Cierto día, Samy Bayala se encontró una red mágica para cazar palabras. A ella no le gusta guardarlas para sí misma; al contrario, una vez que las atrapa las suelta en las páginas de los libros y allí ellas cobran vida y cuentan historias maravillosas que hacen soñar a los niños y las niñas.
Samy conoce muy bien el mundo de los duendes y las hadas que habitan unas Islas llamadas Afortunadas. Llegó hace muchos años desde la lejana Argentina y en una de ellas construyó su hogar. Cada vez que el Duende del Tiempo se lo permite, da rienda suelta a su imaginación y, en un abrir y cerrar de ojos, los personajes de sus cuentos se van adueñando de su casa. Ella misma confiesa que cuando escribe busca respuestas para esa niña inquieta que no deja de hacerse preguntas en su interior.
«a medida que vamos entrando en la edad adulta perdemos esa capacidad de maravillarnos frente al espectáculo de la vida»
¿Qué te motiva a escribir para niños y jóvenes?
Cuando escribo no pienso en el público lector. Simplemente aparece ante mí una imagen o surge una frase que llega a mi cabeza y siento la necesidad de darle forma y de contar una historia. Probablemente me muevo de manera más cómoda utilizando un lenguaje infantil. Tal vez porque esas historias que llegan a mí sean respuestas que quiero darle a mi niña interior o interrogantes que ella misma se hace; no podría decirlo con exactitud.
Pero si hay algo que me motiva es esa capacidad que tenemos los seres vivientes de sorprendernos con las cosas más pequeñas y sutiles. Eso es algo que sólo se experimenta en el transcurso de la infancia. También sucede en el reino animal. Basta con observar a un cachorro (de cualquier especie que sea), hay una necesidad de descubrir el mundo que hace que todo, hasta la partícula más pequeña que danza por el aire sea motivo de aventura.
Creo que ahí está la respuesta a tu pregunta. Siempre me llamó la atención esa forma de observación que hay en la infancia. Y nunca dejaré de preguntarme por qué a medida que vamos entrando en la edad adulta perdemos esa capacidad de maravillarnos frente al espectáculo de la vida.
¿Qué ingredientes hay que usar para que un libro infantil funcione?
Creo que el público infantil es muy exigente y no hay que subestimarlo en lo más mínimo. No hay una fórmula. Creo que sucede como en todas las manifestaciones de arte. Algo te llega o no te llega. El lector infantil es igual.
Hoy en día los clásicos de la literatura infantil siguen funcionando y se escribieron hace cientos de años, cuando no existían Internet, los videojuegos o la play. Y, sin embargo, a los niños y niñas les sigue atrapando la historia de Hansel y Gretel, o se siguen estremeciendo ante la bruja de Blancanieves.
Es verdad que la vida va avanzando y es necesario dar una vuelta de rosca a algunos temas. Tal vez ya la princesa no espera a un príncipe que la salve, porque ha descubierto que sólo ella puede salvarse a sí misma; y el príncipe siente un alivio enorme de no tener que ser el salvador de nadie más que de sí mismo. Pero el tema subyacente en toda esta historia es el amor. Y eso nunca pasará de moda. Por lo tanto, para que algo atrape tiene que llegarte al corazón y para eso no hay una fórmula mágica.
¿Es más fácil para ti escribir para el público infantil argentino?
No hay diferencia. Volvemos a lo mismo: los sentimientos inherentes al ser humano no entienden de razas ni de nacionalidades. El miedo es miedo aquí o en la China y el amor nos puede hacer felices o nos puede herir de igual manera en España que en Dubai.
Es verdad que hay paisajes que, por conocidos, me resultan más fáciles de describir; pero, personalmente, no encuentro diferencia entre un público y otro. De hecho, me despojo o al menos intento despojarme de esas “limitaciones”, si se quiere, a la hora de sentarme a escribir.
¿Qué sentiste cuando se publicó tu primer libro de cuentos Rayo de luna, claro de Sol?
Fue una alegría muy grande. Yo siempre quise dedicarme a la literatura, pero lo veía como algo muy lejano.
Estaba cursando el Profesorado en Educación Infantil y teníamos una asignatura que era justamente Literatura Infantil. La profesora nos hacía preparar pequeños teatrillos y diferentes actividades lúdicas alrededor de esta asignatura. Cada vez que hacíamos un grupo de trabajo yo era la encargada de escribir el guion. Entonces ella se interesó en mí y me pidió que le dejara unos cuantos manuscritos para leer.
Mi sorpresa fue que esta mujer, Susana Rovere, además de profesora trabajaba en una editorial y me propuso armar un libro con esas historias que yo le había entregado, y así fue como nació ese primer libro, que me hizo sentir que nada es imposible.
¿Qué aporta la cultura canaria a tus libros?
Van a hacer 19 años que vivo aquí y por supuesto que me nutro constantemente de la idiosincrasia canaria, que de todas maneras es muy parecida a la de países del Caribe adonde tuve la suerte de viajar.
Los paisajes, la forma de vida de una isla, la cercanía con el mar, la naturaleza, el calor de la gente; todo eso creo que me ha aportado frescura y una manera diferente de ver el mundo.
¿Te gustan los cuentos con moraleja o prefieres que los niños y niñas saquen sus propias conclusiones?
No creo que sea necesario que un cuento tenga moraleja. Ese fue un recurso que se utilizó durante mucho tiempo y yo lo vinculo con el adoctrinamiento. Creo que tanto los niños y niñas como los adultos tenemos que leer por el placer de leer.
No creo que un director o directora de cine piensen en que sus películas tengan que dejar una moraleja; ni que los y las artistas plásticas piensen en ello. La moraleja es una necesidad del adulto. No pertenece al mundo infantil.
Los niños y niñas irán sacando sus propias conclusiones y está en los adultos darles esa libertad y esa posibilidad de descubrir la vida. Esto no significa que no haya algunas pautas o normas que cada padre o madre quiera establecer, pero considero que esa no es la tarea de una escritora, como es mi caso, ni la finalidad de la cultura.
«el príncipe ha descubierto que le queda tiempo libre para compartir las tareas del hogar»
¿Faltan heroínas en los cuentos infantiles?
Pienso que sobre todo en los últimos años, y por suerte, hay un cambio de pensamiento y se está reivindicando más la figura de la mujer en todos los ámbitos culturales. En la literatura infantil se ve mucho, me parece muy positivo ya que como te decía antes, posibilita que desde la infancia vayamos teniendo otra visión de la vida.
No es necesario que el príncipe rescate de la torre a la princesa. Ella aprendió a lo largo de los años a subir y bajar sola. Y el príncipe ha descubierto que le queda tiempo libre para compartir las tareas del hogar y esperarla con la cena lista cuando ella llegue, agotada, de su travesía por el bosque.
Poco a poco vamos cambiando nuestro punto de vista en cuanto a los roles que, hasta ahora, eran “políticamente correctos” y eso se refleja en la literatura, aunque queda camino por recorrer, creo que estamos en ello.
¿Qué personajes prefieres: princesas o brujas?
Me gustan más las brujas. Me dan más juego y me divierten mucho. Aunque toda princesa puede llevar una bruja dentro y viceversa.
¿Cuánto hay en tus libros de esa niña que nació en un bonito barrio de Buenos Aires?
Todo o casi todo. Escribo para dar respuesta a lo que me permito observar con esa mirada de la que te hablé al principio, la de la sorpresa. Entonces cuando dejo de ser “adulta” y me elevo al escalón de la infancia es cuando logro conectar con la magia y escribir. Por eso siento que de una u otra forma esa niña está presente en todos mis libros.
¿Tus referentes en la LIJ? ¿El que más te ha marcado?
En la literatura infantil hay muchos autores que me han marcado por la magia y la sutileza con la que describen el mundo en sus libros: Ivar Da Coll; Tomie de Paola; Ana María Machado; Gustavo Roldán…Pero sería injusta con muchos otros que en determinado momento me han servido de referentes y a los que también admiro.
Podría decirte que “mi primer maestro”, me tomo la licencia de llamarlo así, fue Gianni Rodari. Un gran escritor, pedagogo y periodista, que dedicó muchos años a renovar el lenguaje y la forma de escribir para los niños. Cuando cursaba el profesorado de educación infantil, llegó a mis manos su libro “Gramática de la Fantasía” y recuerdo que esa lectura me abrió las puertas para jugar con las palabras y lo que quería transmitir a través de ellas.
Para ese entonces ya había sido tocada por la varita mágica de Julio Cortázar al leer su libro “Cronopios, Famas y relatos”. Es curioso porque si bien Cortázar no pertenece a la LIJ, tiene algunos relatos que me nutrieron mucho y es un autor, junto con Rodari, al que suelo recurrir cuando necesito dejar volar la fantasía y librarme de estereotipos literarios.
Samy Bayala: «La princesa ya no espera a un príncipe que la salve»
¿Cuál de tus libros es tu favorito y cuál echarías a la papelera?
Justamente fue Julio Cortázar quien dijo una vez que si volviera atrás, su primer libro lo hubiera quemado antes de publicarlo. A veces siento lo mismo, pero cuando pienso que ese primer libro me llevó adonde estoy ahora no puedo más que sentir agradecimiento por él. Detrás de cada uno de mis libros hay una historia, más allá de la historia que se cuenta. Por lo tanto, todos son mis preferidos y todos se libran de la hoguera.
¿Algún libro horneándose ahora mismo?
Hay un libro que ya está a punto de “nacer”. Se llama “El titiritero y la luna”, ilustrado por Marina Seonae. y que saldrá bajo el sello editorial de LIJ Alargalavida-Editorial Bilenio.
Estoy muy feliz porque sé del esfuerzo que todas las partes implicadas han realizado para que esta criatura vea la luz. Estamos transitando tiempos complicados, en donde todo se hace muy cuesta arriba y realmente me siento privilegiada y sumamente agradecida tanto al sello Alargalavida como a Bilenio Publicaciones por confiar en mí una vez más.
Si te encargaran una historia para adultos, ¿sobre qué te gustaría escribir?
No creo que escribir por encargo sea lo mío. De todas maneras, hay una historia que hace años vengo escribiendo y que aún no está terminada que transcurre en los años de la dictadura militar en Argentina. Es un texto que retomo cada tanto, pero al que aún le falta mucho recorrido. Supongo que algún día la terminaré.
¿Qué le pedirías al genio de la lámpara si lo tuvieras frente a ti?
Lo primero que le pediría es que se siente cómodamente y tome nota de mis peticiones, mientras yo preparo unas palomitas para compartir.
Había una vez una escritora caza palabras que conocía mejor que nadie dónde se escondían los duendes de la semana, sobre todo uno muy especial: el del Día Martes, el más escurridizo y misterioso de todos. A ambos les chiflan las historias, por eso ella con su red mágica de atrapar palabras, las va juntando mientras el sol se pone el pijama y luego se sienta a crear historias que llegan siempre a los corazones de los niños y niñas que prefieren volar muy lejos con las alas de la imaginación.
Web de Samy Bayala: https://www.samybayala.com/
Si quieres conocer la historia de otras autoras de LIJ, pincha en este enlace: https://www.landbactual.com/construir-valores-de-eso-se-trata-2/
Fotos: Becky Sánchez/ Cortesía de Samy Bayala
Me llamo Belkys Rodríguez Blanco. Sí, un nombre muy parecido al de la reina de Saba, pero soy periodista. Me gradué en la Universidad de La Habana, en la era de la máquina de escribir alemana. Como el sentido común manda, me he reinventado en este fascinante mundo digital.
Escribo desde los once años y ahora soy una cuentacuentos que a veces se dedica al periodismo y, otras, a la literatura. Nací en Cuba, luego emigré a Islandia y ahora vivo en Gran Canaria. Estoy casada con un andaluz y tengo un hijo cubano-islandés. Me encantan los animales, la naturaleza y viajar. En resumen, soy una trotamundos que va contando historias entre islas.
Me ha encantado la entrevista
Muchas gracias por seguirnos, Lu Marina. Un saludo