Hablamos con la artista visual y activista, Yolanda Domínguez. Experta en género y comunicación, Yolanda estudió Bellas Artes y confiesa que su relación con las imágenes «siempre ha sido muy estrecha». Más allá de ver el arte como algo estético o decorativo, ahonda en cómo influyen las imágenes en la comunicación, en la construcción de la identidad o, incluso, en la forma de relacionarnos. Para ella cambiar las imágenes es una puerta abierta a cambiar el mundo. Una idea que, sin duda, solo pueden tener aquellas personas con convicciones muy arraigadas en lo humano.
A lo largo de su trayectoria, explica, se ha dado cuenta de que las imágenes son una herramienta muy poderosa de influencia en las personas. Así que empezó a profundizar en su historia y en qué implicación tienen en la generación de las desigualdades. «Yo, como mujer, soy una de las figuras clave en lo que a desigualdades se refiere y empecé a investigar sobre el papel de las imágenes en esta cuestión», cuenta. Yolanda cree que las imágenes, casi siempre cargada de estereotipos, se usan más para manipular que para hacernos libres. Por eso, en sus obras siempre intenta mostrar la diversidad del mundo.
«las imágenes son una herramienta muy poderosa de influencia en las personas»
Llegué a su trabajo a través del minidocumental «Elsas». El vídeo, desarrollado por la artista visual, forma parte de un proyecto impulsado por el Instituto Canario de Igualdad (ICI). El objetivo es fomentar un cuestionamiento crítico de los roles y estereotipos de género, tanto dentro como fuera de la escuela. Un trabajo sincero y cercano en el que nos dan la oportunidad de escuchar en primera persona hasta qué punto influyen los cánones de belleza establecidos en mujeres de toda clase y condición.
Acabas de realizar un mini documental llamado «Elsas» que forma parte de un proyecto impulsado por el ICI. ¿Qué se pretende mostrar con este proyecto?
Llevo muchos años trabajando con proyectos que pretenden generar reflexión y cuestionar los discursos dominantes, la representación de la mujer en los medios… En los últimos años los estoy acompañando de propuestas constructivas, más allá de quedarme solo en la crítica. Si cuestiono que falta diversidad de cuerpos de mujeres o de roles femeninos en los medios, intento aportarlos.
Este trabajo de “Elsas” tiene una parte crítica que cuestiona pero, a la vez, estoy generando una imagen de Elsas diversas. Vemos un perfil de mujer mayor, un perfil de mujer que no es blanca, un perfil de mujer que no tiene la talla 38… E, incluso, un perfil de mujer que, encajando en ese hipotético canon perfecto -una chica delgada, rubia, joven y blanca- también confiesa que tiene montón de complejos.
Tiene una parte documental en la que todas las mujeres nos vemos reconocidas porque todas, seamos como seamos, sufrimos la presión sobre nuestro aspecto físico. Y también ofrece propuestas: ¿qué podemos hacer para superar esto? Es importante la implicación de los medios a la hora de ofrecer diversidad de referentes, por ejemplo.
Los proyectos Little Black Dress o Rompe el estereotipo tenían cierta relación con este proyecto. ¿Qué te ha llevado a poner el foco en esto?
Creo que los medios de comunicación tienen mucho poder y, por lo tanto, tienen mucha responsabilidad. Solo se habla de la libertad de expresión de los medios, pero nunca se habla de nuestro derecho a acceder a una información libre de estereotipos. Si solo vemos imágenes que nos muestran una versión muy reducida del mundo, nunca vamos a ser libres para decidir qué queremos ser ni cómo nos queremos relacionar.
Lo que vemos en los medios está asociado a la idea de éxito, de lo que es aceptable en una sociedad; tiene una connotación diferente. Como artista visual, hacer reflexionar sobre la importancia del uso de las imágenes es una herramienta más que se puede trabajar para lograr la igualdad.
«lo que vemos en los medios está asociado a la idea de éxito, de lo que es aceptable»
La moda es una de las áreas en las que se perpetúan estos estereotipos. En Poses o Fashion Victims, haces una dura crítica sobre ello.
La moda tiene un papel en la comunicación muy importante. Todo lo que compramos y todo lo que llevamos puesto, de alguna manera, está hablando de quiénes somos o de qué lugar ocupamos en la sociedad. Una persona que lleva un complemento de 2.000 euros está lanzando el mensaje a la sociedad de que tiene cierto poder.
Ahora mismo, en una sociedad supuestamente democrática y libre, la moda es una forma de jerarquía social. Yo no tengo nada contra la moda. Como una forma de comunicación en sí misma me parece que es maravillosa y considero que algunos diseñadores son verdaderos artistas. Pero en la comunicación, en la publicidad, en el marketing, creo que se están proyectando unos modelos de mujeres asociados a la enfermedad, a la muerte, a la debilidad, a la locura… Esto está creando una imagen femenina que, desde luego, a mí no me representa. Muchas veces me parece vejatoria y que normaliza la violencia hacia las mujeres.
Ver un anuncio en el que aparece una mujer a la que parece que la acaban de violar, tirada en un descampado, anunciando un bolso de Louis Vuitton tiene unas consecuencias claras. Esto normaliza y estetiza la violencia y cada vez nos volvemos más insensibles a ella. Creo que la moda es un sector de los más dañinos hacia la figura de mujer, pero como se considera arte…
¿La cuestión es que se considere arte o es que la ciudadanía está metida tan de lleno en el sistema de consumo que ya no sabe distinguir?
No somos las personas las culpables. Llevo muchos años trabajando sobre esto y entiendo que el poder máximo viene de los medios. No somos conscientes.
Haciendo el documental de ‘Elsas’, prácticamente todas las mujeres que entrevisté decían que habían sido capaces de superar los estereotipos y de quererse a sí mismas… Y, ¡jo!, me parece tan injusto pedirnos esa responsabilidad de tener que superar la presión de tantísimas imágenes que vemos durante toda nuestra vida. No es lo mismo alguien que es capaz de llegar a millones de personas con una imagen que tú, que ves millones de imágenes.
¿Por qué crees que el sector de la moda está tan estancada en repetir los estereotipos?
Porque son eficaces y generan mucho dinero. Lo más efectivo, para comunicarte con alguien, es usar el lenguaje que ya conoce. Cambiar ese código conlleva un conocimiento, que muchos de los publicistas no tienen, y un compromiso, que implica un esfuerzo y un posible riesgo de perder clientes. Pero creo que esto es algo que el público cada vez pide más. Ya reaccionamos cuando vemos mensajes que representan estereotipos dañinos, sexistas o racistas.
En relación a esto, hace algún tiempo realizaste una acción titulada Niños vs Moda en la que mostrabas imágenes publicitarias de marcas de moda a niños y niñas. ¿Cómo fue esta experiencia?
Un factor que influye en cómo percibimos las imágenes es el número de veces que las vemos. Cuanto más vemos algo, más normal nos parece. Eso no significa que lo que representa sea normal.
Esto pasa constantemente. ¿Por qué somos machistas? Porque en nuestra cultura, desde que nacemos, hemos visto que ese comportamiento es el habitual. Entonces, llega un momento en que no lo percibimos o no lo vemos como algo negativo o dañino.
Los niños y las niñas todavía no han normalizado ese tipo de violencia y sí que son capaces de detectarla. Este trabajo pretendía recordarnos que debemos poner atención a ese tipo de relatos visuales.
Además de realizar acciones, das talleres a la población más joven. ¿Qué perspectiva ves que tienen?
Las personas jóvenes son inteligentísimas, pero muchas veces les exigimos que hagan el esfuerzo de cambiar las cosas cuando la cultura que les estamos dejando cada vez les hace reflexionar menos, pensar menos, consumir todo entretenimiento… Aunque siempre habrá de todo. Habrá jóvenes que quieren cumplir con las expectativas que le exige la sociedad y luego hay mucha gente joven -youtubers, instagramers…- que están creando contenidos que sí nos hacen pensar.
Hace unos años llevaste a cabo una acción colectiva que titulaste ‘Estamos aquí’ para visibilizar a las mujeres artistas dentro del ámbito cultural. ¿Por qué crees que sigue habiendo dificultades para que las obras de mujeres artistas sean visibles?
La historia del arte es la historia de una única mirada, la masculina. Hasta hace poco las mujeres no podíamos ni estudiar arte, ni trabajar, ni vender nuestras obras. No es que no hubiera mujeres valiosas, es que no se nos ha permitido trabajar hasta ayer. Esto ha generado una cultura basada en esa única perspectiva, que es la única que se sigue valorando. De hecho el trabajo artístico de las mujeres se valora en el mercado artístico un 50% menos. Esto no sale rentable a las galerías, con lo cual es una rueda de la que es muy difícil salir.
En los medios no se nos valora por nuestra labor profesional, sino que se nos analiza solo por nuestro aspecto físico. Hace falta que haya una voluntad de incluir esta mirada femenina en los discursos artísticos y de los medios por parte de la estructura. La estructura sigue siendo masculina, esto hace que apoyen más trabajos masculinos.
Pero poco a poco se está empezando a adquirir esta conciencia [de apoyar trabajos femeninos]. Por ejemplo, con el tema de las cotas. Aunque en un principio pueda parecer discriminatorio, no lo es. La discriminación es la que estamos sufriendo ahora, no favorecer la entrada de las mujeres profesionales en cualquier tipo de mercado.
¿Qué importancia tiene la comunicación en el siglo XXI con el desarrollo de las tecnologías de la información que se ha producido en los últimos años?
Ahora mismo tenemos una sobredosis de información, de relatos visuales, que no sabemos gestionar. No necesariamente más volumen de imágenes o de comunicación visual implica que estemos mejor informadas ni que seamos más libres. Si todo son estereotipos, no se está utilizando la información de una manera que nos permita acceder a la diversidad o a la complejidad de información. Prácticamente todo se dirige a lo emocional y casi nada a lo racional, con lo cual la información que tenemos es mucha pero de poca calidad. Ni las personas que la generan, ni quienes las consumimos sabemos muy bien cómo gestionarla.
«para poder cambiar algo hay que cuestionarlo»
¿Qué papel deben jugar los medios de comunicación para fomentar el cambio social?
Lo primero que hay que hacer es adquirir conciencia de que son tan importantes en este cambio. Y después adquirir conocimientos porque, por mucha buena voluntad que tengas de creer en la igualdad, no es una cuestión de fe. Tampoco de ser buena persona o mala persona. Yo no creo que haya malas personas que deseen hacer daño con su trabajo, partimos de esa base. Pero sí hay personas con desconocimiento que no se dan cuenta de que reproducen estereotipos o que se dejan llevar por un interés individual.
Creo que alguien que se dedica a la comunicación tiene que ser consciente de que su trabajo tiene una repercusión social y va a perjudicar o va a beneficiar a personas. Adquirir conocimientos sobre cómo funciona su herramienta y cómo usarla desde un lugar más ético y más comprometido. Es fundamental empezar a reflexionar sobre qué rumbo le queremos dar a todo esto.
Al principio de la entrevista hablabas de crítica y de acción. ¿Crees que nos hemos acomodado en la crítica y en la teorización?
Creo que nos quedamos en la crítica, que es un primer paso. Para poder cambiar algo, hay que cuestionarlo. Pero si nunca hay una propuesta, no vamos a cambiar nunca. Es decir, si cuestionamos que los hombres son violentos y no construimos referentes masculinos que sean amorosos, vulnerables, cuidadores, nunca podremos cambiarlo. Porque no tenemos modelos que imitar. No nos podemos quedar solo en la crítica, hay que proponer.
Yolanda Domínguez: cambiar las imágenes para cambiar el mundo
Yolanda trabaja cada día por mostrar la imagen real del mundo en el que, por suerte, caben todo tipo de personas. Lo hace a través de sus acciones, dando charlas y conferencias, desarrollando proyectos audiovisuales o escribiendo. Es autora de «Maldito Estereotipo», un libro en el que no solo intenta explicar cómo funcionan las imágenes y cómo se pueden usar de forma consciente, sino que habla de la importancia de los referentes. «A partir de esos referentes imitamos y podemos pensar que podemos llegar a ser esto. Las primeras imágenes que se creaban en las cuevas era para atraer aquello que representaban. Por ejemplo, se pintaban animales para atraer la caza. La imagen tiene esa capacidad de poder proyectar alternativas», explica.
Si quieres conocer la historia de mujeres artistas visuales que hablen de estereotipos, pica en este enlace: https://www.landbactual.com/mujeres-con-mayusculas/
Fotos: Cortesía de Yolanda Domínguez
Me llamo Yaiza Mederos Norro y nací en Gran Canaria en 1982, tierra donde me he criado. Aunque sé que soy de aquí y de ninguna parte, me siento isleña de corazón, quizás por eso cuando estoy lejos del mar parece que me falta algo. Las mujeres de mi familia, por las que siento un profundo respeto, han sido mi referente en la vida. He margullado toda mi vida entre palabras e imágenes, mis dos grandes pasiones. Llevo casi diez años trabajando como periodista y reportera gráfica en medios de comunicación y en agencias de publicidad. Me encanta la Naturaleza, escribir y viajar. Creo firmemente que la educación, la autocrítica y el amor son aspectos fundamentales para transformar el mundo en algo mejor.