Cuando leí el borrador de su novela ambientada en Gran Canaria, allá por el año 2016, me di cuenta de que Carmen Nieto era una mujer de ciencias que había encontrado en las letras un camino para expresar sus sentimientos e inquietudes. Rompiendo moldes, ambas cosas la apasionan: la asesoría fiscal y la literatura. Incluso, según sus palabras, las anécdotas del despacho le permiten a veces recrear un universo de ficción que se va entrelazando con sus propias vivencias.
“Escribo desde que tengo memoria”, asegura ella y con esa sinceridad y sentido del humor inteligente que la caracterizan, es capaz de contarte una buena historia con la gastronomía como hilo de Ariadna. “Las truchas sin freír” es un relato que atrapa y emociona, que parte del punto de vista femenino para desvelarnos un mundo donde los hombres gozaban de todos los derechos, en el entorno rural canario de los años 50.
«la mayoría de mis clientes no saben que escribo»
La trama de tu primera novela, “Truchas sin freír”, se desarrolla en un pueblito de Arucas. ¿Por qué escoges ese escenario?
Es el pueblo de mi madre. Ella siempre decía que el pueblo daba para una novela (de las gordas). Empecé a escribir el relato como una historia corta para un concurso, luego no lo presenté porque estaba disfrutando de la escritura, hasta que se convirtió en una novelita. Los pueblos, las comunidades pequeñas, me llaman la atención. Se establecen relaciones con historias interesantes. Y los pueblos, además, tienen su personalidad. He vivido en muchos sitios, pero siempre en pueblos. Y el pueblo es como un personaje que encierra todo lo demás.
¿Qué te define mejor: la asesoría fiscal o la escritura creativa?
Creo que lo que te define es aquello que si te lo quitan, ya no eres tú. En ese caso, me definen las dos cosas y también me define ser madre y compañera, al final soy una mujer de familia. De una forma o de otra llevo casi veinte años como asesora y si no me gustase, no lo haría.
Me encanta mi profesión, tiene muchos aspectos diferentes y siempre hay novedades. Asesoro, sobre todo, pequeños negocios y supone fajarse mucho con el cliente, pero también tiene su recompensa. En cuanto a la escritura, escribo desde que tengo memoria. Sin embargo, no me considero escritora, más bien, alguien a quien le gusta escribir. Escribir bien requiere un tiempo y un estudio que ahora mismo no puedo dedicar a esa actividad pero me gusta mejorar como aficionada y marcarme objetivos.
¿Tienen puntos en común la asesoría fiscal y la literatura?
A veces hay que echarle un poco de imaginación a los problemas fiscales y buscar soluciones poco ortodoxas dentro de la norma…Y de las anécdotas del despacho también surge, a veces, la inspiración para alguna historia.
Cuando no estás haciendo números o escribiendo, ¿qué te gusta leer?
Sí, la verdad es que leo a destajo. Ahora estoy intentando ser más selectiva con las lecturas porque me he dado cuenta de que me faltan muchos libros por leer. De niña leía aventuras, mi padre me compraba los libros de Julio Verne. Luego empecé a leer ciencia ficción, siempre me ha gustado, leía sobre todo a Isaac Asimow. Tuve una época de literatura rusa, aún hoy cuando no tengo qué leer, cojo los cuentos de Chéjov. Y ya de más mayor descubrí a García Márquez.
Ordenando mi librería me di cuenta de que tengo unos cuantos libros de Almudena Grandes. Hace unos años empecé a leer a Alexis Ravelo, me gusta más cuando no escribe novela negra. Sin embargo, a raíz de asistir a su taller, empecé a interesarme por la novela negra. Reconozco que leo con gula y siempre que empiezo un libro digo que voy a leer despacio, fijándome cómo está escrito, pero luego empiezo a pasar páginas, a quitarle horas al sueño y normalmente los termino en un par de días.
De lo último que he leído, te recomiendo «Engranjes» de Rosa Arciniega, me sorprendió mucho ese libro. Otra lectura recurrente son los cuentos de Unamuno. Los que me conocen saben que soy una flipada de la «Iliada», por eso me han regalado «El asedio de Troya» de Theodor Kallifatides, voy casi por la mitad y la verdad es que me está gustando más de lo que esperaba.
Tú que tienes una hija adolescente, ¿crees que se enseña buena literatura en los colegios e institutos?
Creo que depende mucho del profesor. Le digo a mi hija que ha tenido mucha suerte con sus profes de Lengua. Aún así, creo que en general no se da la importancia suficiente a la lectura. Es importante entender lo que se lee. Hacerlo tuyo. Leer el mismo libro que tus amigas y comentarlo, hablar de las lecturas que se han compartido acerca a las personas.
«nosotros elegimos cada día el tipo de mundo que queremos»
Pienso que en la enseñanza faltan dos asignaturas clave: empatía y humanismo. ¿Estás de acuerdo conmigo?
Ahí te voy a dar la razón a medias. Está claro que la enseñanza es cada vez menos humanista, pero es que la sociedad es así. Sin meterme en términos filosóficos, todo se deshumaniza. Con respecto a la empatía, yo creo que hay que traerla de casa.
No podemos pretender que la escuela sea una burbuja en la que nos gustaría ver reflejado lo mejor de nosotros. La enseñanza, bien sea en los colegios, institutos o las universidades son lo que el resto de la sociedad quiere que sean.
¿Se fía realmente un empresario de una mujer cuando necesita tratar temas fiscales y tributarios? ¿O tal vez se fían más del juicio de una escritora?
La mayoría de mis clientes no saben que escribo. Solo unos pocos, de mucha confianza, están al corriente de esa faceta.
Es posible que algunos clientes, por ser mujer, tengan una actitud distinta al principio. Pero yo no voy pensando si soy mujer o no, se trata de dar soluciones al cliente y ayudarle con el laberinto administrativo. Y el cliente, al final, se queda con eso.
Cuesta mucho ganarse la confianza de un cliente, pero yo creo que eso nos pasa a todos. Hoy en día, en mi despacho somos cinco mujeres, cinco profesionales que nuestros clientes reconocen y cuando nos recomiendan, lo hacen por nuestro trabajo.
¿Cómo has vivido esta crisis sanitaria provocada por la pandemia? ¿Crees que habremos aprendido la lección cuando todo esto pase?
De toda esta situación es un poco pronto para sacar conclusiones. En caliente, te diría que se han destapado muchas vergüenzas. Por una parte, una sociedad infantilizada y a veces caprichosa. Por otra parte, también se han visto ejemplos de solidaridad, profesionalidad y resilencia. De las asesorías no se ha hablado mucho, pero todas las medidas que ha tomado el gobierno para mitigar la crisis económica, no hubieran llegado a las pequeñas empresas si no hubiera sido por las asesorías.
Tendríamos que pararnos a pensar, cada uno de nosotros, qué es lo verdaderamente importante y qué es lo prioritario. Si cada uno de nosotros lo tiene claro, a los políticos no les quedará otro camino que escucharnos. Pero hay que tenerlo claro en el día a día: cuando vamos al supermercado, cuando disfrutamos del ocio, cuando elegimos una vivienda, cuando vemos la televisión, cuando compramos ropa.
CJ Nieto: entre números e historias
Nos gusta responsabilizar a los políticos pero nosotros tenemos en nuestra mano, no solo el votar cada cuatro años; en cada decisión que tomamos, podemos indicar claramente qué queremos. Me gustaría que el primer partido de fútbol que se televisara tuviera cero espectadores (y me gusta el fútbol) pero no se puede tolerar que vuelva el fútbol y el curso académico se haya cerrado de la forma que se ha cerrado, además sin un plan claro para la vuelta en septiembre.
Nosotros elegimos cada día el tipo de mundo que queremos. Decidimos si le compramos un libro a nuestros hijos y lo leemos con ellos o les compramos una Play. Si cambiamos de coche cada año o vamos en guagua. Si apostamos por la sanidad pública de verdad o aplaudimos en el balcón. Y es más fácil creer que un chino loco en un laboratorio quiso acabar con la humanidad que reconocer que si compras unas playeras a diez euros, la persona que las fabrica (en China) es imposible que viva en buenas condiciones. Y te sorprende que coma toda clase de bichos y se enferme y te contagie esa enfermedad.
Sé que disfrutas tu trabajo como asesora fiscal y gestora tributaria, pero prefiero preguntarte, ¿qué proyectos literarios rondan tu cabeza?
Siempre estoy pensando en algo. En la oficina también me gusta emprender proyectos nuevos. A mi socia, cuando le digo “estuve pensando…” se le erizan los pelos.
Como trabajos de escritura, tengo una historia que es un ejercicio de estilo. Estoy volviendo a escribir algunas partes que puedo mejorar. Tengo también un par de relatos cortos que he ido escribiendo a ratitos en el confinamiento. Y un borrador que tú conoces. Además de un batiburrillo de ideas que siempre andan rondando.
¿Crees que la generación de tu hija Ángela hará mejor las cosas que la nuestra?
Yo me fijo mucho en ella y en sus amigas. Hay de todo, pero en general, son gente con buen fondo. Sobre el papel, son conscientes de que tienen por delante un desafío ecológico y social. Otra cosa es ponerlo en práctica cada día.
Me ha sorprendido para bien cómo se han adaptado a esta situación. Tienen quince años, y de repente, todo se ha dado la vuelta. No sé si harán mejor las cosas, pero sí sé que su margen de error, como especie, es menor que el nuestro.
Convencida del papel protagónico de la educación y la cultura en la construcción de una sociedad justa y libre, Carmen donó los beneficios de su primera novela a un proyecto destinado a financiar clases de apoyo en las asignaturas básicas, para niños que por motivos familiares o económicos no podían acceder a ellas.
Cuando esta mujer de números y letras cierra la puerta de su despacho, estoy segura de que se marcha a casa dándole vueltas a esa anécdota que alguien le contó después de hacer la declaración de la renta. Hasta tanto necesite asesoramiento fiscal, prefiero quedarme con las reflexiones de alguien que hornea las palabras a fuego lento para que la historia quede bien cocida y lista para servir.
Si quieres descubrir la historia de otras escritoras, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/sandra-franco-alvarez-que-te-enamores-de-la-lectura-es-su-mision/
Fotos: L&B Actual/Aportadas por Carmen Nieto
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.
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