta lucha no empezó ayer, somos hijas de otras que empezaron mucho antes que nosotras. Eso nos ayuda a reflexionar, a hacernos preguntas: ¿por qué estamos luchando todavía por lo mismo desde hace tanto tiempo?, ¿qué pasó con aquellas mujeres que empezaron a luchar?, ¿por qué esas mujeres que ya hacían literatura, arte o ciencia no están en los libros de texto?, ¿por qué no podemos enseñar en igualdad?
¿Qué lecturas feministas recomiendas?
Por un lado, habría que leer a las clásicas. Christine de Pizan, por ejemplo. Miraría también en la actualidad. Recomendaría las nuevas voces que, desde la narrativa y no desde el contenido teórico, están hablando de temas que han sido muy poco tratados, por ejemplo, la maternidad, cómo hablan esos personajes femeninos del cuerpo, de su lucha en su vida profesional, del tema de abusos. Lucía Baskaran me parece una autora muy interesante, actual, muy joven. Laura Freixas, una mujer que lleva muchos años trabajando la igualdad. De vuelta a los clásicos: Emilia Pardo Bazán, Simone de Beauvoir, Flora Tristán. En narrativa, a Luisa Carnés.
«A mi cuerpo le tengo que hacer un monumento»
Eres una superviviente del cáncer de mama. ¿Qué te ha enseñado pasar por esta dura experiencia?
Si aprendes algo yo creo que es a posteriori. Yo siempre digo que no me considero una superviviente, porque eso me suena así como a heroína. Creo que mi familia y toda la gente que me rodeaba me ayudó mucho a que yo entendiera que lo tenía que integrar muy rápido en mi vida, porque era la única manera de que ellos lo aceptaran también.
Lo vivimos con la normalidad que se puede vivir un proceso como ese porque tu realidad cambia. Me ha enseñado que los planes no tienen mucho sentido a largo plazo, a medio plazo. Cuando vives algo así piensas que es un paréntesis que se ha abierto en tu vida, estás esperando a que termine el proceso y el proceso dura en dependencia de lo que te toque pasar después de la cirugía, la quimio, cuando te sale el pelo, o después de los cinco años de tratamiento. En algún punto piensa uno que está el cierre y no hay un cierre.
Hay que tener paciencia y cierto nivel de optimismo
Yo nunca me consideré una enferma, siempre dije que era una paciente que estaba pasando un duro tratamiento con unos efectos secundarios brutales. Mi tarea era seguir, aguantar, que mi cuerpo aguantara. A mi cuerpo le tengo que hacer un monumento.
Te enseña a enfrentarte a una nueva realidad desde la humildad. No me considero una guerrera porque entonces la gente que no lo logra qué son: ¿perdieron la guerra?, ¿no lucharon lo suficiente? No me parece justo esa terminología bélica, más teniendo en cuenta que eres un paciente y eso significa que tienes que tener paciencia y cierto nivel de optimismo.
No quiero decir eso de pensamiento positivo. Fue una cosa que me fastidió mucho durante esa época. Yo decía: “pensamiento positivo y tu puta madre”. No hay pensamiento positivo en ir cuatro o cinco veces a la semana al hospital a darte un tratamiento y tener a tus padres que te acompañan y verles su cara; o no tienes pelo igual que tu sobrina de cuatro meses.
Ahí lo que hay es una adaptación a lo que va a ser tu nueva vida. Te ayuda a madurar un poquito más de prisa. No te convierte en mejor persona, te da un poco de… ¿serenidad? Cambió mi vida de lo que yo pensaba que iba a ser, para bien o para mal. No me atrevo ni siquiera a juzgarlo ya con el paso del tiempo. Sí se sufre mucho cuando conoces a alguien que pasa por el proceso, gente conocida, familia. Cuando estás ahí no piensas de lo que eres capaz.
A mi cuerpo le tengo que hacer un monumento
Diga lo que diga, Ela Alvarado es una guerrera que lleva un escudo de palabras para defenderse a sí misma y defender a otras mujeres de sus propios demonios, y darse y darles herramientas para entender y cambiar la realidad que las rodea. Es una luchadora de sonrisa franca y pluma certera que convirtió las Causas perdidas en Causas olvidadas porque, como ella misma dijo en algún punto de esta entrevista: rescatar ese olvido y traerlo, cueste lo que cueste, al recuerdo.
Si quieres leer la entrevista a Ela Alvarado sobre feminismo, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/ela-alvarado-el-feminismo-tiene-que-incomodar/
Fotos: De la página de Facebook de Ela Alvarado, con la participación de Nieves Delgado y Sergio Déniz
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.