Trib-Arte es una organización cultural y social que lleva nueve años de andadura y cuenta con un equipo de profesionales del ámbito educativo, social y artístico. Sus miembros ofrecen respuestas innovadoras y creativas a distintas problemáticas, de ahí que su sello distintivo sea la puesta en marcha de iniciativas con una visión multidisciplinar y una metodología participativa.
Recientemente Trib-Arte llevó a cabo el proyecto Mujeres Tech, un proceso de formación que ha durado tres semanas y que ha contado con la coordinación técnica y educativa de Roberto Abelleira (Trabajador Social) y Marta Martín (Educadora Social). El equipo formativo ha estado compuesto por Belén Roldán y Enrique García, graduados en Ingeniería en Desarrollo Industrial y Diseño del Producto, y Soraya Domínguez, Técnica en Igualdad. Su propósito ha sido proporcionar habilidades digitales de utilidad en la esfera personal y laboral a un grupo de mujeres.
Entrevistada por L&B Actual, Soraya Domínguez nos cuenta que este proyecto formativo ha tenido como objetivo “dotar a las mujeres que pertenecen a asociaciones femeninas de Canarias, tanto equipos directivos, trabajadoras y usuarias, de las herramientas digitales tan necesarias en un mundo cada vez más digitalizado”. Para ella eventos como este tienen una gran importancia a la hora de superar “esa brecha digital de género que afecta más a las mujeres”.
Domínguez afirma que al principio tenían pensado trabajar con tres grupos de diez mujeres cada uno y, al final, tuvieron que ampliarlo a quince. “Se inscribieron 55 mujeres finalmente, de asociaciones de diferentes islas. Nuestro objetivo es ayudarlas en su día a día, en la difusión y creación de proyectos, la organización del trabajo en equipo, reuniones grupales y técnicas de trabajo colaborativo en red”, asegura.
«Las mujeres no tenemos referentes, no se nos incentiva a hacer carreras tecnológicas»
Es la primera vez que Trib-Arte realiza Mujeres Tech y su intención, según nos cuenta Soraya, “es repetir”. Hoy por hoy la digitalización se ha convertido en una necesidad para desarrollar prácticamente cualquier profesión. Proyectos formativos como este fomentan que las mujeres puedan gestionar sus propios espacios digitales desde el punto de vista individual y colectivo, al ofrecerles las herramientas tecnológicas necesarias para su empoderamiento en un mundo cada vez más digitalizado.
Mujeres Tech: rompiendo la brecha digital
Al preguntarle sobre la razón por la cual las mujeres se ven limitadas a la hora de acceder a las tecnologías o a carreras tecnológicas, Domínguez asevera: “Creo que nos han encasillado en ciertas profesiones, en ciertos roles y el tema de tecnologías, de videojuegos u ordenadores no han sido uno de ellos. Esto se ha dejado al espacio masculino. Son los niños los que juegan, los que aspiran a ser «gamers», o son los hombres los que aspiran a ser informáticos. Las mujeres creemos que no podemos y es que no tenemos referentes, no se nos incentiva, por ejemplo, a hacer carreras tecnológicas. Al final nos quedamos en los límites de la tecnología, así que sufrimos esa doble vulnerabilidad”.
En lo que a carreras tecnológicas se refiere sucede más o menos lo mismo. Soraya está segura de que no se nos educa para ello; “se nos educa para que estemos en nuestro cuadradito sin salirnos de ahí. Somos cuidadoras, maestras, enfermeras o estudiamos carreras de letras. No nos promocionan las carreras tecnológicas, por ejemplo, Ingeniería Informática; estuve leyendo que solo un 14% de mujeres son las que optan por esa formación. A la hora de buscar trabajo dentro del mundo de las tecnologías, te das cuenta de que contratan a más hombres que mujeres, y si te contratan te quedas en la base. En esa pirámide estructural que tenemos no vas a poder ascender. La mayoría de los puestos directivos en las tecnologías están en manos de los hombres”, puntualiza.
«Nos quedamos en los límites de la tecnología y sufrimos esa doble vulnerabilidad»
Además de las acciones formativas, Mujeres Tech tuvo la oportunidad de contar con la presencia de dos emprendedoras que compartieron sus experiencias en el ámbito empresarial: Leyla Portillo, psicóloga y emprendedora, comprometida con la salud emocional, mental y espiritual y Asiria Álvarez, diseñadora gráfica y fotógrafa que expresa a través de su trabajo una crítica constante sobre temáticas como la dictadura de los cánones irreales de belleza, los estereotipos de género y la vulnerabilidad de estar triste.
Al preguntarle sobre los proyectos activos de Trib-Arte, Soraya Domínguez nos habla de un par de ellos y nos invita a visitar la página web de esta organización social y cultural para conocer en detalle todo lo que se cuece: “Ojos Grises, por ejemplo, trabaja desde el ámbito intergeneracional, haciendo encuentros entre adolescentes y niños y niñas de primaria con personas adultas mayores que cuentan sus experiencias de vida; se sacan situaciones de aprendizaje, incluso de género, de cómo se vivía antes dentro de los hogares en los temas de estereotipos y roles de género y cómo se ven ahora”.
En resumen, Trib-Arte es en sí mismo un gran proyecto que engloba acciones encaminadas a fomentar la participación de la ciudadanía en la vida pública a través de iniciativas en los ámbitos cultural, educativo y artístico. Mujeres Tech ha sido un buen ejemplo de ello, un evento que pone de manifiesto que la formación científica y tecnológica es uno de los principales pilares de la organización.
Si quieres conocer la historia de una mujer líder en el mundo tecnológico te invitamos a pinchar en este enlace: https://www.landbactual.com/obdulia-henriquez-ser-empresaria-y-madre-supone-un-esfuerzo-titanico/
Fotos: Cortesía de Soraya Domínguez/Pixabay
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.