Ana Lidia Fernández-Layos es fundadora de Opciónate, una organización no gubernamental que busca contribuir a la mejora personal, social y organizacional a través de la equidad de género, la inteligencia emocional y la Gestalt. Es decir, buscan la manera de mejorar tu vida para mejorar el mundo, de lo personal a lo global.
No siempre fue así para Ana Lidia. A los 17 años consiguió una beca para entrar en los Colegios del Mundo Unido gracias a la que pudo convivir con 200 personas de 90 países diferentes, algo que le «abrió el mundo». A los 18 años tuvo la oportunidad de ver la sede de Naciones Unidas y pensó que era allí donde quería estar «para influir en las políticas». Después de estudiar Relaciones Internacionales y de trabajar en diferentes proyectos de ámbito global, entendió que era importante saber «de qué manera influye lo internacional en nuestro día a día». Allá por los años 90, gracias a sus conocimientos de idiomas, pudo ir, desde la sociedad civil, a las Naciones Unidas para influir en la legislación y en las políticas de género.
La gente que toma las decisiones tiene que estar concienciada y sensibilizada de que lo que hacen tiene un impacto
Ana nos cuenta cómo en una cumbre de comercio internacional de Naciones Unidas le impactó mucho la imagen de los representantes viendo el mundial en el pasillo. «Me pregunté en manos de quién estábamos. Y me di cuenta de que el cambio viene de arriba a abajo, pero también de abajo a arriba y de que me faltaban herramientas. Es muy importante trabajar en campañas de comunicación, de sensibilización y de concienciación para que cada vez haya más presión de la sociedad civil a los gobiernos. Para que la gente esté mejor informada de lo que ocurre y de las implicaciones. Y para que la gente que toma las decisiones esté concienciada y sensibilizada de que lo que hacen tiene un impacto». Porque, al final, como dice Ana, «las políticas públicas dependen de personas».
Así que empezó a formarse en Inteligencia Emocional y como terapeuta Gestalt. Pensó que era una buena manera de trabajar cara a cara con las personas y producir otro impacto, uno que generara un beneficio para todos y todas.
Para Ana Lidia, que tiene 45 años y es madre de dos peques, «lo más importante en este momento es encontrar el equilibrio entre la vida personal y la profesional», que como siempre, explica, están interrelacionadas.
Me siento tras la pantalla a conversar con ella como si estuviéramos en medio de una conversación filosófica, en la que todo deriva en otra cosa, cada cual más interesante.
Eres la coordinadora de Opciónate, una iniciativa cuyo lema es “Mejora tu vida, mejora tu mundo”. ¿Crees que es posible actuar individualmente para transformar el mundo de manera global?
Creo que es posible. Muchas veces las decisiones globales las toma una sola persona que puede tener influencia sobre una legislación que dure décadas. Desde nuestro día a día también podemos influir. Cuando pienso en influir pienso en hacerlo en beneficio de las personas, a un nivel humano.
Depende de lo que cada persona piense y del puesto que lleguemos a tener a nivel público. Si es a nivel global, puedes aspirar a ser presidenta de la Unión Europea o dirigir la Comisión Europea. También se puede influir a través de movimientos sociales, por ejemplo, ser presidentes de una organización internacional como Oxfam Intermón. Puedes colocarte en diferentes lugares en el ámbito público como en la dirección de una empresa multinacional para crear una empresa social.
Hoy es mucho más fácil con Internet. Para bien o para mal puedes influir con clic, que es algo que estamos trabajando con los y las jóvenes: el poder del clic, que puede destrozar o arreglar la vida de las personas. O puedes influir en una política pública. El change.org, los presupuestos participativos en un ayuntamiento o un vídeo que se hace viral. Está demostrado. La cuestión es si queremos influir o no, en qué escala y para qué.
A veces me da la impresión de que la gran parte de las personas no es consciente de la influencia que ejercen sobre otras personas. Personas que no están metidas en ninguna organización política o social y que no tienen, a priori, objetivos de transformación social. ¿Tienes esa percepción?
Sí, por eso trabajamos desde una forma holística. Todas estamos formadas en psicología, en inteligencia emocional, en metodologías participativas… porque de lo que se trata es poner consciencia a los procesos. Es verdad que la mayoría de las personas no viven con esa consciencia. Por eso el lema es “mejora tu vida, mejora tu mundo”, porque vamos desde lo personal a lo social. Y de lo social a lo personal. En relación con la igualdad, por ejemplo, siempre preguntamos en las formaciones quién es machista. Solo levanto la mano yo, pero somos todas y todos. Y empezamos a trabajar desde ahí, pero no desde la culpabilización.
Lo primero es ser conscientes de cómo influimos y de con qué ideología, y luego ver si queremos cambiar algo. Hay gente que toma conciencia y se quedan ahí. Si un niño o una niña en el cole plantea que todos y todas tienen derecho a jugar, está influyendo. A lo mejor incluso puede influir en el equipo docente, en alguien que no se haya dado cuenta de la situación. Siempre hay alguien que tiene más carisma que puede plantear una idea, positiva o negativa, y contagiar al resto. Ojalá que lo que se contagie sea positivo.
En la organización realizan proyectos de diversa índole relacionados con la asesoría, la formación, la evaluación o la investigación. Todos ellos están atravesados por la equidad de género, la inteligencia emocional y la Gestalt. ¿Qué relación existe y cómo se integran en el proceso de trabajo estas tres realidades?
Mayoritariamente el trabajo que realizamos va en torno a ejes relacionados con la formación, con la investigación y con la implementación de proyectos de concienciación o sensibilización o de cambio interno de las instituciones, vinculados con la igualdad o la Inteligencia Emocional.
Muchas de nosotras, que venimos de la Cooperación Internacional, nos hemos dado cuenta de que los planteamientos y las resistencias humanas, los conflictos entre personas o lo que tiene que ver con la igualdad de género es igual en todas partes, aunque se manifieste de distintas maneras en el ámbito cultural. Por eso el éxito o el fracaso de las iniciativas depende mucho no solo de la capacidad técnica y de conocimientos del equipo que lo esté trabajando, sino de cuestiones que tiene que ver con las relaciones de cada uno y cada uno y cada una consigo mismo y consigo misma y con el equipo.
Muchas veces es necesario hacer una foto y para ello tenemos que contar con un proceso participativo y directo con las personas con las que estamos trabajando. Para hacer una formación en género, por ejemplo, que de verdad deje huella y tenga un cierto impacto, a veces, las primeras sesiones se basan en eliminar resistencias y desmontar estereotipos. Siempre salen los típicos tópicos como las denuncias falsas. Cada vez nos detenemos menos en eso, si no detectamos un interés por aprender y entender.
Se necesitan habilidades que tienen que ver con la inteligencia emocional y con lo social, habilidades docentes y habilidades psicológicas para poder cumplir los objetivos que te planteas.
¿Qué dificultades existen para integrar la perspectiva de género en las políticas públicas y cómo se puede mejorar en este aspecto?
Los principales obstáculos que nos hemos encontrado han sido la falta de concienciación y resistencias personales que se llevan a lo profesional. Mucha gente asocia el trabajar con enfoque de género como una cosa más, como diversidad funcional o medio ambiente. Algo que estamos intentando plantear es que el enfoque de género es transversal y que las mujeres no somos un colectivo más, minoritario. No son las personas migrantes, las personas con diversidad funcional o las personas con exclusión social y las mujeres. Es que hay mujeres en todos ellos y somos la mitad de la población mundial. Lo que hay que cambiar es esa lógica.
hay que cambiar la lógica de que las mujeres somos un colectivo más. hay mujeres en todos los colectivos y somos la mitad de la población
Otro de los mitos es que, si no haces nada, no estás siendo discriminatorio. Cuando no haces nada, no sabes si estás siendo discriminatorio. Muchas veces no se trabaja desde las instituciones públicas con un sistema de seguimiento y evaluación. No es con mala intención, pero no hay esa cultura.
Todo lo que se hace tiene que hacerse partiendo del para qué y el para quiénes. Luego hay que establecer cómo se mide si hemos conseguido el objetivo y por qué lo hemos conseguido o no. Dentro del para quienes tiene que haber un equilibrio entre hombres y mujeres. Cuando hay una brecha de género muy grande es porque hay factores conscientes o inconscientes que han influido. Existe un sector de la población que no lo hace a propósito, ni de una manera estratégicamente orquestada, sino que lo hace por una inercia de siglos de machismo y de violencia machista. No solo en la pareja. Hablamos de una violencia institucional, mundial, a todos los niveles, hacia las mujeres y las niñas. Pasa que tenemos que demostrar una y otra vez que eso sigue existiendo y dar ejemplos todo el rato porque hay gente que desconfía. Por eso es muy importante dar datos.
Ya hay una legislación que obliga a hacer evaluaciones presupuestarias del impacto de género, que es muy tangible. Si analizas los presupuestos, analizas las políticas públicas y ves a quién beneficia y a quién no. Pues no hay herramientas para hacerlo porque no hay datos desagregados por sexos. Y luego te encuentras políticas públicas a favor del empleo de las mujeres en los sectores masculinos y la equiparan a una política pública para apoyar a los hombres en el sector femenino. Y no es lo mismo porque la brecha de empleo es de las mujeres. Y no vas a equilibrar esa brecha de empleo fomentando el empleo de los hombres.
En el sector técnico y audiovisual esto se ve muchísimo.
Sí. Estamos apoyando un proceso de evaluación de impacto de género en el servicio de cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Una de las cuestiones que salen en los diagnósticos, a nivel nacional y europeo, es que, a pesar de que hay bastante equilibrio entre hombres y mujeres -no tanto en el sector técnico- existe una brecha brutal en el empleo. ¿Qué pasa?
En un porcentaje muy alto de los casos es la conciliación, los cuidados. Otro aspecto que llama la atención es que dice que los hombres se mueven mejor para acceder a los recursos. ¿Cuánto tiene que ver con que se muevan mejor para localizar una licitación o un empleo y cuánto tiene que ver con la solidaridad masculina? Creo que ese es uno de los retos porque, consciente o inconsciente, hay mucha solidaridad masculina. En cuanto haya más sororidad femenina iremos creando redes para fomentar la disminución de la brecha en el empleo.
En cuanto haya más sororidad femenina, se crearán redes para disminuir la brecha de empleo
Quizás nos tachen de discriminatorias, pero si miramos las contrataciones en el mundo cultural y en el audiovisual son mayoritariamente hombres. Nadie los tacha de discriminatorios.
Volvamos a Gran Canaria. Hace unos meses realizaron un estudio para saber cómo percibe y entiende la juventud canaria la violencia de género. ¿Es consciente la población más joven de la importancia real de este problema estructural que nos afecta a todas las personas?
En este estudio participamos en la realización de entrevistas y grupos focales en la provincia de Las Palmas. Otras compañeras lo hicieron en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Y luego se hizo una macroencuesta a más de 2000 jóvenes de entre 16 y 29 años. El estudio se centró en la Violencia de Género oficial, en la ley de 2004, la que se da en la pareja o expareja.
«Los avances en Internet han producido nuevas herramientas que facilitan el acoso, el control y la violencia psicológica»
Las conclusiones a las que llegamos es que sigue prevaleciendo esa diferencia entre la violencia física y la psicológica. La violencia machista se sigue asociando a algo muy grave cuando la violencia es física y no tanto cuando hay violencia psicológica. También nos llamó la atención cómo las redes sociales y los avances en Internet han producido nuevas herramientas, cada vez más sofisticadas, que facilitan el acoso, el control y la violencia psicológica.
Por otro lado, en el grupo de 25 a 29 años, sobre todo mujeres, planteaban la dificultad de obtener una relación amorosa sana y que no implique la renuncia. Que no querían tener una relación de pareja hasta no acabar la carrera y tener un trabajo estable porque quieren hacer cosas. Creo que tener una relación suponga una limitación personal es violencia, machista o mutua. También hablaban violencia mutua, aunque empezara como violencia machista. El tema de los celos atraviesa mucho. Creo que hay un retroceso importante en las relaciones amorosas y siento que, en muchos casos, la población joven es más conservadora.
Por esas dinámicas de violencia mutua, de control, sale muchas veces el tema de que los hombres también son maltratados. Hablan de la legitimidad del discurso machista y sigue entrando el mito de la denuncia falsa. Desde que está VOX todavía más.
Con respecto a la influencia del factor político en la modificación de la conducta de la población más joven en relación a la violencia de género. ¿Cuáles pueden ser algunos de los motivos que puedan haber provocado este retroceso?
Siempre ha habido un sector de la población que pensaba así, lo que pasa es que no tenían voz en el Parlamento. Antes nadie se atrevía a decir ciertas cosas en voz alta y mucho menos en un medio de comunicación. Cuando VOX irrumpe, dando voz a los pensamientos de muchas personas, manifiesta de manera pública cosas que solo se manifestaban en asaderos después de 3 vinos o en ciertos entornos donde todo el mundo pensaba igual. Ha hecho mucho daño que hayan llegado a la política, que tengan poder y capacidad para echar atrás cuestiones que ya estaban conseguidas. Van en contra de legislaciones internacionales en temas, por ejemplo, de igualdad. Leí en algún sitio que alguien planteaba que hubiera una ISO sobre igualdad de género y creo que tiene razón.
Ojalá VOX nunca tenga tanto poder como para poder echar atrás legislación española que lleva tantos años aprobada. Es lo que hablábamos antes, no es lo mismo el poder de influencia con una cerveza en un asadero que cuando tienes un escaño en el Parlamento. Por eso la gente tiene que entender el poder del voto y el voto de las mujeres más. Muchas mujeres se dejaron la piel en las calles y murieron en la guillotina para que tú y yo podamos estar debatiendo sobre esto. Esto no se puede olvidar porque parece que ha surgido por espontaneidad, pero no es así. Muchas mujeres han muerto en el camino y siguen muriendo en muchos países por defender nuestros derechos.
Hablemos del retroceso. Parece que, aunque los niños y las niñas no vean esas desigualdades hay un momento en el que lo empiezan a reproducir. ¿Por qué crees que pasa esto?
Lo ven en su casa, en la tele, en sus familias… Yo tengo un niño y una niña y hemos intentado, en el núcleo más cercano, que no haya diferencias. Y resulta que la tendencia del niño es que le gustan las cosas estereotípicamente del varón y a la niña le gustan ambas porque tiene a su hermano mayor. En mi familia se ríen. Pero el tema no es que a mi hijo le guste el rosa y a mi hija el balón. Quiero que les guste lo que les dé la gana y que dejemos de pensar si están dentro de la cajita o fuera de la cajita. Pero hay un montón de condicionamientos, conscientes e inconscientes. Y lo ven porque lo reproducimos, las feministas también.
No podemos cambiarlo todo. La cuestión es que cada vez tengan más conciencia de lo que les perjudica lo que reproduzcan. A una mujer que le encanta el rosa y ponerse vestidos, pues eso no le perjudica, que se ponga lo que le dé la gana. Pero igual sí le perjudican otras cosas más profundas. Por eso no es solo identificar los condicionamientos de género, sino lo que te perjudica para poder cambiarlo y para tener apoyo para cambiarlo.
Me parece súper interesante que una de las cuestiones de las que podríamos partir, cuando nos hagamos preguntas para ser conscientes, sea qué nos perjudica. Por ejemplo, con la violencia de género psicológica.
Hay una organización que se llama Asociación de Mujeres para la Salud, de Madrid, que trabajan con atención a mujeres que han vivido situaciones de Violencia de Género. Ellas hablan de malestares de género. Me refiero a los malestares machistas. Cuando lo leí hace años dije: “¡Claro! Es que es eso”. He tenido malestares como mujer por cuestiones machistas desde que tengo uso de razón. Me causan malestar porque me están tratando diferente, porque me están discriminando o porque tengo unos conflictos internos que me dificultan la vida y que tienen que ver con el machismo que vivo, que veo y que he interiorizado. Y los hombres también pueden tenerlos porque el machismo también les afecta.
He tenido malestares como mujer por cuestiones machistas desde que tengo uso de razón
La cuestión es identificar lo que nos ocurre, de dónde viene y cómo podemos resolverlo o desenmarañarlo. Por eso para nosotras ha sido muy importante poder trabajar desde lo terapéutico. Porque muchas veces lo que ocurre en los grupos, lo que es importante y lo que influye sobre el resultado final tiene que ver con la relación de cada uno y cada una consigo misma y con el grupo. Por mucho que lo llevemos a lo técnico, el tema de género es súper emocional y tiene un componente psicológico muy importante. Detrás de las resistencias y de los obstáculos para avanzar en los procesos están los procesos internos de las personas.
Esto me hace recordar a la frase de “lo político es personal”. Porque todo al final tiene que ver con las personas. Y es un poco lo que decías de las redes sociales. Deshumanizamos todo desde el punto de vista empresarial, político, cultural, económico. Y eso elimina la responsabilidad de hacer las cosas para que tengan un impacto positivo en mi vida y en la de los demás.
Claro, estoy de acuerdo. Pero ahora pensé: ¿lo deshumaniza o lo racionaliza? Es decir, el ser humano tiene una parte emocional, una parte racional, una parte corporal… Nosotras trabajamos con ese enfoque holístico, en cómo integrar todos los componentes del ser humano. Y quizás no es que se deshumanice, sino que asociamos la humanidad con el componente emocional del cuidado.
Hemos valorado más el componente racional del ser humano, lo que tiene que ver con lo técnico y lo práctico
A lo largo de la historia se ha priorizado el hombre racional, heterosexual, blanco. Así que no es tanto una deshumanización. Es la extracción del componente racional personificado en ese hombre heterosexual y blanco, dejando de lado otras partes que también son del ser humano. Le damos más valor y más reconocimiento. Hemos valorado más monetariamente, emocionalmente, en reconocimiento público todo lo que tiene que ver con lo técnico y con lo práctico. Le pagas a un cerrajero 100 euros por dos minutos y le pagas 10 euros la hora a quien cuide de tu bebé. Si lo piensas, es una locura. Y estamos en todo ese sistema. De hecho para poder llegar a un puesto alto de influencia tienes que estar centrado en lo racional y te dicen que dejes de lado lo personal, pero lo que dejas de lado es lo emocional.
Volvamos a la juventud. Han trabajado junto con el alumnado de tres centros de Gran Canaria en el proyecto “Jóvenes por una ciberciudadanía democrática”. ¿Por qué es necesario unir ciudadanía, tecnología y democracia?
Porque el mundo funciona así en este momento. Vivimos en una era tecnológica, las relaciones humanas en un porcentaje muy alto se establecen a través de la tecnología, sobre todo después de la pandemia. Los y las jóvenes han nacido con ello y saben cómo trabajarlo.
Ciudadanía hace referencia a la relación entre las personas, a la participación social, a la creación de políticas públicas y de legislación, a que las personas puedan ejercer sus derechos y sus deberes en una sociedad determinada. Si hoy en día la mayor parte de las interacciones humanas, a todos los niveles, incluida la relación con las administraciones públicas, se hacen a través de la tecnología, significa que la ciudadanía digital está siendo imprescindible. También ocurre que hay un vacío legal importantísimo. Lo hemos trabajado con los y las jóvenes a través de vídeos. Si no dejas la puerta de tu casa abierta, ¿por qué dejas abierto el ordenador? Hay una conexión entre lo físico y lo digital muy cercana.
El desarrollo de la tecnología ha ido muy rápido. Y existe esa deshumanización cuando las personas son capaces de hacer cosas que no harían directamente cara a cara. Por ejemplo, insultan por escrito y la influencia es mucho mayor. La mayor parte de las personas no saben que cosas que han hecho son ciberdelitos penados.
¿Qué resultados ha tenido incluir a la población más joven en su desarrollo?
Ha sido súper importante hacerles partícipes en este proyecto para diseñar una campaña para otros jóvenes porque el lenguaje que hablamos es distinto. Yo les ponía materiales para saber si servirían para ponerlos en otras clases. A ellos y a ellas les parecía muy aburrido y a mí súper chulo. También te colocan en tu lugar. En las sesiones he aprendido mucho.
Por otra parte, en España hay una educación muy de boli. Al principio nos recibían así y levantaban la mano porque les decían que la participación les daba puntos. Las charlas que dábamos estaban integradas en alguna asignatura porque ir, dar una charla y marcharte no sirve de nada. Planteamos varias sesiones y luego que hicieran trabajos en los centros entre medias. A lo largo de las sesiones, cuando vieron de qué iba el tema, en la mayor parte de los casos, participaron en todo e hicieron propuestas como crear filtros, una cuenta de Instagram, hashtags o un Tik Tok. Al final es crear herramientas que lleguen porque quienes pueden cambiar las normas en las relaciones sociales ahora mismo son ellos y ellas.
También es importante que conozcan las herramientas para que sientan que pueden influir. Entre la juventud de ahora muchas veces hay un desánimo porque no saben lo que va a pasar. Lo que no ponen en duda es que el sistema cibernético va a seguir funcionando. No saben si van a poder viajar, pero saben que van a poder seguir conectados a Internet. No saben si van a poder ver a sus amigos o familiares, pero sí que los podrán ver a través del móvil. Entonces es súper importante tener el móvil cargado, pase lo que pase. Es un lugar fijo y estable frente a la inestabilidad de todo lo externo.
En relación a esto, desde Opciónate han trabajado el tema de las ciberviolencias machistas en diferentes centros escolares. ¿Qué son las ciberviolencias y cómo las percibe la juventud?
Organizamos unos webinars en torno a las ciberviolencias machistas que fueron muy interesantes en el que conocíamos el marco legislativo a nivel más nacional, europeo e internacional. Queríamos identificar entidades que estuvieran trabajando en estos temas porque queremos seguir trabajándolo. La segunda parte era de buenas prácticas. De ahí surgió la posibilidad de hacer, junto con la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, estas formaciones en institutos y centros de Primaria.
En los talleres, que hemos realizado los meses de abril y mayo, hemos identificado que son más receptivos y receptivas en Primaria. Aunque en muchas ocasiones no tienen su propio móvil, acceden a móviles de familiares y a Internet, a consolas o a YouTube de otras maneras. Aquí han salido las ciberviolencias de todo tipo, aunque hemos podido trabajar el tema del machismo.
Las niñas, desde tan chiquititas, identificaban que en plataformas como TikTok que son más criticadas, hagan lo que hagan, tanto por mujeres como por hombres. Que se fijan más en cómo se visten. Para muchas esto suponía retirarse. Esto salía también en los webinars. Uno de los problemas que está habiendo para mujeres ciberactivistas adultas y para mujeres en general, es que reciben tantas críticas que no contraatacan, sino que se retiran. Al final estamos excluidas de las redes sociales, consiguen que no estemos.
Con los videojuegos, un tema que hemos estado trabajando con Nira Santana, identificaban que muchas mujeres se ponen nicks neutros o de chicos para que no sepan si son chicos o chicas. Cuando ponen la cámara, en caso de que la pongan, notan que hay un cambio. En el mejor de los casos te pueden decir “Qué buena eres para ser una chica” y en el peor de los casos las excluyen.
«En los videojuegos las chicas se ponen nicks neutros o de chicos para que no sepan si son chicos o chicas»
En los adolescentes, de 15 y 16 años, nos dimos cuenta de que tienen mucho rechazo. Están aburridos y no quieren que les hables del tema. No pensamos que tuviera muy buen resultado, excepto para desmontar algunas creencias. En algún momento había tanto bloqueo que tuvimos que plantear hacer debates argumentando por qué piensas que hay ciberviolencias o por qué no. Colocarlos en esa posición les descoloca y en algunos casos les desactiva porque no tienen argumentos. No sabemos cuánto han aprendido, pero a lo mejor han aprendido que, si quieres defender una posición en la vida, tienes que documentarte.
Ana es una mujer sociable a la que le encanta aprender. Eso se nota desde que comienzas a hablar con ella. La parte experiencial de la vida, tan importante para ella, se ha convertido en el núcleo central de su vida profesional. Y, como muchas otras mujeres, tuvo que aprender a empoderarse para transmitir sus opiniones, sus necesidades y sus deseos. Es en Opciónate donde plasma todas esas inquietudes y a través de las que nos hace partícipes del cambio que queremos vivir. No hace falta nada más que buscar el equilibrio desde dentro y crear redes de apoyo para que todo lo bueno acabe llegando.
Fotos y vídeos: Cortesía de Ana Lidia Fernández / Facebook y Youtube de Opciónate /Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.