Luisa es educadora, es instructora infantil de artes escénicas. Es cubana, emigrante, tiene 64 años y es invisible. A esta mujer le apasiona la enseñanza del arte pero vivía en una permanente crisis económica en Cuba. Con dos hijas muy jóvenes y cincuenta y pocos años decidió emigrar. Para entonces todos le veían, pero algo ocurrió. Poco a poco se fue haciendo invisible.
Trece años van contando desde que comenzara un eterno ciclo de discriminación laboral, que entre burocracias y necesidades le han dejado solo el camino de los empleos precarios y mal pagados. De los seis días a la semana trabajando como interna, y que te pagan prácticamente como una media jornada.
Luisa no entiende muy bien dónde nace la discriminación. ¿Es por el hecho de ser pobre?, ¿de ser mujer?, ¿de ser inmigrante?. ¿Por qué no califico para otro tipo de empleos?, ¿quizás porque tengo más de 50 años?. ¿Me ocurre solo a mí?.
«Es cubana, emigrante, tiene 64 años y es invisible»
“Varias veces me he planteado regresar a Cuba. Me he dicho: no estoy viviendo, estoy lejos de mis hijas. Y me he preguntado: ¿vale la pena estar viviendo sin vivir? Pero también veo la situación que está viviendo Cuba y estar aquí es la única forma que tengo de ayudar a mis hijas. Por eso también perdí mi matrimonio, por estar tan lejos. A pesar de mi edad y todo tengo fuerzas y deseos de hacer cosas…”
Para las mujeres migrantes, como es el caso de muchas cubanas, estas barreras las dejan en peligro de exclusión y desprotegidas. Arrinconadas por el edadismo, el racismo y la pobreza.
Al referirse al envejecimiento y ciclo de vida, así como al edadismo la Organización Mundial de la Salud, OMS, plantea: “Algunas investigaciones indican que tal vez actualmente sea (el edadismo) una forma más generalizada de discriminación que el sexismo o el racismo. Esto tiene graves repercusiones tanto para las personas mayores como para la sociedad en general”.
Por otra parte la OMS asegura que “Las estrategias que combaten el edadismo pueden crear más oportunidades para instituir equipos intergeneracionales y organizar campañas para cuestionar los mitos y los estereotipos erróneos que dificultan la capacidad de participación de las personas mayores”.
Y todo esto cuando la OMS reporta que existen unas 600 millones de personas en el mundo que tienen 60 años o más. Se estima que la cifra se duplicará en 2025 y que alcanzará los 2000 millones en 2050.
«Arrinconadas por el edadismo, el racismo y la pobreza»
Pero el edadismo no es privativo de inmigrantes, cuidadoras o empleadas del hogar. No afecta solo a las mujeres. Los estereotipos por motivos de la edad marcan las distancias entre los más jóvenes y las personas de mediana edad.
“La discriminación por motivos de edad persiste aunque los trabajadores mayores no necesariamente sean menos saludables, educados, capacitados o productivos que sus colegas más jóvenes. En particular, las mujeres mayores enfrentan el doble problema de
la discriminación fundamentada en el sexo y en la edad».
He revisado y publicado algunos de estos datos en otros espacios periodísticos, pero me resulta fundamental insistir en el informe Las Mujeres en el desarrollo, de la Asamblea General de Naciones Unidas. En agosto de 2019, antes de la pandemia, se refería a la promoción de estrategias de inclusión de las mujeres en el mercado laboral.
El informe reconocía que “las brechas salariales de género perduran y parecen agrandarse en algunas regiones del mundo. Esta disparidad salarial parece haber disminuido durante el último decenio en Asia Meridional, África Subsahariana y Asia Oriental y el Pacífico; sin embargo, está aumentando en Europa, Asia Central y América Latina y el Caribe”.
Por su parte ONU Mujeres publicó en el año 2020 datos recientes sobre avances y retrocesos en el camino por la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo: Igualdad de género: A 25 años de Beijing, los derechos de las mujeres bajo la lupa.
“La pobreza, la discriminación y la violencia todavía están muy presentes en la vida de las mujeres y niñas. Su subrepresentación en los espacios de poder y de toma de decisiones sigue siendo la norma… La paridad es la única opción igualitaria, y la igualdad es lo único que nos basta”.
«Luisa no entiende muy bien dónde nace la discriminación
Sin importar la crisis económica y financiera de los últimos años y la que se avecina a partir de la pandemia COVID 19, la realidad es que la emigración de mujeres como Luisa, representan el sustento de familias enteras. Es esta la respuesta ante la pregunta fundamental: ¿Por qué no vuelves a casa?
“Tengo que seguir siendo invisible hasta no sé cuándo y seguir luchando por buscarme un huequito. Imagínate, yo me siento de 40 años quizás, yo tengo deseos de hacer cosas, de contribuir con algo. He pensando hasta volver a actuar, de volver a un teatro. Esa idea es la que me mantiene”.
Luisa no es el nombre de esta mujer. Me dice que no le importa contar esta historia con nombre propio. Me dice que al final ya todo esto lo ha vivido, que no tiene nada que esconder. Yo le llamo Luisa porque he querido respetar su lucha protegiendo su identidad. Y porque al final podría llevar muchos nombres este testimonio. Si nos fijamos bien, estamos rodeados de personas invisibles.
Fotografía: Imágenes Gratis Pixabay
Mujer, cubana y periodista. En ese orden está bien. Licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Habana. Realizadora de audiovisuales con experiencia en Televisión. No concibo contar historias sin imágenes, así vivo, en imagen y sonido.
Emigrar hacia España, concretamente hacia Gran Canaria, ha sido un punto y aparte en mi vida profesional y personal. La experiencia vital que representa “volver a comenzar” ha reorganizado mis expectativas y mi manera de entender al periodismo. L&B Actual es un resumen de todo aquello que aprendí; y de mi constante curiosidad por el mundo en el que vivo. Este viaje es fascinante y a estas alturas yo podría ser de cualquier sitio.